Capítulo Cinco

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A pesar de haberme alimentado en la noche aún mi garganta quemaba y tenía apetito; aunque no tan fuerte como al inicio. Julio salió hace un par de horas con el cadáver, a petición mía lo dejaría en un lugar visible para qué lo encontrarán rápido. También sabía que le cortaría el cuello para disimular los orificios de mis dientes.

Me dejó encerrada en mi habitación, con la estricta indicación de que esperara allí hasta que él llegara. Estoy realmente fastidiada y con miles de inquietudes e interrogantes en mi cabeza. No sé cuánto tiempo ha pasado desde aquella noche en que me atacaron esos malditos bastardos

Quizás ya mis padres regresaron de su viaje y no saben nada de mí, deben estar angustiados, pensando en que desaparecí o peor aún... Creyendo que estoy muerta, cosa que no era del todo errado, aunque tampoco estaba muerta. No sé cómo denominar mi nuevo estado, mi corazón ya no latía pero aun así estaba con vida.

«Quizás... Quizás pueda volver a casa, con mis padres» me digo mentalmente. Aunque es lo que más quiero, sé que no puedo volver. Han ocurrido demasiados cambios físicos y psicológicos que no puedo ocultar a mis padres.

Lo único que podría explicar era mi inusual cabello largo, podía decirles que eran extensiones; pero ¿qué podía decir para justificar lo nariz finamente perfilada o el ligero aumento de busto y los demás rasgos físicos que solo podían ser alterados por medio de una operación? Cosas que no podía costearme.

Bueno eso era lo de menos, ni siquiera sé si podré tener una vida normal. Antes de volver a salir al mundo exterior debo aprender las normas que nos regían y sobre todo controlar mis nuevos poderes, o por lo menos los básicos.

Me aburro estando aquí sin hacer nada, así que se me ocurrió una idea para entretenerme: comprobar los mitos más comunes en las leyendas más famosas de los vampiros.

—Bien, el primer mito que comprobaré será lo del espejo.

Recuerdo que se solía decir que los vampiros, por ser no muertos, no podían reflejarse en ningún lado. Siempre me pareció absurdo, ya que se trataba de un cuerpo físico tangible después de todo, no de un fantasma.

—Bien, aquí vamos.

Lentamente me acerqué al peinador que estaba pegado a la pared. La luz la dejé apagada y aún no controlaba el enfoque de mi vista, por lo que al inicio, fue difícil distinguir bien lo que reflejaba. Pero, efectivamente, a medida que me acercaba veía mi reflejo de vuelta en el espejo.

—Entonces primer mito desechado.

Si podía verme. De hecho, gracias a mi nueva visión podía verme a una definición jamás soñada por ningún mortal. Mientras observaba mi reflejo; al fijarme en un punto específico de mi rostro, mis ojos enfocaron esa zona como si la viese con una lupa. Esto me asustó al inicio, pues poder contemplar las cosas de esa manera tan focal era nuevo para mí. Luego de practicar un poco pude controlarlo perfectamente.

—Vamos por la siguiente... La cruz.

Fue muy fácil de descartar, ya que tenía una pequeña cadena de oro con una cruz llena de diminutos diamantes incrustados. Había sido un regalo de mis padres por la primera comunión, me alegró saber que aún la tenía y que no la había perdido.

—Hora de probar con algo más difícil... El sol —Me dije en voz alta-, siempre que no brille como bola disco todo bien.

Estaba a punto de averiguarlo, pues vi a través de la ventana que empezaba a aclarar. Asustada de morir ardiendo en llamas, como en las películas de vampiros, cerré rápido las cortinas para que no entrará ni un solo rayo del sol.

Caminaba de un lado a otro, esperando nerviosa a que hubiera suficiente luz de sol luego de unas tres horas abrí una ligera brecha de la cortina, lo suficiente para que pasara un pequeño rayo de sol. Veía el rayito de luz aún temerosa de lo que pudiera pasar, me armé de valor y permití que aquella luz tocará mi muñeca.

No pude evitar sonreír al ver que no pasaba nada, abrí la cortina de par en par y ante la repentina claridad, por un momento pensé que quedaría ciega. Luego de unos segundo me acostumbre visualmente a la luz y pude observar todo con mayor nitidez.

