quince

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❛todo encaja❜

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todo encaja

Me encontraba mirando al techo inexpresiva. No sabía qué pensar, ni qué hacer. Ese día mi mente era un caos por completo.

La manera de empezar noviembre no fue la mejor para mi.

El día anterior pasaron cosas muy raras. Probablemente fue el día más raro de mi vida. Fui con mi hermano y su grupo de amigos a grabar una escena para un cortometraje y presenciamos un accidente de tren. O más bien un incidente. Porque nuestro profesor lo había causado, y yo no tenía ni idea de si seguía vivo. Además nos apuntó con una pistola y nos dijo que nos matarían si sabían que habíamos visto lo ocurrido.

Eso para empezar.

Para continuar, encontré a mi novio acostándose o haciendo quién sabe qué con una de mis amigas, o mejor dicho, ex amiga, Dakota.

Obviamente Evan también se podía dar muerto como novio mío. O muerto para mi.

De todas formas, yo besé a Rudy días atrás y aún no se lo había contado. Eso me había hecho reflexionar, porque llevaba mucho confundida por Rudy y eso era señal de que nuestra relación era una total farsa. Me molestó más el hecho de que me hubiera puesto los cuernos con Dakota que el hecho de que me los hubiese puesto. ¿Eso no decía mucho de lo que yo sentía por él?

De todas formas, ese era aún el menor de mis problemas tras la escena del tren.

Miré las notificaciones de mi móvil. Cinco llamadas perdidas de Evan, además de cincuenta mensajes también de él.

Decidí armarme de valor y lo llamé para hablar las cosas.

Cuando escuché que lo había cogido, hablé.

—Evan...

—Estoy abajo —me interrumpió.

—¿Qué?

—Que estoy en la puerta de tu casa. Baja.

Miré confundida a la pared de mi habitación, y aún con el móvil en la oreja, me asomé desde mi ventana y miré hacia abajo. En efecto, Evan estaba allí porque su coche estaba en la carretera, frente a la cera de mi casa.

Colgué y dejé el teléfono en mi cama. Eran las once de la mañana, y se suponía que la noche anterior habría llegado tan tarde y habría festejado tanto que seguiría dormida hasta las seis de la tarde. Pero no conseguí dormir en toda la noche y estaba cansada, pero sabía que el sueño tardaría en llegar. Tenía la cabeza demasiado llena de pájaros.

En cuanto abrí la puerta de mi casa, me encontré con Evan frente a mi. Tenía el pelo castaño alborotado y ojeras. Iba vestido con una sudadera roja y unos vaqueros.

—¿Puedo entrar?

—No —contesté tajantemente. Salí y entorné la puerta. Después le encaré con los brazos cruzados. —¿Qué quieres?

breezeblocks || rudy pankowWhere stories live. Discover now