Isaías 14:12

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Isaías 14.
12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! Derribado fuiste a tierra, tú que debilitabas a las naciones.

Creía en cosas como el destino y el amor a primera vista, que una vez que encontrarás a la persona indicada, eso era todo.

Pero la verdad es que, si te pasas la vida buscando la perfección acabas con nada.

Pero no hay muchas entradas en este juego y no creo que el amor dependa de encuentros fortuitos o accidentes.

Es más simple que eso. Es encontrar a la persona con la quieres estar el mayor tiempo posible y sólo tratar de arruinar las cosas.

Pero te equivocaras sin importar cuánto lo intentes, te equivocaras. Pero si aprendes de los errores quizá construyas algo aún mejor.

En verdad hay sentimientos que es mejor que se queden en lo platónico; y es mejor recordarlos así, irreales, inacabados, porque eso es lo que los hace perfectos. Sin hacernos daño.

De repente, se sintió cogida en su abrazo. Quería quedar atrapada en esos recuerdos, permanecer unida a él y no salir de ese capullo seguro de cuando la envolvía con su mirada. Ya no lo volverá a tocar, ni tampoco jugará con esos cabellos rojos en su brazo, ni siquiera podrá recargarse en su hombro cuando sienta miedo o desamparo.

Solo de pensarlo se le eriza la piel. Nadie nace con la semilla de la pérdida. Es inevitable.

Sin embargo, aquí mismo brilla la ley de las compensaciones, pues la vida, con todas sus tonalidades y esplendores, espera a que nos bajemos en la siguiente parada.

Últimamente no ha podido dormir, ha estado pensando en él, en la tristeza del mañana y en las ausencias que socavan su cama.

También ha pensado bastante en la alegría de la certeza; saber seguro que no era para ella, y no por afanes o estupideces del destino, sino por elecciones que liberan y generan nuestro propio camino.

Está noche la escritura acompaña su velada, la arropa con las sábanas de la esperanza, pues no hay final triste ni feliz, sólo un aprendizaje constante y un deseoso porvenir.

Tiene algo que le gusta. Es evidente, pero ¿que es?
Todavía no lo sabe. Le atraían sus ojos, su voz, su cintura, su boca, sus manos, su risa, su cansancio, su osadía, su llanto, su franqueza, su pena, su confianza, su ternura, su sueño, su paso, sus suspiros. Pero ninguno de estos rasgos bastaba para atraerla compulsiva, totalmente. Cada atractivo se apoyaba en otro. El atraía como un todo, como una suma insustituible de atractivos, acaso sustituibles.

Elsa jamas lo había experimentado pero se dio cuenta. Es de enamorarse rápido, casi tan rápido como un chasquido. Unos ojos, una sonrisa, una gruesa voz, una caricia, un acto de bondad, uno de valentía... son detalles suficientes para declararse paciente de esta enfermedad, llamada amor. ¡Oh qué delicia ser doliente de este mal! ¡Que virtuoso resulta saberse grave, penitente!

Es de enamorarme rápido, casi tan rápido como un chasquido y de curarme, casi tan rápido como un parpadeo.

Por otro lado, a unas cuantas habitaciones de distancia, la situación de Hans se había tornado oscura, insostenible e insoportable. Algo cambio radicalmente dentro de el. Se volvió mas violento e irascible. Tuvo muchos problemas con monjas y el padre, los había golpeado. Elsa no lo sabia, nadie se lo quería contar porque tenían miedo.

"El Pecado" Helsa (En Edición)Where stories live. Discover now