Parte 20: La pasión más intensa

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Arantxa y Oliver, sin dudas ni disfraces, se entregaban a su amor. Era el momento, ya que el tiempo de Dios es perfecto. Y con el pasar del tiempo, se compenetraban cada vez más y nunca se cansaban el uno del otro.

Después de la boda de su gemela, Arantxa se estaba replanteando muchas cosas, entre ellas su relación. Amaba a Oliver, quizás mucho más de lo que amó a Caracciolo, pero la duda la tenía loca. ¿Sentiría él en verdad lo mismo que ella? ¿Era amor o simplemente era deseo sexual? Decidió encararlo, y preguntarle lo que verdaderamente sentía.

Al preguntarle, él respondió, sinceramente:

–Siempre fue amor, Arantxa. Siempre lo fue. Pero te deseé también, y sin embargo pude controlarme, ya que tú estabas casada y yo también lo estuve. Y luego de mi divorcio tuve una pareja. Ten presente que te amo mucho más de lo que puedes soñar.

–Disculpa si dudé de ti por un momento, mi amor -le respondió Arantxa-. Pero esto es nuevo para mí... Lo que siento por ti es muy intenso, es real. Amé a mi esposo, pero lo que siento por ti es más intenso.

–Te amo, Arantxa Gutiérrez Brito. Te amo desde que éramos muy jóvenes. Lo sabes, yo lo sé -le dijo Oliver, mientras le tomaba las manos para besarlas-. Y eso me basta.

En respuesta, Arantxa lo besó, lentamente. Ese beso traía implícita una promesa, y la pasión más intensa. Aunque el sexo era una parte de esa relación, no lo era todo. Él se sentía verdaderamente amado, y ella se sentía realmente segura de lo que hacía. Él podía amarla como siempre soñó, y ella le correspondía sin dudarlo. Y sus noches eran intensas, nunca se cansaban de amarse.

Un domingo, habían subido a la montaña que circundaba a la ciudad, y pararon en un mirador. El viento azotaba sus rostros, y se sentía muy bien el estar allí. Oliver la miraba, mientras ella estaba absorta en sus pensamientos. Luego, la abrazó, desde atrás, y le besó el cuello. Le dijo:

–Un céntimo por tus pensamientos, Ari. ¿En qué piensas, amor?

–En el curso que han tomado nuestros caminos, amor mío -le respondió ella, volteando para mirarlo de frente-. Nunca pensé que te iba a amar como lo hago. Que nuestros caminos se unirían al fin, dándonos este chance.

–Te amo, Ari. Eso no lo dudes jamás. Si no hubiera sido tan paciente, no tuviera la relación que tengo contigo.

Mientras ellos estaban en el mirador, y en casa de Martín, Vicente se estaba sincerando con él. Necesitaba desahogar todo lo que sentía, ya que se descubrió atraído por Arantxa. Allí, no sólo estaba Martín, también había entrado Francisco Perdomo¹, quien era amigo de ambos y había sido compañero de trabajo de Caracciolo en la Armada. Ambos escuchaban a Vicente, quien dijo:

–Nunca había pasado por mi cabeza el sentirme atraído por Arantxa. Era la mujer de mi primo. Y me gusta terriblemente como mujer, por eso también me alejé durante un tiempo.

–¿Y ahora qué vas a hacer, Colmenares? Ella está rehaciendo su vida. Sí, ella amó a Caracciolo, pero tiene derecho a vivir. -dijo Martín.

–Es que, esto sólo nos pasa a mí y al pato Lucas. Venir yo a fijarme en la mujer de mi primo. Francisco, Martín... ¿Qué hago con lo que siento?

–Yo estuve en una situación similar con mi mujer, Vicente -le dijo Frank-. Y estuvimos separados por la muerte tan violenta de su papá hace dieciséis años, más lo de su secuestro. Y pa' completar, yo estaba criando solo a nuestro único hijo porque no sabía que ella había quedado embarazada días antes de que se la llevaran. El asesino de su papá murió hace poco más de un año, después de quince años. Y además yo le había fallado, me acosté con una de sus alumnas de la universidad. Tuve que luchar por ella. Si amas a Arantxa, o te sientes atraído por ella, es mejor que lo sepa por ti mismo.

–Además, conoces muy bien a mi hermana, y sabes que a ella no le gusta que le oculten las cosas, Vicente -terció Martín-. Ahí está el detalle. ¿Desde cuándo te atrae mi hermana?

–Ese es el detalle, Martín. Que me atrae desde antes de casarse con mi primo. Y ni porque he hecho mi vida y tengo cuatro hijos de dos mujeres distintas, he dejado de pensar en ella.

–Piensa bien las cosas, Vicente -le dijo el aludido-. No te lances a la primera. Sí, Ari tiene todo el derecho de saberlo, pero deberás esperar el momento. Ella ahora mismo ha encontrado la felicidad, la estabilidad que perdió con la muerte de su esposo y el amor.

En el mirador, Oliver besó a Ari. Con sus besos le transmitía todo lo que sentía por ella, y a pesar de que su relación era muy intensa, él era muy paciente. Él esperaba el momento adecuado para pedirle que fuera su esposa ante Dios y los hombres, puesto que ya era su mujer, desde que la besó por primera vez. Sabía que aún no era el momento, porque aún estaba abierta la herida por la forma en que terminó su matrimonio de quince años. Y sabía que aunque ella lo amaba, aún sentía algo por su difunto esposo.

Arantxa respondía a sus besos con el mismo ímpetu, con la misma pasión, con el mismo amor que él le tenía. Le agradecía su paciencia, lo deseaba cada vez más, e intuía que Oliver quería pedirle que se casara con él. Pero, el miedo a perderlo la invadía. No quería que la vida se lo arrebatara, como le arrebató a Caracciolo. Aunque lo amó, ese amor era distinto, y ella ya se sentía preparada para volver a casarse, ya que sus heridas habían sanado. Sólo el tiempo diría lo que habría de pasar en esa relación. Ellos se amaban, con pasión, con locura, como jamás habían amado a ninguna otra persona. Y no volverían a amar así a nadie más. De eso estaban 100% seguros, tanto él como ella.
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¹ Personaje principal de "Montecristo, la ley del corazón", de esta autora.

Se viene lo más intenso, people.

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