•|FLOWER|•

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Los balbuceos del pequeño niño sonaban por toda la instancia infantil mientras repetía una y otra vez palabras que intentaba leer de un libro de estrellas.

Forzaba su lengua y fruncía su ceño con cierta confusión al tratar de indagar el significado de lo que leía; el abuelo, como habían apodado a Gil Seob, permanecía sentado junto a ellos sin apartar la vista de mis impertinentes dedos que no dejaban de moverse nerviosamente.

— Anda niño, no es tan difícil pronunciar eso. — Yeong Su hizo un puchero.

— No puedo —

— Un hombre respetable jamás diría eso. — La hermana del menor guardó una risilla y me examinó para ver mi reacción.

— Vamos Yeong, solo una pagina más y podrás ir a jugar con tu hermana.— El menor hizo caso omiso a mis palabras e inundó sus ojos al borde de las lágrimas.

— Bien. Si no quieres aprender a leer entonces te mandaremos junto a Hyun Su a combatir con los monstruos. — El abuelo soltó aquello con toda la intension de ponerme aun más nerviosa.

Habían pasado unas cuantas semanas desde que Hyun Su había comenzado a subir por cosas que Eun Hyuk pedía estrictamente y unas cuantas semanas desde que por fin me había confesado a mi misma que sentía algo por ese chico. Sin embargo, mi secreto no pudo mantenerse bien guardado cuando Gil Seob optó por hacerme una infinita burla sobre mis sentimientos y aclarando que si ese joven no sentía lo mismo entonces se declararía a sí mismo un completo ciego.

Él, Ji Soo, Du Sik y Yoo Ri. Eran los únicos amigos que tenía en la planta baja puesto que el resto simplemente decidía ignorarme o hacer insinuaciones tontas sobre mi nacionalidad como el chico que se aferraba a mantener intacta su "belleza" antes que a su propia vida. Por lo que el mayor tiempo lograba pasarlo con los antes mencionados y el resto lo invertía en recibir a Hyun Su tras los viajes a los pisos superiores.

— Eso es trampa — Chilló el menor. — Yo si puedo morir. —

— En ese caso pon esa cabeza dura a leer. — La intimidación recibida por el abuelo se veía reflejada en las próximas palabras que el pequeño comenzó a leer nuevamente.

— ¿Disculpen? ¿Puedo hablar un momento con T/N?. — Preguntó Seung Wan ingresando a la estancia infantil.

— ¿Sucede algo? ¿En que puedo ayudarte?.— Se notaba nervioso y sus sudorosas manos mantenían un gran pedazo de papel.

— Nos preguntábamos, si es posible que ... — Tomó mi mano y colocó el papel en esta. — Le entregaras esto a Hyun Su, muchos necesitamos cosas de allá arriba y ... —

— Lo siento, no puedo entregarle esto. Deberían de ser ustedes quienes lo hagan, no pierden nada con intentarlo. — El hombre a base de muecas y malos gestos, se alejó.

Conforme pasó la tarde, la noche comenzó a ganar terreno en la bóveda celeste, las cosas en la planta baja se vieron mucho más relajadas y próximas a la hora de dormir; las puertas metálicas que conectaban las escaleras con la planta baja rechinaron indicando que alguien había pasado por ellas.

— Vamos — Du Sik me pidió que lo siguiera y así lo hice. Llegamos hasta dicho lugar donde divisamos a Hyun Su un tanto cansado pero completamente ileso.

Un alivio se esparció sobre mi pecho al verlo de nuevo ante mi, con un aspecto desalineado y una mochila resbalando sobre su hombro al borde de caer, pero a salvo.

— ¿Llegue muy tarde? — Du Sik esbozó una enorme sonrisa.

— Llegaste, eso es lo importante muchacho. — Hyun Su arrastró sus pies hasta posarse frente a mi sonriendo levemente.

— Encontré esto — De los bolsillos delanteros de la sudadera reveló una pequeña flor de cerezo. — No tengo idea de cómo llegó hasta acá. —

— ¿Una corriente de aire? — Alce mi rostro para encontrar el suyo.

— Sería una extraña coincidencia. —

— Existen más extrañas coincidencias de las que pueden imaginar, niños — Comentó Du Sik viéndonos a ambos.

Hyun Su tomó una de mis manos y sobre esta dejó la pequeña y bella flor rosada; el tener aquella flor en la palma de mi mano me era muy difícil tratar de descifrar cómo me estaba sintiendo, es decir, aquella flor era esperanzadora y reflejaba que a pesar de lo horrible que era el mundo aun había cosas lindas.

En toda mi vida, un flor de cerezo jamás había significado tanto.

[...]

Los departamentos abandonados, la sangre esparcida por los pisos, ventanas rotas y desorden por todos lados; era la única vista que Hyun Su podía divisar en los pisos superiores.

Esgrimiendo el arma que aquel viejo le había fabricado se abría pasó ante cualquier dificultad o peligro que pudiese presentársele en el camino en búsqueda de los diversos recursos y materiales que el líder del grupo exigía.

Daba pasos ya no tan cuidadosos cuando aseguró que el piso por completo estaba seguro, ingreso al último departamento para asegurarse de que no olvidara algo importante, pero los rayos de sol que iluminaba parte del piso de madera cautivó su atención. Allí, justo allí en ese espacio iluminado yacían unas cuantas flores de cerezo, la mayoría estaban deshojadas y semi marchitas a excepción de una que permanecía intacta.

La acobijo sobre sus manos como si fuera algo sumamente delicado otorgándole un destino casi de inmediato. Seguramente si las cosas hubiesen seguido normales hubiera tomado el escaso valor que aún quedaba dentro de su interior y hubiera escogido el ramo más cálido, colorido y fresco, de flores para la chica que lo hacía sentirse nuevamente con vida.

Lo hubiera hecho sin ningún reproche y ningún miedo, sin embargo, ahora únicamente podía llevarle una pequeña flor de cerezo en la espera de que en el trayecto de regreso aquel delicado ser no se viera lastimado.

Tal y como lo había esperado, el rostro de la joven se había iluminado al verlo de vuelta y aún más cuando aquel pequeño gesto de cariño estaba sobre la palma de su mano, sus ojos examinaban a la flor como si fuese irreal y lo más bello del mundo; algo que provocó hormigueo en las mejillas del chico y un revoloteo en su interior pues había cumplido su cometido, la había hecho sentir feliz.

Sweet HomeWhere stories live. Discover now