Parte 14: Hermanos unidos, hermanos celosos.

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Txomin, con Graciela, Martín, con Valeria, y Ainhoa, con Sergio, pisaron la casa de Arantxa apenas ella les pidió que fueran, ya que les dijo que tenía un importante anuncio que hacerles. Ella, y Oliver, estaban muy interesados en que la familia Gutiérrez Brito supiera de su relación.

Apenas llegaron, Clemencia les llevó algo de tomar, y les anunció que la cena estaría lista en media hora. Y Arantxa comenzó:

–Gracias por venir, muchachos. Es que lo que debemos decirles es serio.

Txomin dijo:

–A ver, hermanita... ¿Qué es eso tan importante que debes decirnos? Y, bueno, qué bueno que Oliver está aquí, compartiendo con nosotros.

–Muchachos, lo que Ari y yo debemos decirles es, porque es evidente y porque no nos da la gana de ocultarlo, que decidimos tener una relación. Arantxa y yo somos pareja.

–¿QUÉ? -dijeron los tres hermanos al unísono, y Martín continuó:

–A mi sí me alegra, porque ambos se merecen lo mejor, venga ese abrazo. -A continuación, Martín abrazó a su hermana, y luego a Oliver, mientras le decía al oído que si lastimaba a su hermana sería, literalmente, hombre muerto. Txomin fue un poco más allá, abrazó a Arantxa, y luego descargó un puñetazo a Oliver en la mandíbula. Le dijo:

–Lo siento, hermano. Pero eso es lo que pasará si haces llorar a mi hermana. -Éste se llevó la mano a la zona golpeada, sonriendo, y dijo:

–Amo a Arantxa, así que ya saben así como sé yo, lo que puede pasar si la lastimo, que sé que no pasará.

Arantxa les dijo:

–Ustedes se pasan, Txomin y Martín. No me quieran tanto. Ni de Coco me celaban tanto.

–Morocha, yo sí estoy verdaderamente feliz por ustedes -terció Ainhoa, abrazando a su gemela-. Tranquila, a Sergio le hicieron lo mismo.

El aludido dijo, abrazando a su cuñada:

–También fui víctima del puño del cuñado, así que normal. Señores, vinimos a celebrar el amor. Propongo un brindis por estos muchachos, que han sorteado muchos escollos y por fin están juntos.

–Brindemos por nuestra hermana -dijo Martín, sacando ocho copas y el champagne que su papá tenía en la bodega, puesto a disposición para la ocasión por la siempre fiel Clemencia. Brindaron, y luego pasaron a comer. Arantxa le dijo a Clemencia que podía irse a descansar, ellos arreglarían todo. Graciela, en un aparte, le dijo a su cuñada:

–Es que estás radiante, Ari. Pareces un sol. Y ese hombre te adora, lo vi en sus ojos. Tuvo muchos problemas con Nathalie, y ahora se le ve que por fin está con la mujer a la que ama.

–Ay, Grachi, aún no me lo creo. Pero, la vida me está dando un regalo especial. Y yo me enamoré de él.

–Eso, se nota, cuñada. Y a él se le nota que te ama. Sé feliz, te lo mereces después de tanto sufrimiento. Las muertes de mi suegro y de Coco nos afectaron a todos, pero más a ti.

–Lo sé, Grachi. Vamos, que Valeria y la morocha también me darán jarabe de lengua. La morocha está feliz por nosotros...

Valeria, al saberse aludida, después de que Graciela y Arantxa se les acercaran a ella y a Ainhoa, le dijo:

–La vida es un río, todos acá hemos remado nuestras canoas, y formamos parte de esta familia. Pero es sabroso peregrinarse la vida con la persona a la que una ama. En 16 años casada con Martín hemos vivido y visto tantas cosas, que nos reafirman más como personas y como pareja. Sé feliz nena.

Valeria abrazó a sus cuñadas y hermana, y luego a sus hermanos y cuñado, para volver a los brazos de su amado. Cenaron en total tranquilidad, y llevaron todo a la cocina. Ainhoa y Graciela se ofrecieron a dejar la loza lista, y Sergio y Txomin hicieron café para todos, como la cocina era amplia, todos se sentaron en los bancos de la encimera. Y a cada anécdota había una más graciosa. Pero, Txomin planteó la duda:

–¿Cómo le diremos esto a los sobrinos? Sé que se pondrán felices, pero hay que hacerles entender que uno no sólo es padre, o madre. Ustedes merecen amar. Y, también hay que decirlo a Marianna.

–A Marianna la podemos abordar mañana cuando vaya a la oficina de su tía Yauri -dijo Oliver-. Y ustedes saben que Yauri es experta en poner a la gente en su sitio si se pone cómica, sin importar si somos familia o no.

–Y por los niños, ellos ya han ido asimilando esto. Ellos sólo esperan que se los confirmemos. -dijo Arantxa.

Sergio dijo, muy seguro de lo que iba a expresar:

–Con mis hijos, en principio, fue un tema. Pero ya Dani lo entendió. Y el varón desde un principio me apoyó, aunque estuvo sin hablarle a su hermana porque consideró que ella no debía meterse en mi vida amorosa. En cambio, los hijos de Ani ya me adoptaron, no como su papá, pero sí como un amigo. Algo como lo de Daniel y su pareja.

–Que por cierto, les enviaron sus saludos. Lo bueno es que los primos están muy unidos.

–Así es. Ya este fin de semana los busco en casa de Daniel. Hay que darle un respiro al pobre hombre. Pero a Andrea le encanta estar con su prima. Y eso es inevitable. -dijo Arantxa. El resto de la noche transcurrió con alegría, y al quedar solos, ella y Oliver se dedicaron a amarse. Estaban en la habitación principal de la casa, que fue la que ocuparon los padres de Arantxa, y allí, él iba despojando a su mujer de la ropa y de los miedos. Ella le dijo:

–En este momento soy muy feliz, amor. Te amo.

–Yo te amo más, reina mía. Me enamoré de ti en esa fiesta de cumpleaños, pero el tiempo se encargó de separarnos hasta hoy. Hoy eres mía, y lo serás siempre.

Cayeron en la cama, sin ropa, y sin miedo a amar. Oliver estaba creyendo de nuevo en el amor, y Arantxa estaba curando muy bien sus heridas. Se complementaban, y para ellos eso era lo más importante. Y después de entregarse una vez más el uno al otro, durmieron abrazados y con la seguridad de que durarían mucho tiempo juntos.

La PeregrinaWhere stories live. Discover now