1. La nota.

530 20 16
                                    

-¡No me lo creo!¡Al fin lo conseguí!- grito por teléfono a Susie, una de mis mejores amigas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-¡No me lo creo!¡Al fin lo conseguí!- grito por teléfono a Susie, una de mis mejores amigas. Mientras limpio la mesa de mármol pulido.

-Pues comienza a creerlo, porque esta será la primera vez que podemos ir todos juntos al campamento- puedo notar en su voz la alegría- Llamaré a los chicos ¡Hay que celebrar!

Vaya, sí que está eufórica.

-Por favor, no vayas a tirar la casa por la ventana como siempre, debo preparar mi ma...

-Por favor- me corta- solo lo necesario para la ocasión. Bien, debo colgar ¡Adiós!

-Adiós- pero ya se ha ido.

Aquí la pregunta es ¿Susie y yo tenemos la misma definición de "necesario"?

Recojo mis cosas y las guardo en mi bolso, junto con mis propinas, junto con el pequeño broche que debo usar en mi blusa como distintintitivo, donde con letras doradas resalta con claridad "Josselyn B". Siempre he pensado que es un desperdicio de efectivo, cuando un cliente pisa un local, solo quiere ser atendido cuanto antes, lo último que le interesa es conocer el nombre de quien se encarga de prestarle el servicio y bueno, en caso de que así fuera, ya podría preguntárselo ¿A qué no?

Desde hace tres meses trabajo después de clases en un prestigioso restaurante, ¿El motivo?, desde pequeños mis amigos acuden al campamento de verano "Uncanny", por falta de dinero aún no los iluminado con mi asistencia, pero eso acaba de cambiar, hoy al fin recolecté lo suficiente para asistir.

Me cambio mi uniforme y Berta la dueña del lugar se despide de mí con un movimiento de mano cuando me dirijo a la salida.

-Jossie, espero disfrutes tus vacaciones- me dice con una sonrisa.

-Gracias Berta, siento tener que renunciar.

-Oh no te preocupes, ya nos lo habías advertido cuando ingresaste, diviértete. Adiós.

-Adiós- le sonrió y salgo al exterior.

Son las seis de la tarde y el sol de Junio ya empieza a ocultarse tras las montañas de California, subo la cremallera de mi chaqueta y me dirijo a la parada del autobús. El día no estuvo tan agotador como en otras ocasiones, la clientela fue moderada y no dieron tanto trabajo como suele ocurrir, lo cual es bueno, porque si mis amigos estarán en casa no podré descansar mucho cuando llegue.

Hace siete años, cuando tenía diez, mi mamá y yo nos mudamos a San Francisco con la intención de cambiar de vida. Al inicio fue muy duro. Nuevo colegio, nueva casa, nuevos amigos. Pero eso cambió cuando conocí a Susie, nos volvimos muy amigas y me presentó a Laia y Mike. Desde entonces los cuatro somos inseparables.

Quince minutos más tarde llego a mi casa, la cual está ubicada en un barrio de nivel medio, es de una sola planta, grande, sus tres dormitorios, a pesar de no ser planeados han sido de gran ayuda en medio de todas aquellas pijamadas improvisadas que surgen en una tarde cualquiera, cada una con su respectivo baño. Una cocina espaciosa, donde mamá improvisa sus más deliciosas recetas, sí, ella nunca ha sido de planear demasiado. Y, por último una sala confortable con una pequeña biblioteca, mi lugar favorito. Lo necesario.

El deleite de tu peligrosa miel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora