Pergamino 40

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Las flores en la tumba de Rima cubren un buen pedazo, hoy decidí comer con ella antes de marcharme.

Tras la muerte de Mei a algún loco se le ocurrió que sería buena idea que mientras, yo asumiera el cargo de Sexto Mizukage.

El trabajo es excesivo y cada día me daban largas acerca de los candidatos para ocupar el puesto vacante, hasta que me harté y les di un ultimátum, debían encontrar a alguien antes de que yo me fuera de la Aldea exactamente en tres días.

Los viejitos se enojaron y hasta me amenazaron con exiliarme y tacharme de renegada, pero no contaban con que Naruto se encargó de que se hiciera conocido mi nombre como heroína en la Cuarta Guerra. <<Sin ella yo me hubiera muerto-dattebayo>> es lo que gritaba la piña a los cuatro vientos.

— Pensamos igual—.

Takuma alza su propio obento y me mira burlón.

— No he tenido mucho tiempo para visitarla, hoy es el primer día que logro escaparme—.

—¿Es cierto que dejarás tirado el puesto?—.

— Yo dije que no desde un principio, que culpen a los ancianos por tercos—.

— Pues podrán ser lo que quieras pero estás haciendo un buen trabajo, a todos nos agrada que seas tú quién ocupe el puesto, además por ahí escuche que se barajaba la posibilidad de que asignaran a Chōjūrō, y perdón pero creo que todavía le hace falta madurar y ganar confianza, si yo te lo digo es porque la cosa es seria—.

— No planeo discutir eso...—.

—¿Escuchaste eso? Fue mi corazón rompiéndose —.

Exagera en dolor de su pecho y golpeo su hombro amistosamente.

— Eres incorregible—.

— Es parte de mi encanto... Kikyo dime la verdad ¿por qué no quieres ser Mizukage? ¿Es que acaso no has perdonado a la Aldea?—.

Desvío la mirada, recuerdo los comentarios que me hacían, desde demonio a escupir cuando yo pasaba, Kirigakure se convirtió en un infierno para mí.

— Ya los perdoné Takuma, pero yo no soy Naruto, no puedo simplemente tratarlos igual después de todo lo que me hicieron, dime cómo podría ser Mizukage si no tengo la voluntad de salvar a mi gente—.

— Nadie podría —.

— Y si lo hiciera y me quedara con el cargo la Aldea siempre quedaría expuesta a un ataque, porque yo no sería capaz de arriesgar mi vida por salvar la de ellos—.

— Espero que ése flojo no éste metiéndote ideas raras en la cabeza Kikyo...—.

— Kouga-sensei— decimos los dos.

— Sólo tú sabes que es lo mejor, y si lo mejor para la Aldea es no tenerte entre sus filas pues habrás tomado la decisión correcta—.

— Gracias sensei—.

— Creo que los tres tuvimos la misma idea—.

Levanta su obento y Takuma y yo no resistimos la carcajada, nos sentamos alrededor de la tumba de Rima a comer.

— Kikyo, ¿cuánto apuestas a que puedo comerme esto de un bocado?—.

En su mano cuelga un chile muy picante, el más picante de la región, un sólo pedazo es suficiente para tomar más de diez vasos de agua para calmar el picor.

— Te apuesto 200 y la calabaza que tengo de Sunagakure—.

—¡Hecho!—.

Empieza a masticarlo y de inmediato sus ojos lagrimean, su rostro se torna rojizo y parece salir humo por sus orejas. En contra de mis deseos se pasa por completo esa cosa maligna, empieza desesperado a buscar agua y lo último que vemos es a Takuma corriendo al cuerpo de agua más cercano.

El camino continúaWhere stories live. Discover now