19. Metamorfosis.

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Los rayos del sol mañanero se filtran por la ventana acariciando la suave superficie del mármol de las gavetas, mientras desde mi posición tengo una perfecta vista del lago que el día de hoy se encuentra calmado, percibo las risas y voces de los c...

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Los rayos del sol mañanero se filtran por la ventana acariciando la suave superficie del mármol de las gavetas, mientras desde mi posición tengo una perfecta vista del lago que el día de hoy se encuentra calmado, percibo las risas y voces de los campistas que se pasean tranquilamente en el exterior y ya mi nariz comienza a sentir un delicioso olor a pastel caliente.

Un escenario hermoso para mis ojos el que se desarrolla tras el cristal, por desgracia no hago parte de él.

-¡Brown! ¡Ven aquí!- el grito me taladra los oídos y ruedo los ojos. Este es el tercer llamado en lo que va de la mañana.

-Un segundo- respondo en el mismo tono mientras tomo el primer trapo que se me atraviesa y golpeo el aire a lo loco tratando de matar a la pinche mosca que me lleva jodiendo desde hace rato.

Por supuesto el mundo últimamente conspira contra mi torpe ser. Y esta no podía ser la excepción.

Comienzo a golpear alacenas, ollas y todo lo que me encuentro sin éxito.

-¡Josselyn!

-¡Vuelve aquí infeliz!- ignoro el llamado y actúo sin pensar, cuando me doy cuenta tres platos están hechos trizas en el suelo. Cierro los ojos ante el sonido que producen al romperse.

-¡¡Pero qué hiciste niña!!- me congelo en mi lugar con la voz.

"Muy bien Jossie, muy bien".

Giro lentamente y me encuentro con la señora de contextura gruesa y cabello canoso, quien me dirige una mirada fiera, Viviane, más conocida como la Umbridge del comedor.

-Si vas a andar haciendo payasadas que sean fuera de mi cocina.

Clavo la mirada en el suelo y me resigno. No quiero que el castigo se alargue.

-Sí señora.

La cocinera no deshace su rostro de piedra, por el contrario, me mira con ojos severos.

-Recoge el desastre que provocaste y tira esto- me lanza dos bolsas de basura lo que provoca que me tambalee al tratar de recibir una.

Se va dejándome sola y me dirijo a los contenedores con una de ellas. No sé de donde sale tanta inmundicia, pero el olor hace estragos en mi interior cuando llega a mis fosas nasales, las cáscaras y restos de comida vieja no hacen una muy buena combinación. Lamentablemente el camión de la limpieza tuvo problemas y no llegará hasta dentro de tres días, tres días durante los cuales también deberé encargarme de llevar toda la basura a los contenedores.

Abro la gran tapa de metal y lanzo la bolsa. Regreso por la otra y está más pesada, por lo que tengo que hacer más esfuerzo, vuelvo a levantar la tapa del contenedor, pero esta vez se me resbala de las manos antes de haber ubicado correctamente la cubierta, por lo que el metal rasga el plástico dejando caer gran parte del contenido en el suelo antes de que golpear sobre mi mano.

El deleite de tu peligrosa miel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora