•|NIGHT|•

8.7K 688 68
                                    

A pesar de su condición, parecía seguir importándole muy poco casi como si nada hubiese sucedido, empató su rostro con el mío y comenzó a acercarse poco a poco a mi.

Tenía miedo, pero estaba luchando por no demostrarlo y provocar un desastre que posiblemente terminaría en algo malo.

— Ven. — Extendió su mano en mi dirección.

Imite su acción y permití que su mano se aferrara suavemente a la mía, tirando de ella invitándome a levantarme de mi lugar y seguirla. Mis pies parecían estar pegados al suelo pues por cada paso que daba, el  levantarlos me era muy difícil por la parálisis del miedo que estaba presentando.

Abrió la puerta del baño, tomó un pedazo de papel para humedecerlo y comenzó a pasarlo por mi rostro con suavidad provocando que casi por arte de magia mi tensión y miedo fuera disminuyendo.

— No temas, no te haré daño — Sonreí avergonzada.— Solo quiero limpiar tu rostro, tiene un poco de sangre —

Y entonces lo recordé. La sangre no era mía, le pertenecía a la chica que había estado conmigo días atrás refugiada en mi departamento, ambas estábamos solas y nos cuidábamos mutuamente hasta que ella comenzó a presenciar los primeros síntomas de la enfermedad con el abundante sangrado de nariz.

Era una completa desconocida y estaba dispuesta a cuidar de ella si lo necesitase, pero el acto que había cometido cuando aún estaba dentro del trance del sangrado me obligó a irme de inmediato de mi departamento sin tan siquiera tomar provisiones. La chica había entrado en pánico, su cuerpo temblaba de miedo y soltaba innumerables horribles sollozos mientras me miraba con súplica con aquel par de ojos desorbitados.

De pronto sus manos buscaron el cristal más cercano y lo fragmentó con tanta necesidad que poco le importó que sus manos se desgarraran en el acto, tomó un pedazo puntiagudo y sin más lo clavo en su propio cuello. Grité, claro que lo hice e inclusive estuve el borde del llanto cuando sentí el líquido tibio que resbalaba por mis mejillas y manchaba mi ropa dejándome en un shock del que no podía salir ya que jamás en mi vida había imaginado que sería testigo de un suicidio.

— Ya terminé. — Anunció la mujer y me permitió salir.

— Muchas gracias . — Cerré la puerta detrás de mi para darle privacidad.

No termine de poner los dos pies en el piso cuando el pequeño niño de cabellos lacios me tomó delicadamente de la mano y me llevó a un costado de Hyun Su pidiéndome que me sentara.

— ¿Vienes de otro lado?. — Ladeó su cabeza y me examinó.

— Si. Yo vivía en otro país. — Asintió con un poco de confusión. — ¿Cuál es tu nombre, pequeño?. —

— Yeong Su. —

— Es un placer Yeong Su.— Sonreí ganando como respuesta una linda mueca.

— ¿Tú la conocías? — Ahora era a Hyun Su a quien su curiosidad interrogaba, el chico me miró y simplemente negó. — Deberían ser amigos, necesitan un amigo para hablar y jugar. — Tomó nuestras manos y las juntó.

Era tan solo un niño y aquel gesto había sido lindo para él , pero para nosotros que éramos dos completos extraños tomándose escasamente las manos para distraer al menor, era una situación un tanto incómoda que se veía reflejada en nuestros rostros. Sin embargo, el hecho de que solamente nuestros dedos índices estuvieran prácticamente tocándose me orillaba a sentir más curiosidad y no querer apartar mi mano.

— Yeong Su ¿Qué haces?. — Chilló su hermana y lo alejó de nosotros. — Deja a los chicos. —

— Niños. — Habló el hombre de la silla de ruedas acercándose poco a poco tras la partida de los menores . — Siempre ignorando el peligro y demostrando su inocencia. —

Mi dedo fue el primero en ceder en retirarse del agarre que el pequeño había hecho. Al ya no sentir mi tacto, Hyun Su miró de reojo y lentamente bajo su rostro plantando nuevamente el mismo semblante serio y triste.

La puerta de nuevo se abrió y afortunadamente se cerró por última vez tras la entrada de la chica del bat de béisbol y el hombre de la espada. Ambos se veían cansados, pero aún así nunca bajaron la guardia.

Aquellas personas atendían a los nombres de Jung y Ji Soo.

Cuando la noche cayó todos nos dispusimos a tomar una pequeña cena, la cena más rara que jamás había tenido pues estaba rodeada de completos extraños actuando como si nada hubiese sucedido cuando horas atrás un par de monstruos asesinos trataron de cenarnos.

Finalmente, cuando todos terminamos de comer y recoger lo que había sobrado, llegó la hora de dormir en la cual estaba segura de que no podría pegar ni un solo ojo durante toda la noche, por miedo, inseguridad e incomodidad.

Rogaba que saliera el sol en cuanto antes para poder descifrar el siguiente paso que darían ¿Ir por provisiones? ¿Tomar valor y regresar a mi hogar? O simplemente esperar a ver qué me deparaba el día.

Unas cuantas veces ladeé la cabeza a punto de caer en un sueño profundo, pero me limité a simplemente pensar en otras cosas que me provocasen una distracción y justo enfrente de mi estaba una a la cual podía verle el rostro gracias al casto alumbrado exterior.

— ¿Tampoco puedes dormir?. — Susurré muy bajo para evitar despertar a los demás.

— No — Hyun Su parecía ser muy poco sociable y en ocasiones se le notaba incómodo cuando alguien trataba de hablarle. Sabía que me arriesgaba a tener como respuesta alguna evasión, pero no estaba por demás intentarlo, después de todo probablemente no volvería a ver a ese joven. — Quieres dormir pero peleas contigo misma para no hacerlo. —

— Es que no debo hacerlo. —

— Hazlo, duerme. Será mejor que descanses bien. — Asentí.

— Lo sé, pero no puedo hacerlo. — Me encogí de brazos. — Por más que intente cerrar los ojos mi cabeza no deja de imaginar cientos de cosas que no me dejan descansar. —

— Se cómo se siente eso. —

— Oigan. — Murmuró Jung y esbozó una tierna sonrisa. — Chicos, lastimosamente padezco de sueño muy ligero y sus suaves voces no me dejan descansar . —

— Lo lamento. — Conteste de inmediato. Jung volvió a sonreír y volvió a acomodarse para poder dormir de nuevo.

Después de aquello no volví a compartir palabras con Hyun Su y cuando menos lo esperé, caí rendida ante mi somnolencia.

Sweet HomeWhere stories live. Discover now