XIX

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Mientras bebemos café y comemos algunos de los paquetes de desayunos gourmet deshidratados de dejó Yongsun, Jungkook trabaja con un gran mapa topográfico de la zona, y una brújula metálica negra que se despliega para revelar varios cuadrantes, un reloj y una regla. Toma varias medidas y anota números con un portaminas, y todo parece muy complicado.

-¿Cómo estás? -pregunta Jungkook, y cabecea en dirección al brazo que me estoy rascando.

-Me pica un poco -confieso. El ataque del oso anoche y la pelea me provocaron una Sobrecarga de Urticaria-. Tengo algo para ponerme pero...

-Pero, ¿qué?

-Es la crema de la señorita Do. 

Hace una mueca.

-Ay, Dios. ¿Esa loción milagrosa de marihuana que huele como si una bomba hubiera caído en una fábrica de velas aromáticas?

Lo señalo con el dedo.

-Exacto. Y no solo me hace lagrimear, si no que me da miedo usarlo aquí después de lo que pasó anoche. No quiero atraer osos.

-Mmm -musita-. Tu preocupación en valida. Trataré de pensar en cómo solucionarlo. Mientras tanto, esta es la ruta que tengo en mente.

Gira el mapa para mostrarme y abre su anotador, que coloca encima. Ha dibujado en doble página no a escala de la ruta planeada, con ilustraciones de pequeños símbolos  que indican diversas paradas. Señalo el nombre de una catarata  cerca del final de la página.

-¿Aquí estamos?

-Aquí estamos -confirma.

-Y estas carpas son...

-Lugares para acampar. Tenemos que pasar dos cadenas montañosas para llegar a Cerro del Cóndor.

-¿Escalando? -exclamo asustada.

-No. Paciencia, pequeño saltamontes. Si vamos por aquí -señala una línea de puntos con el dedo-, podemos caminar por una serie de cuevas bajo las montañas. Hay cuatro salidas, una de ellas está al lado sur de la montaña. Allí hay un valle genial para acampar por esta noche.

-Espera. Repite. ¿Espeleología?

-Caminar por una cueva no es espeleología. Es caminar.

-En la oscuridad.

-Tenemos linternas de cabeza -alza el teléfono-. Tengo guardado el PDF de un libro de senderismo que habla sobre senderos agrestes. Dice que hay varias cuevas en estas colinas, y que esta es la más larga. Y una vez que lleguemos al otro lado de la montaña, podemos ir por un sendero más importante.

Miro el lugar que está señalando en el mapa.

-Veo tres conjuntos de carpas. ¿Tres noches?

-Para llegar a Cerro del Cóndor sin matarnos -asiente-. Y si cambias de idea, este es el refugio de guardaparques más cercano. Queda de camino, y pasaremos por allí mañana. Pase lo que pase, no te dejaré varada. Si piensas que ya te he abandonado una vez...

-No -replico. Aunque estaba totalmente pensando en eso.

Aprieta los labios.

-Podemos hacerlo -añade-, te lo prometo. Si seguimos las reglas, no deberíamos tener más problemas con los osos. Esto es más seguro que pasar tres días en la civilización. Existen más posibilidades de morir en un accidente de auto que en un parque nacional.

-Genial, hablemos de probabilidades de morir -digo secamente-. Había olvidado eso, pero ahora lo tengo fresco e la memoria, gracias.

-De nada -responde, sonriendo de oreja a oreja-. Vamos empaquemos y salgamos. Tenemos muchos kilómetros que recorrer antes de irnos a dormir.

Estrellas  |  J.J.KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora