Capítulo Dos

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Una vez más, desperté agitada y asustada. Perlas de sudor recorren mi cuerpo, haciendo que la ropa se pegue a mi piel. Las pesadillas habían inundado mi mente, impidiendome conciliar el sueño. Aproveche la oportunidad para darme una ducha y cambiarme.

Secaba mi cabello cuando vi el reloj de pared. Aún era de madrugada, a duras penas habían pasado un par de horas desde mi llegada; por lo que decidí hacerme una infusión de manzanilla caliente con algo de leche y miel para intentar relajarme.

Luego de tomar el té, volví a la cama y me acurruque en ella. Enfoque la mirada a un punto neutro de la pared tratando de conciliar el sueño. Realmente odiaba estar sola y no tener el consuelo de nadie y en esa situación era peor. Pero, en sueños fue distinto.

Apareció él, confortándome en silencio. Nunca pude distinguir su rostro; aunque eso no importaba. Me era suficiente con que me abrazara en ese momento, haciéndome sentir querida y protegida. Algo en mi interior me decía que él era el responsable de que ese hombre no me encontrara a pesar de tenerme al frente y lo agradecí en el alma.

Aunque al principio me costara conciliar el sueño, pude lograrlo después de que mi misterioso protector apareciera. A pesar de saber que era de día, por la claridad que entraba por la ventana, no quise levantarme. Cubrí mi rostro con las sábanas y me volví a acurrucar en la cama.

Está vez tuve pesadillas recurrentes, donde ese hombre me atacaba de mil formas diferentes, en todas ellas lograba su cometido y despertaba justo en el instante en que me apuñaleaba. Por ello, decidí renunciar a la cama y me levanté.

Volví a ver el reloj y esto me sirvió para percatarme que por lo menos había dormido cuatro horas. Escuché mi estómago rugir y recordé que lo único que había probado mi estómago desde el día anterior era la infusión de manzanilla con miel y leche.

Me preparé un tazón de cereal clásico con trozos de bananas y fresas fresca. No tenía ánimo de hacer nada más, por lo que di gracias de que se tratase de mi día libre.

Tomé un pequeño libro que había estado leyendo y aunque solía ser una ávida lectora, no pude seguir leyendo debido a la baja de energía que tenía. Fue un día verdaderamente aburrido.

No le dije a mis padres lo ocurrido, creo que lo mejor fue no hacerlo para no preocuparlos y así disfrutarán mejor el viaje. Después de todo se lo merecían.

No pude evitar pensar en lo sucedido y más que nunca estaba decidida a hablar sobre el accidente del transporte con Víctor: el gerente. Si el chofer me hubiera dejado en la puerta de mi hogar, nada de eso habría pasado. Pondría un ultimátum: me dejaban en mi casa o simplemente no volvería a quedarme redoblando turnos hasta el cierre.

Luego de comer, ducharme, asear la casa y poner a funcionar la lavadora. Decidí descansar un rato mientras aquella máquina hacía lo suyo. Caí profundamente dormida y allí estaba él de nuevo.

Nunca supe distinguir si era real o solo era producto de mi imaginación. Pero, ¡caray! ¡Qué creatividad la mía! Todo se sentía tan real... su tacto, sus besos e inclusive la sensación de su aliento en mi cuello.

Siempre iniciaba de la misma forma. Quizás buscaba como hacerme sentir que era él y de ese modo no me asustara. Tenía una manera muy dulce de tratarme y llevarme al cielo, que nunca había experimentado con nadie más. No hablaba; aunque jamás hizo falta mediar palabra alguna para saber exactamente lo que quería o sentía.

Al entreabrir mis ojos lo vi. Su cuerpo perfectamente esculpido subía sobre mí, envolviéndome de manera protectora. Era delicado al atrapar mi boca en la suya con un largo y excitante beso.

Deseaba explorar y saborear sus labios con un famélico desespero. Disfrutaba deleitarme con su exquisito sabor. Rompí brevemente la unión de nuestros labios para recuperar un poco el aliento, pero no tarde en regresarle él besó.

VICTORIA  amor&sangre (TERMINADA) Où les histoires vivent. Découvrez maintenant