diez

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❛una gran urgencia❜

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una gran urgencia

Esa noche, cuando terminé de hablar con Evan por teléfono, lo cual fue una llamada de tres minutos justos, escuché la puerta de la casa cerrarse.

Bajé para hablar con mi madre y preguntarle si podía ir a casa de Evan a cenar. Pero en cuanto la vi la idea de mantener una conversación normal con ella se me esfumó.

Estaba borracha. Tenía el pelo desordenado, los labios y los ojos rojos, se tropezaba con sus propios pies y su voz sonaba ida y pesada. Chase intentaba ayudarla a sentarse, pero ella quería seguir de pie, aunque se cayese.

Desde que papá se fue, me había acostumbrado a verla bebida unas cuantas veces. Pero esa noche fue más fuerte aún de lo normal, estaba muy ebria. Ni siquiera me dijo nada cuando me miró.

No supe cómo actuar.

—Emma, sube a tu habitación —me pidió Chase con una voz dulce. Pero yo me quedé parada con los ojos fijos en mi madre y una expresión seria en la cara—. ¡Emma! Sube, por favor.

Entonces me di la vuelta, y estuve dispuesta a subir las escaleras; cuando mi madre gritó mi nombre y me hizo darme la vuelta para encararla. Me miraba con risa en sus ojos.

—¡Eso! ¡Sal corriendo! Igual que tu padre.

—¡Mamá!—exclamó mi hermano.

—¡Sal corriendo! —siguió gritando ella con dificultad—. ¡Huye de los problemas!

Chase la llevó al salón y la tumbó en el sofá. Sabía que no se refería a mi cuando gritó esas cosas, pero me hizo sentir como una mierda. Cuando llegó hasta a mi, me acarició el pelo, con mirada comprensiva. Era como un simio, pero cuando quería era bueno conmigo y se preocupaba por mi.

Yo hice un puchero y lo abracé. Nunca hablábamos de lo de papá porque todavía nos hacía mucho daño pensar en eso, pero ahora la herida se había abierto y le habíamos echado limón encima. Tenía los sentimientos a flor de piel.

—Está todo bien —me susurró.—¿Quieres dar una vuelta en el coche para despejadnos un poco?

Yo me separé de él y asentí lentamente.

Agarramos nuestras chaquetas y nos montamos en su coche. Después, encendí la radio y dejé una cadena donde siempre ponían música de los setenta y los ochenta. Estaba atardeciendo y el cielo se veía rosado, justo como me gustaba.

—¿Quieres que te lleve a casa de Evan?—me preguntó.

Yo negué con la cabeza mirando a la carretera. Sabía que si iba allí, al principio me diría algo para consolarme pero no le daría importancia y solo me haría sentir peor.

—Podemos... —Chase iba a dar otra idea, pero su movil comenzó a sonar. Puso el altavoz en la llamada mientras seguía mirando a la carretera—. ¿Rudy?

breezeblocks || rudy pankowWhere stories live. Discover now