Ingrato

830 102 14
                                    

Capítulo 7
Ingrato

Eric

Me despierto temprano gracias a mi reloj biológico. Faltan cinco minutos para las seis y salgo de casa, listo para mi rutina de ejercicio en la playa. Correr por la orilla de punta a punta y terminar nadando, ida y vuelta hasta la boya cinco veces. Para mi sorpresa, cuando salgo del mar, completamente empapado y listo para regresar a casa, una cara bonita me espera sentada sobre una colorida manta y, a su lado, una canasta.

Realmente llego a pensar que se trata de mi imaginación, pero cuando estoy a su lado, su sonrisa y el peculiar brillo que posee me permiten entender que no es así.

—¿Qué haces aquí? —cuestiono desorientado.

—En la primera cita comentaste que esto es algo que haces todos los lunes, miércoles y viernes sin falta. Me arriesgué a ver si era cierto y te traje desayuno —confiesa, encogiéndose de hombros—. Sólo intento usar el comodín "sin interrupciones" a una hora en la que realmente logres cumplirlo, porque si no fuera así, entonces me alejo de ti para siempre y, sinceramente, no tengo ganas de hacerlo.

Río un poco, incrédulo ante la locura que acaba de cometer, pero le agradezco porque tengo hambre y esos baguettes huelen delicioso. Me seco con la toalla y cubro mi desnudo pecho con la sudadera blanca que llevo, sentándome a su lado.

—Lo siento —suelto cuando mi short moja su tendido.

—Tranquilo, es de mi hermana.

No me sorprende.

—Y bien, ¿en qué nos quedamos ayer? —cuestiono antes de dar mi primer bocado.

—Oh, para tu suerte, me acuerdo perfectamente —suelta con emoción—. ¿Qué es lo bueno de que seas adicto al trabajo?

—¿Acaso no recuerdas qué es lo que hago para vivir? —pregunto incrédulo.

—No me respondas con otra pregunta —exije.

—Ayudo a las personas, mujer. Que esté activo 24/7 salva vidas. Esa es la parte buena.

—¿Y dónde queda tu vida?

—Yo vivo gracias a eso, ¿no crees que es lo importante?

—Si es así, lo es —suelta sin más opción.

—Tiene muy buen sabor, ¿tú los preparaste? —pregunto señalándo el baguette.

—No. Sinceramente, yo no cocino. Pasé a comprarlos a mi restaurante favorito.

Muevo mi cabeza de arriba hacia abajo mientras absorbo la información que me da.

Ella continúa poco después, acabando con el corto silencio que se creó.

—Quería comentarte algo. —Pongo atención, curioso ante lo que dirá, o más bien, con qué saldrá, pues he aprendido a esperar cualquier cosa de ella—. El sábado hay un evento en las brisas...

Oh.

Creo entender perfectamente a qué se refiere.

—¿Por qué sigues asistiendo a lugares en los que no te sientes y tampoco te hacen sentir cómoda? No tienes que demostrar nada, Mara.

—Pero quiero callarles la boca. No permitiré que Mara Cano se vea débil —habla de sí misma—. Tampoco me dejaré vencer. No caeré en sus chantajes emocionales porque Tere y yo necesitamos de esos eventos para seguir creciendo. No me importa que las personas basura que fingían ser mis amistades, lo sean más.

—¿Y no podrían conseguir eventos a los que no vayan ellos?

—No podemos conseguir eventos de ese nivel sin ellos presente.

El oficial de mis sueñosWhere stories live. Discover now