XXXIX

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¿Y si me está dejando plantada de nuevo?

Sé que no es lógico, y mamá me dice que me relaje antes de que me cubra de sarpullidos de la cabeza a los pies. Pero estoy vestida y lista con mi vestido escocés negro y rojo más tentador, y el sol se está poniendo, y todavía no hay noticias de Jungkook.

Son las ocho.

Ocho y cuarenta y cinco.

Suena el timbre.

Casi caigo de bruces cuando salgo corriendo a atender. Y allí está, de pie frente a mí. Cabello negro. Jeans negros. Sonrisa infantil.

Jungkook.

Mis emociones enloquecen, estoy tan contenta de verlo que me seca la garganta y me quedo sin voz. Nos quedamos parados los dos como estúpidos, y necesito que alguien diga algo, ¡cualquier cosa!

-Llegas tarde -le espeto, finalmente.

Parece aturdido.

-Tenía que coordinar unas cosas. Dios, estás bellísima.

Siento fuegos artificiales en el pecho. Creo que me voy a desmayar si no me toca.

Cuando no puedo soportarlo más, me rodea con los brazos y yo lo abrazo, y es cálido y sólido, huele rico, a ropa recién lavada y secada al sol. Estoy sobrepasada por el alivio que siento. Gratitud. Alegría.

Me doy cuenta en ese instante de que no fueron las estrellas centelleantes. No quiero que seamos solo amigos, ¿Y él?

-Hola -murmura, la boca en mi cabello.

-Te extrañé -le digo, lo abrazo tan fuerte que escucho el latido de su corazón.

Quiero decirle Te extrañé tanto que sentí que iba a morir.

Quiero que me lo diga a mí.

Pero nos quedamos en silencio, y siento que se pone rígido. Se aparta y mira por encima de mi hombro. Mamá está detrás de nosotros, de brazos cruzados.

-Hola, Jungkook -saluda-. Es bueno verte.

-A ti también -responde, y ella le entrega una bolsa con algo dentro.

-Aquí tienes.

-Gracias -le dice Jungkook, sonriendo.

Paso la mirada de uno a otro.

-¿Qué pasa? ¿Es un intercambio de drogas?

-Ya lo verás -afirma Jungkook, agitando la bolsa.

¿Mamá y Jungkook confabulados en algo? Es interesante, sin lugar dudas.

Jungkook la mira con timidez.

-¿Estás...? Quiero decir, ¿podemos irnos?

-Sí, está bien. Estoy bien -hace un gesto para echarnos-. Ustedes salgan. De hecho, estoy con ganas de un poco de paz y tranquilidad. Tan solo vuelvan a una hora razonable.

-Lo haremos -afirma, y alza la bolsa a modo de agradecimiento.

-¿Jungkook? Cuídala -exclama mamá, mientras estamos bajando los escalones.

-No te preocupes. Siempre lo hago.

Me conduce a su auto, en el que no e estado desde el verano pasado. La pesada puerta cruje -audiblemente- y el interior del auto huele a cuero viejo y aceite para motores. No es tan desagradable.

-No tienes ningún cadáver en la parte de atrás, ¿cierto? -le pregunto cuando se acomoda en el asiento del conductor junto a mí.

-No esta semana -responde, sonriente, y siento que me derrito en el asiento.

Estrellas  |  J.J.KWhere stories live. Discover now