Treinta Y Ocho

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Harry

El tiempo obviamente corría a un ritmo diferente en el hospital. Los segundos se arrastraban apáticamente como burlándose. Me senté en la sala de espera semivacía, sintiéndome completamente solo. Dos mujeres, una con el cabello recogido en una cola de caballo, la otra de cabello corto y oscuro se hicieron a un costado, pasaron a través de las puertas automáticas y se dirigieron hacia el mostrador de la recepción. Las miré sin curiosidad mientras entablaban una breve conversación con la recepcionista detrás del escritorio, hasta que la recepcionista me señaló. Policía. Lo había esperado, pero aún así hizo que mi corazón golpeara mientras las dos mujeres se dirigían hacia mí. Ambas llevaban pantalón de traje, la primera en color azul marino, la morena de negro. Me paré cuando se acercaron, decidiendo que sería mejor hacerles frente que quedarme mirando, como haría si me quedaba sentado. ―¿Tú eres el que vino con la victima de agresión? ―Preguntó la mujer de azul marino. Asentí con la cabeza. ―Soy la Sargento Ramona Crystal. Ella es mi colega, la Detective Samanta Kay. ¿Le importaría decirnos su nombre? ―Harry. harry Styles. ―Entonces, Harry, ¿Qué nos puedes contar? Silencio. Yo no tenía ni idea de por dónde empezar. Vi como la sargento sacaba un cuaderno y un bolígrafo. ―¿Sabes el nombre de la víctima? ―Sí, él es mi hermano, Adam. Tiene dieciséis ―respondí. ―¿Qué paso? ―Pregunto la detective Kay. ―Nosotros… fuimos agredidos. ―¿Cuántos eran?

―Tres. ―Mira, ¿por qué no nos sentamos? ―Dijo la sargento. Se sentó en la silla a la izquierda de la que acababa de desocupar. La policía se mantuvo de pie hasta que me senté, y luego se sentó a mi derecha. ―Puedo darme cuenta de que todavía estás en estado de shock, pero cualquier cosa que nos puedas decir ahora nos ayudará a atrapar a los que hicieron esto mucho más rápido ―dijo la sargento Crystal― Tómese su tiempo y díganos exactamente lo que sucedió. ―Adam y yo fuimos a… a celebrar mi cumpleaños… ―Oh dios, aun era mi cumpleaños… La palabra sabía como la bilis en mi boca.  El sargento y la detective Kay intercambiaron una mirada. ―Continua ―urgió la sargento Crystal.  ―Estábamos caminando a casa y dando la vuelta para llegar cuando fuimos agredidos. ―¿Sabes quién o reconociste a los que los atacaron? ―Pausa. ―¿Harry? ―urgió la sargento, con su pluma suspendida. ¿Por qué aun estaba vacilando? ¿Por qué debo mostrar lealtad a un cerdo como Josh? ¿Por qué incluso tenía que pesar en ello? ―Josh Davis, Logan Pane y Paul Anders ―dije rápidamente antes de que pudiera cambiar de opinión― Logan y Paul me sujetaron en el suelo. Josh fue el que golpeó a mi hermano. No dejaba de darle puñetazos y patadas a Adam en la cabeza. Nunca se detuvo. Empecé a toser. Mi estomago subía y bajaba. Estaba a cuestión de segundos de estar físicamente enfermo. Con la cabeza hacia atrás, tome profundas y rápidas respiraciones en un esfuerzo desesperado por controlarme. Las oficiales me dieron unos momentos que agradecí. Finalmente bajé la cabeza con el sentimiento poco a poco desvaneciéndose. ―¿Dónde ibas a celebrar tu cumpleaños? ―Preguntó la detective Kay. ―En el Bar Belle ―no omití la mirada que intercambiaron―. Adam y yo no estábamos bebiendo, si eso es lo que están pensando. Adam tenía dos coladas vírgenes y yo estuve tomando cerveza de jengibre durante la noche, sin alcohol. Josh, Logan y Paul estaban bebiendo sin embargo. Bebieron cerveza toda la noche. ―¿Entonces estuvieron con ustedes en el Bar Belle? ―Preguntó la sargento, con la voz aguda.

―Adam y yo nos reunimos con ellos allí, pero no lo habíamos planeado. Compartimos una mesa, pero hubo una discusión, por lo que ellos se fueron antes que nosotros. La policía me interrogó durante otros veinte minutos, anotando cada palabra que decía, y me refiero a cada palabra. Para cuando finalmente me dejaron en paz, yo estaba agotado. Incluso ahora me esforzaba no por entender qué había pasado, sino por qué. Pensé que todo había acabado, hecho polvo y olvidado en el Bar Belle. Josh y yo éramos amigos, sin duda ―incluso después de todo lo que había pasado en el restaurante. Tenía una vaga idea de que en la mañana, cuando el zumbido de la cerveza se hubiera ido y la resaca de Josh se hiciera presente y cuando me las arreglara para calmarme, Josh me llamaría para reírse de sus comentarios a mi hermano. Él pediría perdón, yo lo aceptaría y todos siguiríamos adelante. Entonces, ¿por qué estaba sentado ahora en el hospital, preguntándome si mi hermano iba a vivir o a morir? Todo el camino hasta el hospital en la ambulancia, no podía dejar de temblar. El paramédico dentro de la ambulancia no había parado de revisar a mi hermano ni por un segundo. Incluso antes de que lo metieran en la ambulancia, los dos médicos habían luchado por despejar las vías respiratorias de Adam y estabilizarlo, tratando desesperadamente de salvar la vida de mi hermano.  Le habían puesto suero en el brazo, su cara estaba emborronada y una máscara de oxígeno cubría su nariz y su boca. Su rostro estaba hinchado y distorsionado. Nada estaba en el lugar correcto. Después de que lo metieron a la ambulancia, el médico condujo como un loco con las luces y sirenas al tope. Veía a mi hermano yaciendo inconsciente de camino al hospital y no podía apartar mis ojos de él. No me atrevía. Tuve la sensación de que si dejaba de mirar, si quiera por un instante, lo perdería para siempre. Una vez que llegamos al hospital, se llevaron a Adam inmediatamente a sacarse una radiografía y al quirófano. Llamé a papá, sin una idea clara de lo que iba a decir. Me contestó el teléfono después de un par de toques.  ―Hola, Harry. Espero que ya estén de camino a casa. Se está haciendo tarde. ¿Te la pasaste bien? ―El tono alegre de mi padre me sacudió― Y no te preocupes por Emma. Esta profundamente dormida. ―Papá, yo… Estoy en el hospital

Emma [H.S]Where stories live. Discover now