Capítulo 22: Blanca nostalgia

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Caminó hacia la cabaña con lentitud, sin prisa, sin ninguna emoción aparte de la decepción que llenaba su alma.

A pesar de que se habían esforzado durante todo el día para buscar algún trabajo en el que pudieran recibir una paga decente, no habían encontrado nada.

Siempre era lo mismo; o era necesario enseñar sus rostros o de plano no los aceptaban, y cuando lo hacían, la paga era una miseria que no alcanzaba ni para una comida decente.

Por lo menos tenía a sus dos inseparables amigos, que seguían con el a pesar de todas las adversidades por las que estaban pasando.

El Reino de Xian Le finalmente había caído, el mismo día en el que su estatua dorada cayó en mil pedazos y destrozó gran parte de la capital.

No mucho después, fué convocado al cielo, y Jun Wu lo sentenció con un oscuro grillete rodeando la nívea piel de su cuello. Había sido privado de sus poderes espirituales, y su edad había sido sellada eternamente en sus 22 años. Aún así el Emperador Celestial no había sido realmente cruel, ya que, por el inmenso cariño que le tenía al joven príncipe, le dijo que, si algún día volvía a ascender al cielo para ser parte de la corte celestial, aquél grillete le sería retirado.

A pesar de todo estaba agradecido con el Dios Marcial, pero no tenía ninguna esperanza ni oportunidad de ascender nuevamente.

Ni siquiera sabía si tendría oportunidad de salir ileso del infierno en el que estaba viviendo.

Cuando el Reino fue derrocado, huyó junto a su padre y madre, y por supuesto con Feng Xin y Mu Qing, hacia una pequeña población que se establecía a las afueras de Xian Le.

Vendieron todas las joyas y riquezas que habían logrado traer consigo, y con eso lograron alquilar una pequeña y humilde cabaña en medio del bosque, además consiguieron vivir una vida decente por algunas semanas, teniendo tres comidas al día y trabajando honradamente, pero Xie Lian sabía que la vida lo odiaba, y que tarde o temprano todo se iría por la borda.

Y así fué.

La cantidad de trabajo que ofrecían había disminuido considerablemente, y la alternativa de adquirir una jornada fija estaba completamente descartada, pues para eso sería necesario mostrar su rostro, que cubría con una larga venda blanca, y bajo ningún término se arriesgaría a que alguien lo reconociese.

En conclusión, todo era una mierda.

Estaba en una etapa de su vida en la que todo a sus ojos se veía negativo, triste y desesperanzado, por supuesto que estaba en todo su derecho de tener esos pensamientos y sentimientos, pero Mu Qing estaba constantemente recordándole que debía ser más positivo y que verlo tan decaído hacia que lo contagiara de su mal genio.

Como si él no tuviera ya suficiente mal genio.

Llegó a un punto en el que estaba harto de todo, pasar de ser el Príncipe Heredero a un simple pueblerino desgraciado había sido un golpe directo a su orgullo, al poco que le quedaba, y su personalidad amable y gentil se había retorcido hasta formarse casi depresiva.

Quería conseguir puntos para saber más sobre el blanco sin rostro, pero su poca energía era un impedimento constante.

Todo él era un caos andante.

Cuando finalmente llegaron hasta la cabaña, su madre llegó a recibirlo a la puerta, con una sonrisa, un abrazo y un beso en la mejilla. No entendía como aquella santa mujer seguía con un aura tan divina y alegre aún con la vida horrible que estaba llevando.

Ver a su madre le hacía sentirse un poco más renovado.

— ¡Cociné una sopa con los repollos que cultivamos en el jardín, A-Lian! —

(Cancelada) El Sistema del Dios de la DesgraciaWhere stories live. Discover now