20. Bleu

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Al caer la tarde, el dulce aroma de la noche se adentraba a través de las ventanas de aquella cabaña, era un olor parecido al de las flores, uno que rozaba la nariz de la joven que plantaba su mano sobre una perilla y, luego de abrir la puerta, se...

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Al caer la tarde, el dulce aroma de la noche se adentraba a través de las ventanas de aquella cabaña, era un olor parecido al de las flores, uno que rozaba la nariz de la joven que plantaba su mano sobre una perilla y, luego de abrir la puerta, se adentraba al dormitorio. Con la mirada detalló el rostro de su compañero y, sin poder evadir el sentimiento que la llenaba, sonrió. También, se sentó a un lado de él, en el borde de la cama, mientras apreciaba el sueño ajeno.

—Oh, Eliot —expresó, tras un suspiro—. En serio lo siento, siento tanto haber intentado olvidarte. —Posó su mano en la mejilla del chico, dio pie a una caricia—. Me he dado cuenta de lo importante que te has vuelto para mí.

Las tragedias que había vivido Bleu, antes de entrar al experimento HASD-607, le habían dejado marcas, traumas que la perseguían hasta hundirla en insomnio y dificultad para obtener apetito. La persona que la protegió en esos momentos fue Gregory, aquel joven familiar que la salvó de todo y todos, quien metafóricamente sacó su espada para atacar a las malas intenciones y su escudo para proteger a Bleu lo más que pudo.

—Nunca antes alguien me había importado tanto como Gregory —continuó—, y me siento tan mal.

La meta de ella cuando entró a ese lugar, era permanecer tranquila, despreocupada, sin importar que el mundo se cayera a su alrededor; pero, al parecer, se le estaba saliendo de las manos el poder obtener dicha meta, puesto que...

—Me siento tan mal de sentir que te necesito.

Sus azules ojos presenciaron la compañía de las lágrimas.

La primera vez que la vida de Bleu se vino abajo fue cuando apenas era una pequeña, cuando su hogar ardió en llamas, aquella desgracia que la marcó permanentemente. Fue la única sobreviviente, ya que había salido a jugar con la niña de la casa de enfrente. Sucedió en una fría de noche de noviembre.

—Llevo dieciocho años viviendo sin saber cómo hacerlo, sin saber que pasará con mi vida después de esto, sin saber si esto pasará antes del final de mi vida.

Fuertes sentimientos la invadieron esa noche, esa que pronto se humedeció a causa de una estruendosa lluvia. Bleu pensaba una y otra vez en lo mucho que Eliot le recordaba a Gregory, al menos la nueva versión de Eliot; y la última que ella había apreciado antes de que se lo llevaran, la versión que al final fue atenta y ella rechazó. Un acto que Bleu no se perdonaba, el hecho de haber huido de él cuando lo que debía hacer era contarle lo que sucedía, hablarle sobre por qué el fuego le atraía tanto, admitirle la verdad de su conexión con dicho elemento. Una conexión que ella también compartía con el océano.

El mismo océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora