Behind the scene 365DNI

Naked

Mi despertador suena a las 4.30 de la mañana. Me ha costado consiliar el sueño después de haber dormido toda la tarde pero luego de leerme algunas páginas de uno de los libros que he traído conmigo desde Polonia mis párpados se cierran prácticamente solos.

Me levanto enérgica, directo a darme una ducha rápida y prepararme para comenzar nuestro largo día de grabación. Hoy es nuestro último día en CASTELLO MONACI. De aquí nos regresaríamos a Palermo para rodar más escenas de exteriores y luego volar a Varsovia para culminar las últimas tomas. Blanka quiere vernos a Michele y a mi antes de que comience el rodaje. ¿Quien hace una cita a las 6 de la mañana? Pues esa es Blanka Lipińska. Me pongo lo primero que se me atraviesa y peino mi cabello mojado dejándolo secarse al natural. Las extensiones eran un suplicio para lavar y secar cada vez.

Son las 5:20 cuando salgo de mi habitación. Michele no responde mis llamadas y la noche anterior en nuestra escapada nocturna habíamos quedado en llegar juntos. Llamo varias veces a la puerta pero no escucho nada. Odio llegar tarde a mis citas y son casi las cinco y media. Empiezo a preocuparme, tal vez no se sentía bien y estaba en cama, o simplemente se habrá quedado dormido. Antes de entrar en paranoias cojo la manija y empujo. La puerta se abre y llevada por la curiosidad doy un paso vacilante. La ropa de cama está deshecha pero no hay rastros del italiano en ella.

-¿Micky?- Escucho un leve tarareo que proviene del baño y llevada por la curiosidad y porque no me responde decido adentrarme y un segundo después  la culpa de que estoy irrumpiendo en su privacidad me golpea. Estoy apunto de girarme e irme cuando todo su ser completamente desnudo sale del baño. Está estrujando su cabello en una toalla que le cubre la cara así que no ha notado mi presencia al contrario de mi, que si he notado todo de él. Los ojos se me congelan en el torso trabajado y esculpido por el mismo dios por unos segundos, antes de seguir abajo, a su vientre y su masculinidad. El corazón se me acelera a un ritmo desenfrenado y siento como el calor sube por todo mi cuerpo, concentrándose en mis mejillas. No es que haya visto demasiados penes en mi vida pero éste era por mucho el más hermoso de todos. Proporcionado en lo justo en longitud y grosor. Una delicada mata de vello rizado cubre la separación de su vientre y el nacimiento de éste de manera perfecta, uniforme, cuidada, vamos que es perfecto como todo él. Creo que jamás en la vida me había detenido a mirar tanto el miembro de un hombre y me doy cuenta de ello cuando la voz del dueño de éste miembro suelta el coro de ain't not sunshine de Bil Withers a todo pulmón haciéndome saltar.

-¿¡Amma!?- en el mismo instante que mi nombre sale de sus labios me giro de un salto, cubriendome los ojos de la vergüenza. ¿¡Por qué mierdas me tiene que pasar todo a mi!?

-¡Mierda, perdón, perdón, perdón!- trato de excusarme, caminando aun cubriendome los ojos hacia la puerta. Lo escucho reír por lo bajo y con un movimiento rápido de su mano me gira.

-¿Cuanto llevas aquí? ¿Cómo entraste?- no aparto la mano de mi cara porque ho quiero mirarlo ya que la vergüenza me consume.

-Estaba abierto. No respondías mis llamadas ni a la puerta así que quise saber si estabas bien.- siento como su mano me coje la muñeca, apartandola de mi rostro pero sigo con los ojos fuertemente apretados. Lo escucho reír por lo bajo.

-Ya no estoy desnudo- esa información lejos de traerme alivio hace que quiera que la tierra se abra y me trague en nano segundos. ¿Por qué siempre tengo que terminar en situaciones embarazosas, Dios? ¿Qué te he hecho de malo yo para que me hagas esto? Confiada en sus palabras abro primero un párpado lentamente y al verlo cubierto sólo por la toalla que antes uso para secar su cabello respiro. -Perdón, estaba probando mis nuevos audífonos waterproof- él se quita ambos aparatos diminutos de los oídos y me los muestra -Los usé mientras me bañaba, por eso no te oí entrar.