Happy Cumpleaños

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Capítulo 12
Happy Cumpleaños

Mara

Hoy es mi cumpleaños.

Hace un año, quería gritarlo a los cuatro vientos, hacer una fiesta increíble y tirar la casa por la ventana; compartir cada momento en las redes sociales y mostrarme como una Diosa. Esta vez, no quiero nada de eso. Quiero mantenerlo en silencio, guardar el momento para mí y las personas que amo y me aman de vuelta. Tengo ganas de apagar una simple vela en el pastel mal hecho por mi hermana y pedir un humilde deseo. Se me antoja ir a cenar a los tacos de Don Roberto con el hombre de mis sueños y no pido más que eso para disfrutar cada segundo de las 24 horas en las que me puedo autoproclamar la reina.

—¿Ya le dijiste a Eric que le diste una vuelta más al sol? —pregunta Yara, quien me ha molestado desde hace una semana con lo mismo.

—Aún no necesita saberlo. Iremos a cenar a los deliciosos tacos de Don Roberto y después vendremos a partir el pastel que Tere está haciendo, es cuando se enterará.

—Si yo fuera él, me molestaría genuinamente por eso —se incluye mi hermana.

—No entiendo por qué no aceptaste mi ida al pueblo mágico. Hubiese sido un excelente cumpleaños —comenta Yara, ayudando a preparar el betún morado del bizcocho; mi color favorito.

Tere ríe al fondo.

—¿Y perderse una noche de sexo con su galán? ¿Estás loca?

—Ustedes sólo hablan de sexo, malditas enfermas —reclamo.

—Tú eres la que lo practica, querida—bombardea Tere y, sinceramente, no puedo decir que no es de esa manera porque sería una mentirosa boca suelta.

—Opino que ya te arregles para ir a tu cita romántica en el puesto de tacos.

Me levanto sonriente y tomo el consejo, pues eso sí que me emociona.

Dan las diez de la noche y es hora de ir con Don Roberto. Manejé una cita doble en la invitación, así que Tere y Yara nos acompañan. Afortunadamente, se han hallado de maravilla con Eric y no puedo pedir más. Como dije, mis personas favoritas junto a mí para terminar con broche de oro el día de mi cumpleaños.

Soy feliz.

—Tu galán ya se demoró. Por favor, dime que no le volvieron a masacrar el hombro —suelta Tere cuando han pasado 10 minutos de la hora dicha y él no llega.

—Acaba de salir del trabajo, dale tiempo —defiendo pronto.

—Mejor hablemos de lo deli que será...

Pero Yarazet no logra terminar su idea, pues el fuerte sonido de un mariachi retumba gratamente en el lugar, y los hombres vestidos de charro se roban los reflectores. Les miro con una gran sonrisa y me propongo a gozar de su actuación, pues siempre lo he disfrutado mucho. Aunque, algo llama mi atención cuando la melodía se transforma en el tradicional canto de las mañanitas. No puede ser una coincidencia, mucho menos en un lugar en el que no hay tanta gente. Alzo mi cabeza como zarigüeya para buscar una explicación, pero empieza a cobrar sentido porque están acercándose a nosotros.

Creo que sí es para mí.

Los músicos abren espacio sin dejar de tocar y, desde el centro, el hombre más guapo de esta tierra atraviesa el recorrido que lo acerca a mí, con globos de helio color morado volando sobre él y sosteniendo un hermoso ramo de tulipanes que le hacen un juego perfecto.

Mis manos cubren mi boca, escondiendo una apenada pero agradecida sonrisa debajo. No dudo en levantarme para encontrarnos en un precioso abrazo mientras la música en vivo continúa de fondo, embelleciendo la escena que protagonizamos.

El oficial de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora