Pergamino 31

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Pov. Natalia

Kimimaro no ha parado de sonreír desde la mañana, al principio pensé que había adivinado la sorpresa que le tenía, pero luego me di cuenta de que reía cada vez que veía el anillo.

—¿Desde cuándo te ríes despreocupadamente? ¿Cuándo adquiriste ésa habilidad?—.

No cae en mi provocación y al contrario, mi comentario era lo último que necesitaba para echarse a reír a todo volumen.

—No sabes cuánto dinero le hiciste perder a Temari-sama—.

Niega con la cabeza feliz, Kimimaro es muy respetuoso y aunque Temari sea menor, utiliza honoríficos de acuerdo al nivel que ella posee en Sunagakure.

—¡¿Dinero?! No puede ser... ¿Quién y qué apostaron?—.

—Kankuro-sama, Temari-sama, Chiyo-baasama y Kazekage-sama apostaron cuánto tiempo tardarías en admitir que te gusta el Hyūga—.

—¿Gaara también? No puedo creerlo, él es demasiado serio para eso—.

—Sus hermanos lo convencieron de apostar y fue el que ganó—.

—Cuando ésto termine les patearé el trasero a todos, por muy Kazekage que puedan llegar a ser—.

Seguimos nuestro camino, casi es medio día pero tardamos, bueno no, tardé en despedirme de la Segunda División. ¿Qué quieren que haga? El principio siempre es bello.

La protección de Neji la había asegurado desde hace tiempo, Chiyo estuvo trabajando en algunas marionetas y ha jurado en protegerlo, la abuela puede ser muchas cosas pero siempre cumple sus promesas.

—¿A dónde vamos?—.

Kimimaro nota el camino hacia la Cuarta División, no le he dicho nada, hasta dónde él sabe Orochimaru y Jūgo están muertos.

—Por el momento con Gaara, después a Konohagakure—.

—¿Me dirás la razón?—.

—No—.

Suspira resignado, no es como que se esperara otro tipo de respuesta. Un chakra conocido me detiene, Kimimaro tarda en notar mi parada pero se acerca.

—Kikyo...—.

—Esperame aquí, ahorita vuelvo—.

Él hace caso y yo me alejo, no es tan fácil avanzar cargando la espada de Zabuza pero indirectamente me beneficia por la sobre precaución que tengo para realizar movimientos.

Cuándo encuentro a la persona lanzo varios kunai a su alrededor y un sello se dibuja encerrándolo, él no puede salir y Kabuto no puede saber nada de lo que se vea o escuche.

—Sabía que eran tuyos—

—De otra forma te hubieras movido—.

Itachi se limita a mirarme, está sólo y parece enfadado por no poder disfrutar de la paz que le brindaba la muerte.

—¿Necesitas algo?—.

—En realidad sí—.

De mi bolsillo extraigo el botín, cuando se da cuenta de lo que es parece que se queda congelado con la mirada fija en el mismo punto.

—¿Cómo lo obtuviste?—

—¿Pues de qué otra forma?...Peleando, aunque en realidad fue Misaki la que lo consiguió—.

Podría apostar mi comida y la de Kimimaro a que está haciendo cálculos, Tita todavía siente resentimiento por su 'abandono' pero si lo viera ahorita, preocupado y nervioso yo creo que le tocaría a ella disculparse.

El camino continúaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora