18. Verdad

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El oxígeno se incorporaba en sus pulmones a través de las fosas nasales, también sentía como sus parpados se movían y, por último, él abrió los ojos

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El oxígeno se incorporaba en sus pulmones a través de las fosas nasales, también sentía como sus parpados se movían y, por último, él abrió los ojos. Estaba rodeado de oscuridad casi absoluta, recordando todo lo que había sucedido, dudando sobre si solo había sido un sueño, sobre si tal vez nunca se había marchado del laboratorio la última vez que estuvo allí junto a Bleu, la vez en que la perdió. Había un botón de atención a un lado de la camilla, uno que al él presionarlo, llamó la atención de Betty, su enfermera, a quien solo le tomó unos segundos aparecerse ahí.

—Eliot, ¿cómo estás? ¿Cómo te sientes? —preguntó ella.

—Eh... Bien, eso creo. —Se impulsó con sus manos y, tras un esfuerzo, se sentó—. Agh, me duele un poco la cabeza.

—Tranquilo, es por los medicamentos.

—¿Cómo? ¿Medicamentos?

—Sí, ahm, es por eso que me gustaría hablar contigo. —Fue hasta la puerta y la cerró, colocando el seguro—. Esto podría sonarte raro, o quizá te confundas un poco, pero, debes prometerme que, lo que sea que te cuente, lo tomarás con calma y no harás nada que llame la atención.

La enfermera se sentó en el borde de la cama, con las piernas juntas, ladeadas.

—Lo prometo —certificó Eliot, viéndose un tanto confundido.

—Bien. —Levemente sonrió con los labios cerrados, una expresión no tan positiva.

Eliot la miró, exigiéndole el habla.

—Regresarás...


—¡Bleu! —gritó Eliot, desconsolado.

—Silencio, Hache Dos —ordenó el hombre pelinegro que lo sostenía y sostenía a la otra chica.

Bleu comenzó a marearse, mientras el otro hombre, el de peinado elegante y cabello rubio, se acercaba a ella.

—Mi queridísima Hache Uno —habló éste, mostrando un semblante satisfecho, en cuclillas frente a ella—. Llevo meses con el deseo de conocerte y... ahora puedo tener el placer de decir que al fin lo cumplí.


—¿Qué pasó con ella? ¿Está bien?

—¿Qué? ¿Quién? Eliot, te estoy diciendo que volverás a...

—Sí, a la cabaña, pero, ¿ella está bien?

—Uhm... ¿Bleu? ¿Por qué la pregunta?

—Porque las últimas dos veces que la he visto antes de ser separados, casi muere y no quiero que eso pase de nuevo.

—Ella está bien, Eliot. Regresó ayer por la tarde, fue escoltada hasta allá y, además, aumentamos la seguridad en la playa.

—Espero sea suficiente y contenga a los hijos de su... A los que nos hicieron esto.

—¿A quiénes?

Después de un extenso silencio, Eliot le contó parte de lo que le había sucedido, lo hizo sin saber que ella era una de las personas que mantenía los secretos de la manera más confidencial posible en ese laboratorio, pocos eran de confiar allí.

—¿Algo más? —preguntó la enfermera, con toda su atención sobre Eliot.

—Creo que sé por qué asesinaron a la chica... Ashliet, Hache Tres.

«Debes hacerlo, eres tú... Ella... Tú... Eres tú... Eres... Eres... Eres...», recordó Eliot las últimas palabras de la joven, su piel erizándose.

—Ella sabía algo.

El mismo océanoWhere stories live. Discover now