En libertad

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"En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser"

- William Shakespeare



—Poché —la llamé antes de ir a la salida junto con ella.

Yo no me había dado cuanta, pero ella no había corrido solo porque si, ella iba detrás de Pinkie Pie. Vi al sujeto armado seguir pintando la tela en m camino a la salida donde me encontré con Poché abrazando fuerte mente a la rubia.

—¿Qué pasa? —pregunté con cautela.

Pinkie estaba llorando entre los brazos de Poché a quien le temblaban las manos, evidentemente todo lo que paso en esa habitación de la cual seguían saliendo gritos no había afectado a todas.

—que tu exnovio es un psicópata, eso pasó —se quejó Poché.

—¿Pinkie? —pregunté con cautela mientras intentaba acercarme.

Ella seguía llorando y balbuceaba cosas que yo no entendía y aparentemente tampoco Poché, de buenas a primeras Celestia entro abruptamente a al lugar seguida del hombre que habíamos encontrado en la puerta.

—¿Qué mierda están haciendo aquí? —se quejó la mujer.

—lo mismo podría preguntarte a ti —fue Poché quien la enfrentó.

Antes de que Celestia pudiera decir algo un nuevo grito aún más desgarrador interrumpió la conversación, ese grito estaba acompañado del sonido como de un taladro o una cierra eléctrica, no quería ni imaginarme que es lo que estaba ocurriendo en ese lugar.

La puerta de la habitación de la tortura se abrió de nuevo y pude ver a un Mauricio completamente pálido y con un ligero tono verdoso en el rostro, tan pronto nos vio se inclinó y comenzó a hacer arcadas para después vomitar justo al lado de la puerta.

—qué lindo —se quejó Celestia— ahora que mierda hice ese malparido.

Vi como el hombre que al igual que todos dentro de la habitación estaba armado hasta los dientes detenía a Celestia por el hombro en un gesto amenazante.

—no tiene acceso a ese lugar —dijo el sujeto con un acento muy similar al de Ignacio.

—¿Qué vas a hacer me vas a matar? —preguntó desafiante la mujer que simplemente se zafó de su agarre y entró en la habitación.

Pinkie ya estaba mucho más clamada y con un gesto en la cabeza nos indicó que estaba bien si nosotras entrabamos junto con Celestia dejando a la rubia afuera.

—¿Qué putas te pasa? —gritaba Celestia.

Más allá de ella vi a Ignacio limpiando su rostro y manos con una toalla, supuse que al igual que su camisa estaban manchadas de sangre. El hombre de la silla seguía ahí y detrás de él uno de los hombres de Ignacio lo mantenía inmóvil con una mordaza en la boca, la sangre corría de sus manos, su pecho y tenía un taladro enterrado en una de sus piernas, no creí posible que el pobre infeliz siguiera con vida, pero aparentemente así era.

—primero me le bajas de huevitos —habló Ignacio mirando a Celestia— y segundo a ti que te valga verga.

—no papito ¿que a usted no le han enseñado como se hacen las cosas aca? —lo enfrento Celestia, por la sonrisa altanera de Ignacio supe que ella no debió decirle eso.

Ignacio dejo de lado la toalla con la que se limpiaba mientras caminaba lentamente rodeando la silla con el hombre torturado en ella mientras veía a Celestia fijamente, se podía sentir la tensión de ese momento en el aire e incluso fue la primera vez que vi a Celestia retroceder con miedo de alguien.

TU CONDENA, MI DELITOWhere stories live. Discover now