Seis

2.3K 68 0
                                    

Harry

Me senté en el sillón en frente del cochecito y vi la cara arrugada de la bebé, lágrimas fluyendo como riachuelos de sus ojos y por sus mejillas. Me miraba justo como yo la miraba a ella. Se me ocurrió que en ese momento la bebé y yo sentíamos exactamente lo mismo. Y me refiero a exactamente lo mismo. El bebé lloraba y lloraba y luego lloraba un poco más. Tenía suerte. Dios sabe que quería unírmele, pero no podía, los chicos no lloran, mi papá siempre nos decía eso a mi hermano y a mí, además, ¿qué bien haría eso? Dos minutos se convirtieron en cinco, y esos cinco en diez, y todo iba cada vez más alto. Mi cabeza iba a explotar. No me podía quedar en la misma habitación más tiempo, simplemente no podía. Poniéndome de pie de un salto, dejé la habitación, cerrando la puerta firmemente detrás de mí. Rumbo a la cocina, me serví un vaso de jugo de manzana y me lo bebí de un sorbo, contando los momentos hasta que el timbre de la puerta sonara, ¿dónde rayos estaba Melanie? Quince minutos vinieron y fueron duplicados. El ruido en la sala todavía continuaba, pero el quejido estridente fue reemplazado por algo más agotado y resentido, caminé por el pasillo, todavía tratando de hacerme una idea de cómo mi vida estaba amenazando con disolverme. Mantente fuerte, Harry. Entrar en pánico no resolverá nada. Melanie volvería pronto, tomaría al bebé y se iría al norte y nadie sabría nunca ni siquiera que estuvieron aquí. Nadie sabría nada más. Podría continuar con mi vida y ella lo podría hacer con la suya. En alguna parte de mi cincuentenario circuito por la sala, mi teléfono sonó en mi bolsillo. El número era desconocido. -¿Hola? -Harry, soy yo. Melanie. -¿Dónde demonios estás? Dijiste que estarías aquí en quince minutos. Eso fue hace casi una hora.

Silencio. Cálmate, Harry. Me forcé a respirar profundo. -Mel, ¿dónde estás? -Lo siento mucho. -Y Melanie sonaba genuinamente alterada. -Bueno, mientras te encuentres de camino ahora. -No lo estoy. ¿Qué...? -¿Perdón? -No estoy de camino. -Bueno ¿cuánto tiempo tardarás en volver entonces? -Harry, no volveré. -¿Ah? -No puedo hacerle frente, Harry. He tratado y tratado pero no puedo. Necesito algo de tiempo para poner mis pensamientos en orden. Así que supongo que Emma estará mejor contigo, tú eres su papá. Cayendo de un avión sin paracaídas. Cayendo una y otra vez, el suelo yendo hacia arriba para encontrarse conmigo. No puedo pensar en otra forma para describir ese momento. Cayendo duro y fuerte y sabiendo que no había ninguna escapatoria... -Melanie, no puedes hacer esto. No puedo simplemente dejármela a mí porque estás teniendo un mal día. -¿Un mal día? ¿Crees que eso es todo esto? -Mira, sólo vuelve y podemos hablar acerca de eso, -dije, todavía tratando desesperadamente de mantener la calma. -¿Crees que quiero hacer esto? -El constante de sonido de mocos siendo sorbidos en las palabras de Mel me decía que si ella no estaba ya llorando, estaba muy cerca de ello-. Detesto dejar a Emma, pero no tengo opción. -¿De qué estás hablando? Tienes una opción. Es tu hija. -Ella también es tu hija. -Pero eres su mamá. -Y tú eres su papá, -replicó Melanie-. ¿Qué sé acerca de la educación de un niño? No es como si mi papá se hubiera preocupado lo suficiente de mí o de mi hermana para quedarse y mi mamá tuvo dos trabajos sólo para poner comida en la mesa. Yo sola me levanté, Harry. No sé cómo levantar a nadie más y yo...Yo amo a Emma demasiado como para arruinar su vida. -Melanie, no puedes dejarla acá. -Tengo que hacerlo, Harry. Si se queda conmigo, me temo que...

-¿Temes qué? Melanie no contestaba. -Contéstame. ¿Temes qué? -grité. -Lo que podría suceder... lo que podría hacer... -La voz de Melanie estaba apenas encima de un susurro ahora. -No entiendo... -Harry, amo a nuestra hija, lo hago, moriría por ella, pero no tengo una vida. Emma y yo vivimos en el piso de mía del tamaño de un armario debajo de las escaleras con ninguna posibilidad de conseguir algo mejor. Renuncié a mi vida, a mis amigos, a mis sueños por Emma, y a veces cuando sólo somos ella y yo, y ella no deja de llorar... A veces los pensamientos en mi mente me asustan. Las cosas que hago... Las cosas que quiero hacer me asustan. Emma merece estar con alguien que pueda cuidar de ella apropiadamente. Oh mi Dios... -Ese no soy yo, -protesté, apenas entendiendo lo que Mel estaba diciendo-. No sé ni la primera cosa acerca de bebés. -Tal vez no, pero aprenderás. Siempre tuviste más paciencia que yo. Y tienes a tu papá, a tu mamá, a tu hermano, una casa grande, y a tus amigos. Tenía que estar bromeando. -Mel, no hagas esto... -Lo siento, Harry. Me iré ahora, hacia al norte por un tiempo. Sacudí mi cabeza frenéticamente. -Melanie, por favor. No puedes. No puedes simplemente irte... -Lo siento, Harry. Dile a Emma...dile que la amo. -Melanie... Pero ella colgó. Inmediatamente traté de llamarla otra vez pero su número estaba bloqueado. Miré a mi teléfono, incapaz y reacio a creer en lo que había sucedido. Me tomó unos pocos momentos darme cuenta de que estaba temblando, realmente temblando. ¿Era esto alguna clase de broma enfermiza? El doloroso, constante retorcijón de mi estómago me dijo otra cosa. Desechada. Melanie había abandonado a su bebé conmigo y dónde estaba ahora, solo Dios lo sabía. Ella estaba libre y tranquila. ¿Y yo? A mí me habían dejado con una niña que supuestamente era mía. Bueno, diablos, no. Yo estaría en la universidad en menos de un mes y no había modo de que dejara que Melanie y un bebé arruinaran mis planes, sin mencionar mi vida. De ninguna forma.

Emma [H.S]Where stories live. Discover now