Cassandra sonreía mientras se dirigía al viejo castillo de Vieja Corona; era un día soleado y le había prometido a su amigo llevarlo a la capital por primera vez.

Habían pasado ya tres semanas desde que Varian había vuelto a los brazos de su verdadero padre y, claro, había tomado un poco de tiempo para ellos adaptarse a un cambio tan grande.

Cassandra trataba de apoyar a su amigo en todo lo que podía, todo esto había sido en absoluto abrumador para él, a pesar de lo hospitalario y atento que se había comportado su padre; inclusive había realizado una gran celebración en el pueblo de Vieja Corona a causa del regreso de su hijo, cosa que, la cazarrecompenzas había escuchado de los pueblerinos, no era propia de su líder, aquel sin duda había sido un evento único en su clase. Asimismo, el hombre se había mostrado en extremo agradecido con ella, tanto así que le permitía ver a su hijo cuando quisiera; aunque, eso pensaba Cassandra, también se podía deber a que era para mantener la salud y estabilidad emocional del chico, pues éste había desarrollado un gran apego hacía ella y, por supuesto, notaba que el líder de Vieja Corona era en extremo protector con su hijo, algo bastante lógico dado a lo ocurrido en el pasado; y razón por la que hasta ahora le hubiera permitido a su hijo ir a la capital con su amiga.

Al llegar a la entrada, Cassandra tocó la puerta, la cual fue abierta casi instantáneamente por Varian, quien portaba una gran sonrisa de ilusión en su rostro, asimismo, traía puesto un delantal rojizo y unos googles en su cabeza.

–¡Cassie!– el chico de inmediato la abrazó al verla y Cass devolvió el gesto.

–¿Listo para visitar la capital?– preguntó ella, lo que sólo hizo brillar de emoción con más intensidad los grandes ojos del chico.

–¡Más que listo!– respondió entusiasmado.

Pero cuando se retiraban listos para partir una voz grave los interrumpió haciéndolos parar.

–Varian– llamó Quirin lo que provocó que el chico hiciera una mueca de frustración antes de voltear a ver al adulto.

–¿Si padre?– preguntó con una sonrisa forzada.

–¿Qué estás haciendo?–

–Voy a la capital con Cass, ya te había comentado acerca de eso...–

–Lo sé hijo, a lo que me refiero es...– Quirin trató de encontrar las palabras adecuadas –Sabes que no puedes salir sin compañía; podría ser peligroso–

–Cass me acompañará todo el tiempo padre– Varian forzó aún más su sonrisa.

Quirin miró a su hijo y lo pensó un segundo, luego dijo:

–Bien, pueden ir, sólo los acompañaré debido a que tengo que encargarme de unos asuntos en la capital–

–¿Justo hoy?– Varian cuestionó de forma un tanto frustada pero queriendo disimularlo con su falsa sonrisa.

–Si. Justo hoy–

–¡Wow! ¡Pero que coincidencia tan agradable padre!– comentó el chico sarcásticamente.

–Así es hijo. Prepararé la carreta para poder llevarlos– respondió el adulto sin querer notar el sarcasmo en el anterior comentario.

Una vez que el hombre se hubo ido Varian dejó de sonreír y Cassandra pudo ver claramente lo molesto y frustrado que estaba, por lo que preguntó:

–¿Estás bien?–

–Si, si... Solamente que creí que sólo iríamos tú y yo...– suspiró bajando la mirada.

Desde que había comenzado a vivir con Quirin, éste se había comportado bastante sobreprotector con él sin dejarlo solo ni un segundo: Lo acompañaba cuando salía al pueblo, lugar donde sólo había podido salir en éstas tres semanas debido a la misma razón; su padre no le permitía explorar el bosque por temor a que pudiera perderse, y le había dado largas o se mostraba recluyente cuando le sugería visitar la capital; solamente lo dejaba solo si estaba seguro de que se encontraba dentro de casa. Varian comprendía la razón de aquel comportamiento, pero no podía evitar sentir que volvía a estar enjaulado una vez más: Con restricciones y un padre que lo limitaba por protegerlo del mundo.

Un nuevo capítulo de la historia Where stories live. Discover now