Escape mágico

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Capítulo 41

Escape mágico

Eric

El largo viaje en carretera llega a su fin e Izán baja de la camioneta ansioso, pues ha extrañado su apestosa cama con una fuerza inhumana. Mi madre y Humberto se estacionan detrás de nosotros y entramos todos juntos a esa vieja casa en la que miles de recuerdos vivirán por siempre, sin importar cuánto tiempo pase o quiénes sigan aquí. Es por eso que he decidido venir y pasar los cuatro días restantes que me han obsequiado en el trabajo a causa de la pérdida de mi padre. Necesito un respiro. Necesito aclarar la mente. Necesito saber qué es lo que sigue porque, justo ahora, siento que mi vida es una ruina en la que nada está bien y eso me conflictua grotescamente.

Pego un fuerte suspiro en cuanto cruzo el viejo marco de madera. Mi madre pasa a mi lado y no pierde la oportunidad de acariciar mi brazo. Su mirada repleta de tristeza se detiene sobre mí y no me gusta.

Nunca me ha gustado que las personas sientan lástima por mí.

Me molesta.

—La vida tiene formas misteriosas de actuar. Nos fortalece y nos hace entender cuál es el verdadero camino que debemos seguir para disfrutar de ella, porque el viaje es muy corto y por eso hay que aprovecharlo, Eric.

—¿Cuál es el verdadero camino? —cuestiono, mirándole de reojo.

—Cada quién tiene el suyo.

—¿Cuál fue el tuyo?

—Quedarme aquí.

No digo nada, avanzo con mi pequeña maleta hasta llegar a la vieja habitación que solía pertenecerme. Me pierdo algunos minutos observando por la ventana hacia el jardín trasero de nuestro hogar, y es de esa forma que los recuerdos me bombardean como si una metralleta me disparara... los dejo ser. Permito que mi mente reproduzca cada uno de ellos, porque es lo menos que puedo hacer con las personas que ya no están: mantenerlos vivos en mis recuerdos y apreciar cada una de las cosas que hicieron, porque todo eso contribuyó a lo que soy ahora y estoy tranquilo por esa parte.

Me gusta quién soy, a pesar de que en ocasiones me vuelvo un desastre.

—Eric, cariño, Julisma ha venido a verte.

Le miro con asombro, recordando a la chica con alegría. Me hace feliz saber que está aquí, así que camino pronto junto a mi madre para encontrarme con ella. Las escaleras terminan y veo su china cabellera, esa que antes le causaba inseguridad, pero ahora luce bastante rebelde. Sonrío al instante, de una forma en la que hace mucho no lo hacía.

—Juls—pronuncio ya con los brazos abiertos y ella se acerca a mí, donde la sostengo con fuerza—. Qué felicidad verte de nuevo.

—Por Dios, Eric ... —se aleja un poco, observándome de pies a cabeza tan emocionada como yo—. Sólo mírate... —Pero su felicidad se apaga de repente y me mira con melancolía—. Estoy de vacaciones en el valle, supe lo de tu padre y cuando me enteré de que estarías aquí, yo... yo sólo tenía que venir a verte. No sabes cuánto lo lamento —dice, acogiéndome una vez más entre sus brazos.

—Gracias.

No digo más, no respecto a esto.

Le invito un trago y ambos salimos de casa, dirigiéndonos al único bar del lugar. Necesito distraerme y ella es la persona indicada para hacerlo. Charlas, alcohol y un garantizado buen humor, sé que eso me depara el destino a su lado.

—¿Cómo has estado? ¿Cómo te ha ido? Ni siquiera tienes Facebook para mantenerme al tanto de ti.

Sonrío.

El oficial de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora