«Mudanza»

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Como pudo, se levantó de la cama. Se cambió para ir al instituto, desayunó junto a sus padres y salió.

-Satori... ¿pasó algo anoche? - el chico pelirrosa se acercó al coral.

-¿No? ¿Por qué preguntas? - sonrió falsamente.

-Has estado llorando, se nota, además, Yuki me contó que Moniko también. ¿Pasó algo entre ambos?

-Nada que yo recuerde, no... No... No es fácil... Estos últimos dos días fueron complicados. No quería empeorarlo...

-Pero... Exactamente, ¿qué pasó?

-Me llamó por lo de ayer en la mañana y resumiendo, terminamos aceptando nuestros sentimientos, pero a la vez rechazándolos.

-Ya veo...

El menor terminó la conversación. Tal vez no quería seguir entrometiéndose. Sea como sea, apreciaba el no tener que seguir hablando de aquello.

El coral se mantuvo callado el resto de la mañana, y parte de la tarde.

-Oye, Satori, ¿vendrás? - preguntó el pelinegro que le había ofrecido hospedaje en su hogar sacándose el uniforme. El nombrado dejó sus pensamientos de lado y se concentró en el llamado.

-¿Hm?

-¿Vendrás a quedarte?

-Ah, sí... Tengo que traer mis cosas.

-Bien, esta es mi dirección, cuando tengas todo, ve allí.

-De acuerdo, gracias.

-¿Estás bien?

-¿Hm? Sí, sí. No es nada, solo... es raro. - rió.

-Entiendo, he pasado por lo mismo. Pero te acostumbrarás rápidamente. - sonrió.

-Bien, iré por mis cosas. Te veré allá.

-Te veo allí.

Ambos chicos se separaron. El coral olvidó el asunto con el castaño y empezó a sentirse nervioso.

"¿Estoy haciendo las cosas bien?"

Cuando llegó a su casa, tomó una pequeña maleta y se reunió con sus padres.

-Lamento que haya sido tan repentino, pero es algo que necesitaba hacer.

-Siempre estaremos contigo, aunque nos enojemos contigo, te amamos. No lo olvides nunca.

-Fuiste, eres, y seguirás siendo lo mejor que nos haya pasado, recuerda que siempre que nos necesites, estaremos aquí.

Se despidió de ellos y salió rumbo a casa del pelinegro.

Definitivamente extrañaría desayunar, almorzar y cenar junto a sus padres. Pero definitivamente no extrañaría las peleas. Aquellos momentos en los que sus emociones iban de arriba a abajo.

Cuando llegó al lugar indicado, tocó la puerta. Siendo recibido por su nuevo compañero de habitación.

-¡Bienvenido! ¡Adelante! - el chico se hizo a un lado, dejando pasar al coral.

-¡Wow! ¡Tu casa es muy grande!

-Demasiado... A veces se siente mucho la soledad. - rió. -Esta será tu habitación, puedes desempacar tus cosas aquí, sin problemas. Esta es una de las habitaciones para visitas.

-Ohh... Ya veo... - dijo el chico aún asombrado.

-Esa puerta lleva a un baño, por allá está la cocina, sala de estar y por allí hay un pequeño patio.

-Entiendo.

-Si ambos vamos a convivir juntos, vamos a tener reglas.

-Me parece lógico... De acuerdo, ¿cuáles son?

-"1.- Tendremos que turnarnos para ir los fines de semana a comprar lo necesario para la semana. 2.- Lavar y ordenar nuestras propias prendas. 3.- No realizar eventos sin la autorización del otro. 4.- Además de turnarnos para ir a comprar, tendremos que hacerlo para el desayuno, almuerzo y cena."

-Ah... Sí, seguro. Yo no tengo problemas con eso.

-¡Perfecto! Entonces, siéntete libre de recorrer la casa. Haz lo que quieras, siempre y cuando sean dentro de las reglas.

-Genial, pues... Desempacaré, si quieres saber de mi existencia, estaré aquí.

-De acuerdo. Te dejo entonces. Llámame si necesitas algo. - dijo el chico saliendo de la nueva habitación del coral.

Se adaptaría con el tiempo. No debería ser un gran reto.

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