VII

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-¿Tienes todo? -pregunta mamá mientras comprueba el peso de mi mochila. Son casi las diez de la mañana y Yongsun pasará a buscarme en unos minutos. Pasé por el centro para despedirme de mis padres-. Dios mío, esto es pesado.

-Es mi telescopio portátil y la cámara de fotos.

Jamás se me habría ocurrido que cuatro kilos y medio pudieran pesar tanto. Ocupan mucho lugar en la mochila, así que puse una de las carpas que Yongsun compró al fondo, una bolsa de dormir comprimida, la ropa enrollada cuidadosamente para ahorrar espacio, un par de barritas energética, mantequilla de maní y grano de café cubiertos de chocolate, es decir, todo los grupos de alimentos importantes.

Es posible que haya metido un cuaderno de papel cuadriculado. Uno pequeñito. Y algunos bolígrafos de gel.

-¿Tienes el dinero para emergencias que te dí?

Le doy una palmadita al bolsillo de mi pantalón corto en una tela escocesa violeta. Hacen juego con mis Converse violetas, que combinan con el marco violeta de mis gafas. ¿Mencioné mi esmalte para uñas violeta con brillitos? Soy genial. Deberían de pagarme por lucir tan bien.

-¿El cargador para celulares portátil?

-En mi mochila -miento. Es un modelo antiguo que pesa una tonelada, y en la batalla ente pesado versus pesado, ganaron el telescopio y la cámara. Además, habrá electricidad en el campamento. Conectaré el teléfono y ya.

-¿Crema para la urticaria? -pregunta mamá, examinando mis brazos.

-Sí, llevo esa crema homeopática apestosa. ¿Dónde está papá? Tengo que irme pronto.

-¡Taeho! -exclama en dirección a las habitaciones traseras, con las manos alrededor de la boca. Luego se vuelve de nuevo hacía mí-. Está apresurado por irse al banco. Traté de aumentar el límite de la tarjeta de crédito, y me dijeron que nuestro puntaje crediticio es muy bajo, porque sobrepasamos nuestro limite. Lo que es una locura, por que es nuestra única tarjeta de crédito y cancelé el préstamo del auto de u padre el año pasado. Debe tratarse de algún error. Él lo solucionara. Ah, aquí estás.

Papá entra trotando a la recepción, con las llaves en las manos, en dirección a la salida.

-Vuelvo en un momento -dice.

-Taeho, Chaeyeong está yéndose de campamento -observa mamá, y suena tan exasperada como yo me siento.

Se vuelve hacía mí y parpadea, parece que recién nota mi mochila.

-Por supuesto -dice, y oculta rápidamente su metida de pata con una sonrisa encantadora-. ¿Tienes ganas de pasar tiempo con la hija de la señora Kim?

-Yongsun -replico.

-Yongsun -repite. Sonríe de nuevo. se vuelve a mamá-. ¿Todo está bajo control en el campamento? ¿Las chicas estarán seguras allí?

-Tienen seguridad y eso -dice mamá-. Te lo dije, ¿recuerdas? La señora Kim habló con el dueño, y les prestarán especial atención.

-Claro, claro -murmura papá, asintiendo con entusiasmo. Luego me sonríe y empieza a extender sus brazos hacia mí como si me fuera a abrazar, lo que es raro, porque ya no solemos hacer eso, y luego cambia de idea y me da una palmadita en la cabeza-. Pásala genial, muchacha. Mantente en contacto con Hyejin y llévate el gas pimienta en caso de que haya chicos con manos inquietas.

Habrá chicos, y sin lugar a duda espero que haya manos inquietas. Pero ni de loca le digo eso, así que simplemente me río, y mi risa suena tan vacía como su sonrisa.

Asiente con formalidad, y es incomodo.

-Tengo que ir al banco. Nos vemos a la vuelta -dice, y antes de que pueda responderle, sale trotando por la entrada.

Estrellas  |  J.J.KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora