Mateo 26: 41

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Mateo 26.
41. Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

A Elsa le habían encomendado la difícil tarea de atender al príncipe en el tiempo que estuviera de penitencia. Anoche no había podido dormir, se quedó pensando en cada palabra que salió de la boca del joven en la madrugada. Sumamente perturbador, literalmente, parecía el mismísimo demonio ante ella.

Al llegar a su habitación, abrió la puerta. El padre le había encargado tener las llaves para entrar y salir de allí. Hacer lo necesario, darle comida y agua, cambiar sus sábanas y llevar la ropa sucia.

- Es fácil ser buena cuando no te han expuesto a maldades de ningún tipo. ¿No crees? Es fácil ser buena cuando no te permiten salir de tu burbuja de cristal; cuando no dejas que nada ni nadie se te acerque... Si, Elsa. - se puso de pie a un lado de la cama para darle espacio a la albina para hacer sus tareas. - Es fácil mantener la pureza de mente y espíritu cuando no debes enfrentarte a los "monstruos".

- Déjame en paz. - respondio ella sin mirarlo.

- ¡Oh vosotros que estáis subyugados por una loca y vana esperanza! ¿Por qué os sujetáis con semejantes locuras? ¿Por qué esperáis a un Cristo? Pues ningún hombre puede saber acerca de lo porvenir. - le dijo a la albina haciendola estremecer. - He aquí, estas cosas que llamáis profecías, que decís que las transmiten los santos profetas, he aquí, no son más que insensatas tradiciones de vuestros padres.

- Hans, estás blasfemando.

- ¿Cómo sabéis que son ciertas? He aquí, no podéis saber de las cosas que no veis; por lo tanto, no podéis saber si habrá un Cristo. Miráis hacia lo futuro, y decís que veis la remisión de vuestros pecados. Mas he aquí, esto no es sino el efecto de una mente desvariada; y este trastorno mental resulta de las tradiciones de vuestros padres que os inducen a creer en cosas que no existen.

- Su Majestad, yo sé que lo crees, pero estás poseído de un espíritu de mentira, y has desechado el Espíritu de Dios de manera que no puede tener cabida en ti; pero el diablo tiene poder sobre ti, y te lleva de un lado al otro, inventando artimañas para destruir a los hijos de Dios. - le dijo Elsa cruzando sus brazos.

- Prueba que estás cosas con verdad. - enfrentó.

- Estoy afligida por causa de la dureza de tu corazón, sí, que aún quieras resistir al espíritu de la verdad, para que sea destruida tu alma. - tomó la llave para abrir la puerta y antes de abrirla él la tomó del brazo.

- No niego la existencia de un Dios, mas no creo que haya un Dios; y también digo que tú no sabes que hay un Dios; y a menos que me muestres una señal, no creeré. - dijo el pelirrojo.

- Las Escrituras están delante de ti; sí, y todas las cosas indican que hay un Dios, sí, aun la tierra y todo cuanto hay sobre ella, sí, y su movimiento, sí, y también todos los planetas que se mueven en su orden regular testifican que hay un Creador Supremo. - se soltó del agarre y se marchó.

Los días eran pesados para la albina. Siempre tenía desacuerdos, confrontaciones, pleitos y ella se encontraba realmente frustrada con el rebelde príncipe Hans. Cada vez que se levantaba por la mañana sentía una gran carga sobre sus hombros. El mes pasó sin que el pidiese salir de su habitación. No obedecía a las órdenes de nadie y hacia sufrir a las pobres hermanas con sus ataques de ira.

"El Pecado" Helsa (En Edición)Where stories live. Discover now