Veintisiete

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Adam

Me giré hacia la izquierda, me volví hacia la derecha, me tendí de espalda, me di una vuelta para acostarme sobre mi estómago. Cogí mi almohada y enterré mi cabeza en ella. No estaba bien, todavía podía escuchar los gemidos de Emma. A este ritmo, cuando fuera de día, las bolsas debajo de mis ojos serían del tamaño de las maletas para las vacaciones. No podía soportarlo más. Saltando fuera de la cama, me dirigí a la puerta siguiente, al cuarto de Harry. Quiero decir, ¿qué estaba haciendo? ¿Solo dejándola llorar en su cuna? Sin molestarme por tocar, abrí la puerta de su cuarto. Harry estaba sosteniendo a Emma y paseándose de un lado a otro. ―¿Por cuánto tiempo seguirá esto entonces? ―le pregunté. La mirada atónita de Harry se transformó rápidamente en una mirada resplandeciente de sangre helada. ―¿Me estás tomando el pelo? ―me preguntó con su voz entrecortada y staccato. Hice una mueca empezando a pensar que quizás me precipité un poco. ―Bueno lo siento, pero ¿cómo supone que pueda dormir con todo este ruido? ―¿Y cómo se supone que te vas a volver a sentar alguna vez más si termino pateándote el culo? ―preguntó Harry. Su expresión me dijo lo que las palabras no podían, que estaba a solo nanosegundos de cumplir su amenaza. ―¿Quieres un poco ayuda? ―me ofrecí en forma de disculpa. ―Haz que pare de llorar y te daré lo que quieras ―dijo Harry. ―Luces completamente agotado ―le dije. ―Trata de andar de un lado para otro con una bebé llorando por dos horas y veremos cómo terminas al final de eso ―espetó Harry. ―Quizás la sostienes de la forma equivocada ―sugerí. No tenía ni la menor idea de lo que estaba hablando, pero sonaba razonable. ―¿Por qué no vienes aquí y me enseñas cómo se debería de hacer? ―dijo Harry. ―Porque el señor Brigeman solo crío a un hijo estúpido, no a dos ―le dije Sólo salí de la habitación justamente antes de que su almohada me golpeara en la cabeza. Sin embargo, Harry rió de último. El llanto de Emma me mantuvo despierto por al menos otra hora. Para cuando la casa estuvo en silencio, yo estaba mucho más que cansado. Medio despierto, medio dormido, me prometí que la próxima vez, al pasar por una farmacia, estallaría en la compra de una docena de cajas de condones para Harry. A pesar de que era algo así como bloquear la puerta del establo con la yegua adentro después de haber sido bien y verdaderamente fecundada.

Emma [H.S]Where stories live. Discover now