જ➤ 1O「❀」

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── 「❀」 ──

Si duda estos habían sido los días más raros que jamás había tenido, y todo empezó desde que aquel chico extraño llegó a mi casa.

Estaba decidido a encontrar respuestas, pero tampoco quería asustarlo, pues, sería como regresar a nada. Debía ser cuidadoso con mis palabras.

── Jin Hyung acaba de llamarme ── llamé la atención del chico frente al televisor.

Éste por fin despegó la mirada de la pantalla, parpadeando un par de veces.

Llevaba todo el día y toda la tarde en esa posición frente al televisor, sentado en el piso. No se había despegado ni por un segundo, y miraba la tele como si le fuera asombroso.

Como si nunca hubiese visto una televisión.

── Dijo que tomó el turno de la noche y no vendrá hasta mañana ── dije cruzándome de brazos.

Y es que, en efecto ya era de noche.

Le vi parpadear.

── Intentaré improvisar la cena, pero advierto que no soy muy bueno en eso, considerando que soy bueno en todo, la cocina no se me da tan bien, así que no me culpes si terminas con dolor de estómago ── avisé encogiéndome de hombros.

No le dejé decir nada cuando me di la vuelta llendo a la cocina. Comencé a hacerla, y cuando ya estaba cocinándose mi teléfono comenzó a sonar.

Era Jimin.

── ¿Si?

── Hey amigo, ¿Que tal todo?

── Bien.

── Aish, mira que no se puede hablar contigo... ── se quejó ──  Jin me contó que estan ayudando a un chico perdido.

Rodé los ojos, ambos eran el dúo perfecto para los chismes.

── Si, ¿Para eso llamaste?

── Ay lo siento, señor malhumorado, ¿Sabes? Yo sí tengo cosas importantes que hacer, ¡adiós! ── cortó y yo negué con una sonrisa, vaya que era un caso.

Pero borré mi sonrisa de inmediato cuando un olor a quemado llegó a mis fosas nasales.

Demonios...

El humo negro salía de la sartén y rápidamente me acerqué a apagarla.

Renuncio.

── Debiste estar más atento ── una dulce voz me hizo paralizarme, demonios, jamás me acostumbraría ── Tenía mucha llama.

Me giré a verlo, estaba del otro lado del mesón mirándome. Se veía tan indefenso.

Me crucé de brazos.

── ¿Debería ponerte un cascabel para que dejes de aparecer de la nada? ── dije, intimidándolo pues, dio un paso hacía atrás.

No lo asustes, idiota.

── Es decir... Aish, olvídalo ── me giré de nuevo, dándole la espalda para tomar el sartén y ponerlo a remojar en el fregadero.

MANLAND © ༶ J.JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora