Capítulo 23: Un propósito en este mundo

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Pasaron algunos minutos, en los que dejó caer sus lágrimas en el silencio de la noche.

Se limpió el rostro y mantuvo la compostura, hasta que su amigo alzó la voz.

— Alteza, yo nunca lo dejaré — Dijo, con una voz más grave de lo usual, como si estuviera contuviendo el dolor de la pérdida en su garganta.

Y por primera vez en mucho tiempo, Xie Lian dudó.

¿De verdad se quedaría a su lado? ¿Qué le hacía pensar que no lo iba a abandonar también?

Sacudió esos sentimientos dolorosos fuera de su mente y su corazón, jamás había desconfiado de la palabra de Feng Xin, ¿por qué hacerlo ahora?

— Gracias, Feng Xin, aprecio tus palabras — Pero ahora solo creería en los hechos.

Le dijo a Feng Xin que iría a buscar un carruaje que los trasladara a ellos y a su familia de lugar, pues no podía permitir que su padre y su madre vivieran en un sitio donde eran buscados y repudiados por todos, era inaceptable.

Caminó en dirección al pueblo, pero antes debía pasara por un sendero solitario, en el cuál, divisó dos linternas de papel flotando sobre la desembocadura del río, creando un bonito y colorido reflejo sobre el agua.

Recordó por fin que aquél día se celebraba el festival de los fantasmas, donde las almas y espíritus de los ancestro salían del inframundo al reino mortal. Hace algunos años estaba esperando ese día con ansias para quemar incienso, lanzar lámparas y comer comidas deliciosas, pero ahora solo podía observar la luz lejana con miseria.

Dos niños pasaron por su lado, corriendo y saltando de alegría. Ellos seguían las lámparas que avanzaban vivaces por el río, riendo con emoción.

De repente estás culminaron, esto captó la atención del joven y volteó a ver el paradero de los dos pequeños, notando que estaban hablando con un anciano, que les ofrecia unas linternas de diversos colores y más llamativas.

Tal vez era porque lo que brillaba en su interior no era fuego.

— Si piden un deseo con una de éstas maravillosas lámparas, éste se cumplirá —

Los niños, con toda la inocencia del mundo, estaban encantados con aquellos luminosos objetos, y casi son engatusados por el hombre, sino fuera por que Xie Lian interrumpió aquella palabrería.

— Primero, váyanse a jugar a otro lado, pequeños, éste hombre solo les está mintiendo. — Los dos pequeños se sintieron algo intimidados por la figura más alta, que cubría su cuello y la mitad inferior de su rostro con una larga venda blanca.

— Segundo... — Habló, ya cuando los niños estaban a una distancia considerable. — ¡¿Cómo se le ocurre venderle almas a unos niños?! ¡Si las hubieran comprado, sus vidas enteras se habrían hundido en una desgracia eterna! —

Lo había reconocido al instante, aquellas lámparas no eran simples ni comunes, eran artefactos especializados para atrapar las almas de los muertos, por eso brillaban con una incandescente luz, que variaba desde los tonos azulados hasta los amarillos verduzcos.

— ¡¿Y cómo se te ocurre a ti arruinar mi negocio?! ¡Necesito el dinero! — Se quejó el viejo barbudo, notoriamente molesto. — Casi los había convencido, pero lo arruinarte, ¡muchas gracias, y hasta nunca! —

El señor trató de largarse del lugar, pero Xie Lian se lo impidió, llamándolo.

— ¡¿Ahora que quieres?! — Preguntó con una rasposa voz.

— ¿De dónde... sacó esas almas? — Quiso saber el joven, mirando como éstas flotaban y daban vueltas dentro de las lámparas, como si fuesen peces en una pecera.

(Cancelada) El Sistema del Dios de la DesgraciaWhere stories live. Discover now