37. Sorpresa inesperada

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Alguna vez se han puesto a pensar en que la vida es más injusta que justa.

Mientras yo disfrutaba lo mejor de lo mejor mucha gente no tiene ni que comer, mientras yo pasaba horas en las albercas muchos no tienen agua ni para beber. Cuando me pongo a pensar en eso, mi corazón se estruja, siento que el pecho se me oprime y las lágrimas simplemente salen.

Antes ni pensaba en esa gente y ahora siento que les debo algo, siento que algo dentro de mí, necesita ayudarles. Siempre, siempre le agradeceré a Sophia por estos sentimientos y estos pensamientos, sin ella creo que sería el mismo narcisista y avaro de antes. Ella me hizo entender que la vida es más que lujos y riquezas, que la vida no es nada si tu no sientes que te realizas a ti mismo que cuando lo logras, sabrás que la vida si tiene sentido y valor.

—¿Que sabes sobre ella?

Sonríe de manera sinica —. Nada, pero hijo, cuando algo se convierte en un estorbo para mí lo único en lo que pienso es en deshacerme de ello.

—¿A que te refieres?

—Si tu sigues insistiendo en lo hecho con la sirvienta esa, no tendré más opcion que deshacerme de ella.

Mi garganta comienza a moverse de arriba a abajo, el sudor ya comienza a bajar por la orilla de mi frente.

Cierro los ojos y trato de pensar —. Por favor quiero que la dejes a ella, fuera de esto.

—Eso no depende de mí —su voz suena segura como si pensara que me esta ganando, y aunque me duela decirlo creo que así es —. Sino de ti.

Mi boca se llena de aire, siento mi cuerpo temblar, estos momento son los que me hacen pensar que la vida realmente es injusta.

—Hijo, te voy a dar una opción, si te casas con la chica que escogí para ti, me olvidaré completamente de la sirvienta —sonríe y yo solo no se que pensar.

—¿Por que jodes mi vida?

Me queda viendo y su frente se arruga —. ¿Eso crees que hago? Enserio, yo te estoy librando de una vida miserable con cualquier mujersuela de la calle —al escuchar esas palabras, mi cuerpo comienza arder, la ira y el odio me comienzan a comer poco a poco.

—Acepto —digo por que creo que es lo mejor, no puedo desafiar el poder de mi padre y no puedo permitir que a Sophia le suceda algo de lo que me pueda arrepentir toda mi vida.

—Perfecto —me queda viendo sonriente —. Se que estas mal por la joven esa pero te aseguro que pasara —termina y dice hipócritamente.

—¿Me puedo ir? —digo con la voz apagada.

—Sí —dice alegre —. Pero hijo, si te pasas de listo conmigo no me hago cargo de las consecuencias.

Lo quedo viendo y solo siento que a la persona que estoy viendo, no es mi padre sino que alguien a quien desearía golpear de tantas manera y por muy feo que suene, así me siento. Salgo de su oficina y mi garganta arde y las lágrimas se comienzan a acumular en mis ojos ¿por qué es tan difícil la vida? ¿Por que me pasa esto a mí?

—Sophia, en donde quieras que estés —mi respiración se apaga —. Perdóname por qué siento que este es el final —me digo a mi mismo teniendo mi pecho oprimido y adolorido.

Sophia Pavanelli.

Varios días después.

—¿Nombre?

—Sophia Valeria Pavanelli —la muchacha me sonríe y yo solo espero que eso signifique que todo va a salir bien.

—¿Su currículum? —lo saco de la cartera y se lo entrego a la chica que por cierto es hermosa.

El Hijo del Jeque ✔ Where stories live. Discover now