No me queme con el sol, pero si sentí un pequeño e inusual cansancio; aunque podía tolerarlo. Lo demás, tendría que esperar a que llegara mi maestro para saber si era real o no. Pues no contaba con ajo ni agua bendita y de poder trasformarme en algo no sabía cómo hacerlo.

Sabía que mis órganos seguían funcionando, sentí como se reactivaron en el preciso instante en que bebí la sangre de mi víctima, lo cual me hacía intuir que necesitaría beber constantemente cosa que detestaba.

No pude evitar analizar todo esto y aunque deseaba cobrar venganza sobre mis agresores, la realidad es que no quería matar a ningún inocente y esa idea me helaba la sangre. Lo había decidido, una vez que completará mi cometido le pediría a Julio acabar con mi vida.

—Papá... Mamá —Suspiré, aun cuando había buscado la manera de distraerme, no paraba de pensar en ellos.

De repente una idea cruzó por mi mente como un rayo. La noche en que me atacaron yo cargaba mi pequeña cartera de mano, quizás Julio también lo había traído. Me separé de la ventana y comencé a buscar con la vista.

Todo estaba muy ordenado. Me acerque a la mesita negra que estaba a un lado de la cama. Encima de ella solo estaba una lámpara apagada, por lo que decidí abrir la gaveta y solo encontré algunos papeles. En una hoja pude ver un nombre escrito, pero no le preste atención.

Cerré y continúe buscando, hasta que finalmente di con ella, estaba en una de las gavetas de la peinadora. Vi la cartera de mano en mis manos, estaba manchada con mi sangre seca. Roce mis dedos por su superficie y ya no se sentía tan suave como al inicio.

Tomé la solapa con mis dedos y escuché un "clac" cuando el seguro cedió, permitiéndome acceder a su contenido. Saqué el teléfono inteligente y vi que la pantalla estaba astillada en una esquina.

—Hay no... Hay no —Lo tomé entre mis manos y dejé caer la cartera, desparramando el poco contenido que tenía en el suelo. —Que aún sirva... vamos, vamos...

Esa noche lo había apagado, por lo que tenía la leve esperanza que aún conservara un poco de la carga. Presioné el botón de encendido y para mi alegría ¡funcionó!

La pequeña melodía y el inicio de pantalla jamás me habían emocionado tanto, bueno, quizás cuando lo tuve por primera vez en mis manos. Luego de que el aparato cargara toda la información coloque el patrón de desbloqueo e ingrese a todo mi contenido.

Lo primero que hice fue fijarme en la fecha, al parecer habían pasado tres días desde aquella noche. Un montón de mensajes y llamadas perdidas comenzaron a llegar, haciéndome imposible buscar cualquier otra cosa.

Finalmente, el aparato dejó de recibir mensajes. Abrí WhatsApp y lo primero que vi fue el pequeño grupo que había creado con mi familia, tenía más de 100 mensajes en ese grupo. Un nudo se me formó al pensar la angustia que debían sentir al no saber nada de mí, puesto que al día siguiente ellos llegaban de su viaje.

Abrí el grupo y no tuve valor para ver todo, solo pude poner a reproducir el último mensaje. Que era de mi papá. Nerviosa, di clic sobre el mensaje y este se empezó a reproducir:

"Hija, por favor... Aparece —decía sollozando—, estamos demasiado angustiados por no saber nada de ti. Te hemos buscado por todos lados, gracias a Dios no te hemos encontrado en... En esos lugares yo... Solo, solo dinos que estás bien."

Un nudo se me formó en la garganta, amenazando con las lágrimas que se querían empezar a agolpar en mis ojos. Por un instante consideré dejar a un lado mi venganza e irme con ellos, pero una vez más mi corazón se endureció al recordar todo lo sucedido.

No podía volver, no hasta cumplir mi venganza. Di clic en el icono de mensaje de voz, por lo menos les haría saber que aún estaba viva.

"Papá, mamá... Lo siento por haberme ido sin decir nada. Recibí una oferta de trabajo muy bueno que no pude rechazar. No sé preocupen estoy bien, apenas pueda les llamo... Los amo."

Recogí las cosas junto a la cartera, apague el teléfono nuevamente y lo volví a guardar. Aún no estaba lista para regresar, ellos tenían que pagar.

VICTORIA  amor&sangre (TERMINADA) Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum