Capítulo 13: Un poco de tranquilidad

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Xie Lian nunca se había alegrado tanto de escuchar los gritos de Feng Xin, finalmente habían llegado los refuerzos, habían tardado pero no podrían haber llegado en un mejor momento.

Mu Qing pareció analizar el perímetro con su mirada, y rápidamente supo a qué se enfrentaban.

- Es la tierra del afecto, tarado, será mejor que te cubras el rostro para no respirar su fragancia - Mientras hablaba, sujetó un trozo de tela para cubrir su boca y nariz, el pelinegro lo imitó inmediatamente.

Feng Xin estaba altamente alterado por el hecho de ver tantos cuerpos desnudos por lo que no dejaba de gritar asustado.

- Ya cállate maldita sea - Le pedía el albino, claramente sacándolo de sus casillas, estaba a un poquito de darle un puñetazo y mandarlo de regreso al castillo si seguía de histérico. - Hay que quemar todo ésto, si su veneno y raíces se esparcen más, será más problemático -

En el otro extremo de la cueva, nuestro príncipe estaba tratando de regular su respiración, pero en eso se ahogó un poco y comenzó a toser, revelando su presencia para los recién llegados.

- ¡Alteza! ¿Está bien? - Le preguntó el chico que estaba cerca suyo.

Los hombres que estaban afuera no pasaron ésto desapercibido e inmediatamente voltearon hacia la caverna, tratando de distinguir la figura de Xie Lian entre la oscuridad.

- ¿ALTEZA? - Gritó Feng Xin, tratando de confirmar el hecho de que él se encontraba ahí adentro.

- Aquí estoy - Respondió con algo de dificultad, por su garganta que estaba sedienta de agua.

Los soldados se apresuraron a entrar, quemando cuanto demonio hayaran a su paso, hasta que dieron con Xie Lian, recostado entre las piedras. Llevaban consigo antorchas flameantes, por lo que distinguieron con facilidad al chico que había seguido a Xie Lian, y a Xie Lian, aunque la vista era bastante sangrienta, pues se había apuñalado múltiples veces, y el suelo estaba tintado de rojo.

La sorpresa y el susto se apoderaron completamente de sus semblantes, pues al tener aquella escena ante sus ojos, simplemente se imaginaron lo peor.

- ¡¿Alteza?! -

- ¡¿Qué le pasó?! -

- ¡¿Quién le hizo ésto?! -

Xie Lian rió un poco ante sus reacciones, pero la acción provocó que un poco de sangre saliera de su boca y recorriera su mentón, aumentando la preocupación de los demás.

- Está bien, yo mismo me lo hice - Explicó, hablando suave para que no le doliera demasiado el abdomen. - Tenía que evitar los efectos del veneno a toda costa, era necesario -

Mu Qing, Feng Xin y los demás soldados que los rodeaban no lograban comprender como el príncipe podía tomar tan a la ligera algo como hacerse daño de esa forma.

Lo curaron y le dieron nuevas túnicas para que se cambiara las manchadas por su sangre. Devolvió la espada con la que se había apuñalado a su dueño, y éste la guardó.

Mu Qing le explicó como Qi Rong había llegado al palacio muy agitado, diciéndoles sobre la situación en la que se encontraba su adorado primo, con lágrimas en los ojos. Aunque Xie Lian no supo si ésto último fue porque realmente estaba preocupado o para darle más dramatismo a la escena; conociendo a Qi Rong podrían ser cualquiera de las dos opciones.

Fué cargado por Feng Xin de vuelta al castillo. Quería contarles sobre la figura de blanco que había visto, y sobre los binus que le habían atacado, pero estaba demasiado cansado, hacían ya días desde la última vez que había logrado conciliar el sueño correctamente, puesto que la preocupación sobre todo el asunto de Yong An y la capital le impedían hasta reposar.

(Cancelada) El Sistema del Dios de la DesgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora