Capítulo Ocho

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Volvimos al coche y está vez condujo hasta un club nocturno muy popular. Lo conozco perfectamente, he venido un par de veces con Sofía. No hacemos la cola que hay en la entrada y pasamos sin ningún tipo de problemas. 

Mientras estábamos en el auto decidimos tomar distancia uno del otro para que no pensaran que estamos juntos, de ese modo será más fácil conseguir alimento pero aun así sé que mi amante me vigila muy cerca, siempre atento a cada movimiento que doy. 

Disfruto el momento al máximo, yo soy el centro de atención de todos aquellos hombres, emitía una fuerte atracción sexual en ellos y eso era excitante. 

Mis movimientos al caminar para abrirme paso a la pista de baile eran llenos de gracia y sensualidad, incluso vi a muchas de ellas viéndome; algunas con envidia y otras ardiendo en deseo. 

Ya en el medio, comienzo a bailar sola al ritmo de two feet - go f*ck you, las luces blancas parpadeaban haciendo mis ver mis movimientos de manera pausada. 

Mientras muevo mis caderas de manera sensual, paseo mis manos por mi cuerpo sutilmente y a su vez sondeo a todas aquellas personas para escoger a mi próximo alimento. 

Es una tortura estar en medio de todos ellos, sus aromas se entremezclan entre sí y sus corazones ofrecen una dulce y apetitosa melodía que hace que mi garganta arda. 

Aunque tengo ganas de lanzarme hacia ellos y probarlos a todos y cada uno, de catarlos como si fueran vinos especiales de diferentes mezclas; logró controlarme, todo gracias a que me había alimentado horas atrás. Finalmente me decido. 

Es un chico muy atractivo, sus facciones se me hacen repulsivamente familiares, es muy parecido al tipo que lideraba a los hombres que me habían violado. La ira en mi interior empieza a crecer rápidamente y aunque no era el mismo sujeto, sin duda él, sería mi presa. 

Empiezo mi juego de cacería. Rondo al muchacho como un tigre acechando a su presa, mi mente conecta con la suya por instantes; justo cuando cruzó intencionalmente mi mirada con la de él. Le transmito imágenes sexuales donde él es mi co-protagonista. 

Indago en su interior buscando su nombre hasta que finalmente lo encuentro. Ya es mío, comienzo a llamarlo dulcemente mientras río de manera sensual, solo él puede escucharme. Supe que me escucha a pesar de la distancia y la música por que no me quita los ojos de encima. 

—Adrián… Adrián —Repito su nombre una y otra vez seductoramente mientras le dedico una sonrisa. —Sígueme. 

Dedico una última mirada directa a sus ojos y empiezo a caminar hacia la salida de urgencia de aquel local. Mientras camino, sigo llamándolo, volteo para ver si todo ha funcionado y en efecto, lo veo seguirme. Ya está muy cerca de mí, me mira de manera lujuriosa. Abro la puerta negra y salgo directo a un callejón oscuro y desierto.

El asfalto está húmedo y la bombilla de un faro alumbra los charcos que hay en él. Un periódico mojado muestra la foto de un joven con un número 1 marcado en su frente, sonrió al reconocer a mi primer alimento. 

Aquel hombre salió segundos después detrás de la puerta, me mira intensamente de arriba abajo y se abalanza directamente hacia mí, buscando mis labios con desesperación y fundiendo los suyos en los míos en un famélico beso. 

Sus dedos recorren toscamente mi cuerpo. Mientras, bajaba sus besos por mi cuello, me toma por mis muslos con sus manos y me carga fácilmente levantando mi blusa y recostándome en la pared. 

Es fácil seguirle el juego, haciéndole creer que lo deseaba sexualmente cuando en realidad lo único que quería era su sangre… hasta la última gota. Justo en el momento en que estaba más excitado baje mis labios con besos llenos de lujuria hasta su cuello y cuando sentí que me penetraba clave mis dientes sin piedad en su garganta. 

Gemí al sentir el cálido elixir rebajar por mi garganta, él sabía distinto, era como tomar un cremoso helado de vainilla con pistachos y kiwi. 

Grito y trato desesperadamente de alejarme de él, pero yo soy más fuerte. No logró ni siquiera moverme un milímetro, cayó al suelo y yo encima de él sin separarme, aún con su pene dentro de mí. 

Los recuerdos de mis agresores me nublan la mente y sigo succionando su sangre; decidida a sorber hasta la última gota. Cuando vuelvo a mis cabales nuevamente, ya era tarde, su cuerpo sin vida yace bajó el mío y un profundo miedo se apodera de mí cuerpo. 

«No puede ser» digo mentalmente mientras veo a sus ojos, buscando algún indicio de vida; pero solo encuentro su mirada sin brillo viendo hacia la nada «lo he matado» me dije al ver que no puedo sentir su corazón. 

—¿Q… Que hice? —Susurro arrepentida al verlo sin vida—. ¿Qué hice? —Las lágrimas comenzaron a rodar por mi mejilla. Julio apareció justo en ese momento. 

—Victoria. 

—Me dijiste que me vigilarías —Reclamo resentida sin voltear a verlo—. Me prometiste que no dejarías que tomará la vida de un inocente —Cierro los ojos del chico y me levanto lentamente. 

—Victoria yo…—Trató de acercarse. 

—¡Prometiste que no me dejarías hacer esto! —Grito mientras de un manotazo alejo su mano, no quiero que me toque. 

Empiezo a llorar frenéticamente. Me siento culpable por lo que había hecho, me siento sucia… un monstruo que no merece existir. Los brazos de Julio rodearon y me abandono en ellos llorando por la pérdida de lo que quedaba en mi humanidad. 

Sin duda, hoy es el peor día de toda mi vida. Hubiera preferido morir aquella noche en que acepte convertirme en esto, pero desgraciadamente ya no hay marcha atrás. 

Pasaron varios días y aún me siento miserable por haber tomado una vida inocente y aquello solo me sirvió para reafirmar mi decisión: morir una vez cumplida mi venganza. 

También haré tomas de alimento diarias para evitar aquel hambriento frenesí, de ese modo quizás logre controlarme mientras bebo su sangre. 

Poco a poco voy dominando el arte de manipular los recuerdos de los mortales, de hacerles sentir placer mientras me alimento de ellos… Mezclando todo aquello con las brumas nocturnas, como si se tratara de un sueño placentero que acaba al alba. 

—Haces bien querida, pronto los verás como lo que son: simples mortales —Dijo mientras acariciaba mi cabello—. Alimento nada más. 

No respondo aquellas frías palabras. Mis sentimientos son ambiguos y me confunden por completo, por un lado disfruto de su compañía y anhelo nuestros encuentros sexuales, es como si lo conociera de toda la vida… Pero Por otro lado lo odio por lo que me hizo, lo culpo del asesinato que cometí. 

Quiero hacerle pagar de algún modo el que no cumpliera su palabra. Por lo que decidí hacer aquello que no me ha permitido hasta el momento: alimentarme mientras copulo con un mortal. 

Nunca nos alimentamos de la misma presa, sin embargo, sé que me mantiene vigilada para evitar que volviera a cometer el mismo error. Esa es la clave para que mi plan tenga éxito. 

VICTORIA  amor&sangre (TERMINADA) Where stories live. Discover now