Treinta Y Nueve

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Harry

Dos días después, cuando papá, Emma y yo llegamos a la sala de post-operatorio a ver a mi hermano, su cama estaba vacía… Papá corrió hacia la estación de enfermeras, mientras yo corrí empujando a Emma en su cochecito estrechamente detrás de él. ―¿Dónde está mi hijo? ¿Adam? ―Papá exigió a dos  enfermeros en la estación. Uno de ellos era un chico de color terminando sus veinte, o a principios de los treinta, la otra era una mujer de mediana edad con arrugas en la frente y el pelo rojo cogido en una cola de caballo alta. ―¡Oh, señor ¡Styles! Lo siento. Quiero decir, iba a alcanzarlo antes de que usted llegara a su cama ―dijo la pelirroja―. ¿Quiere venir conmigo, por favor? ―¿Dónde está mi hijo? ―preguntó papá de nuevo, con la voz como un ronco susurro. Adam… Todo mi cuerpo se heló de repente. Tanto, que mi sangre al instante se congeló en mi interior. No pienses. . . No asumas lo peor. . . La enfermera nos condujo a una pequeña sala de espera, haciéndonos entrar primero antes de cerrar la puerta silenciosamente detrás de nosotros. ―Señor Styles, hemos tenido que llevar a Adam de regreso al quirófano ―dijo ella―. Una tomografía computarizada reveló una fractura del hueso temporal con un hematoma subdural crónico subyacente. Ha sido llevado de vuelta al quirófano para drenar el hematoma. Papá se desplomó en la silla más cercana. ―Oh, Dios mío. ―No estamos seguros de que la fractura temporal fuera parte del resultado de los recientes ataques. ¿Se ha estado quejando Adam de dolores de cabeza recientemente?

―Bueno, sí ―Papá se quedó pensativo―. Y sus dolores de cabeza empezaron a hacerse tan graves que lo lleve a ver a nuestro médico de cabecera hace unas semanas atrás. Todavía estamos esperando que nos den una cita para su examen. ―Ah― dijo la enfermera―. ¿Sufrió algún tipo de lesión o golpe en la cabeza que podría haber causado las jaquecas? Papá me miro ―Dijiste que él estaba jugando un partido de fútbol americano cuando el balón le golpeó en la cabeza, pero yo no veo cómo un balón de fútbol… ―Papá, no fue un partido de fútbol ―le interrumpí, horrorizado―. Fue un partido de cricket. ―¿Qué? ―Papá me miró fijamente―. Pero Adam dijo que cabeceó el balón cuando debería haberse agachado. . . Oh, Dios mío. . . Pensé que estaba hablando de una pelota de fútbol. Si hubiese sabido que estaba hablando de una pelota de cricket, lo hubiera enviado directamente al hospital, sin importar lo mucho que protestara. ―Lo siento, pensé que lo sabías ―le dije. Pero la verdad es que no pensé mucho al respecto en ese momento, o en cualquier momento. ―Bueno, eso explica muchas cosas ―dijo la enfermera. ―Pero por suerte para su hijo, mucha suerte, estaba en el lugar correcto en el momento adecuado para conseguir que lo asistieran inmediatamente. ―¿Por qué? ¿Qué pasó? ―Pregunté―. ¿Se desmayó o algo así? La enfermera me sonrió. ―El punto es que estábamos allí,  disponibles para llevarlo directamente al quirófano. A este hecho es al que te tienes que aferrar. ―¿Sobrevivirá? ―No pude resistir preguntar. ―No digas eso, Harry. Claro que sobrevivirá ―Papá respondió de manera exaltada. ―Drenar un hematoma subdural es de hecho un proceso bastante sencillo y directo ―dijo la enfermera―. No se preocupen, Adam está en muy buenas manos. Si quieren esperar aquí, les prometo que en el momento en que tengamos más noticias les haré saber. ―Gracias ―dijo papá. Me senté al lado de papá, meciendo lentamente a Emma de atrás hacia adelante en su cochecito. Después de diez minutos, Emma empezó a agitarse para salir. Desabroché su cinturón y la senté en mi rodilla. Aún estaba sin poder dormir.

―Papá ¿te importaría sostenerla por un segundo? ―Le entregué a Emma, y hurgué en la pañalera que estaba colgando de los manubrios del cochecito. ―¿Quieres esto, Emma? ―alcé  su osito de peluche―. ¿O tu libro? ―Alcé su libro de figuras favorito con las esquinas mascadas. Emma alzó su mano hacia su osito. Puse el libro en la bolsa y senté a Emma de vuelta en mis piernas antes de entregarle su peluche. El único sonido en la habitación después de eso y durante un buen rato, fue Emma parloteándole a su osito en lenguaje de bebé. Inconscientemente yo le peinaba el cabello. ―Papá, ¿crees que todo esto se le hará saber a Verónica y a Servicios Sociales? ―Hice la pregunta que me había estado consumiendo estos últimos días. ―¿Quieres decir sobre Adam recibiendo una paliza? ―Papá frunció el ceño. ―No, ¿lo de que estuve involucrado en una pelea callejera? ―No veo cómo o por qué. E incluso si sucede, ¿qué importa? Fuiste emboscado y tu hermano es la víctima aquí. Tú no fuiste el instigador. ―¿Crees que ella lo verá de esa forma? ―Harry, deja de preocuparte por Verónica ―dijo papá, mirándome directamente a los ojos―. Emma no se va a ir a ningún lado, te lo prometo. ¿Está bien? ―Está bien, papá. Nos sentamos a ver a Emma por un rato. La alcé y le di un beso en la mejilla, antes de recostar mi cabeza junto a la de ella. ―Harry, quiero que sepas algo. Cuando volteé hacia papá, instintivamente supe que me había estado viendo. ―¿Sí, papá? ―Quiero que sepas lo orgulloso que estoy de ti ―dijo papá. ¿Ah? Pestañé como una lámpara dañada hacía él. ―No creo que te lo haya dicho, pero lo estoy. Estoy orgulloso de como te aplicaste y te fue tan bien con tus exámenes. Y estoy orgulloso de la forma en que te has convertido en un verdadero padre para Emma. No supe verdaderamente que decir. Esta era la primera vez. ―Gracias, papá ―dije silenciosamente. ―Y quiero que sepas algo más. ―¿Sí? ―Te quiero, hijo. Mucho.

Papá estaba mirando derecho, no hacia mí, pero no dudé ni un segundo de la sinceridad de sus palabras. Nunca me había dicho eso antes, pero de la misma manera, yo nunca le había dicho esas palabras tampoco. Creo que papá y yo somos parecidos después de todo. Tragué profundo. ―Yo…Yo también te quiero, papá.

Emma [H.S]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu