Capítulo 7: La Crueldad del Hombre

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[ Rumbo de la historia establecido ]

[ ¡Gracias al usuario por su participación! ]

...

¿Qué?

El sistema había hablado de pronto, mientras él cumplía la ardua labor de trasladar el agua de un Reino a otro.
Había pasado una semana desde que la amable Señora de la Lluvia le había prestado su sombrero de bambú, que tenía un poder digno de su Diosa portadora.

Umm, ¿a qué se refiere con eso, sistema?

Preguntó Xie Lian a aquella voz que escuchaba en sus pensamientos.

[ El usuario debía tomar una decisión respecto a como tratar con la situación de su reino. Ésta decisión ha dictado el futuro de su gente y de usted ]

Ah, si lo decía de esa forma, daba un poco de miedo descubrir lo que depararía el futuro.

Oh, ya veo. Seguro que el destino de mi nación es brillante, verdad?

Le respondió al sistema, con una sonrisa en sus labios, seguro de sus palabras.

[ ... ]

[ ... ]

[ Es mejor que lo descubra usted mismo, querido usuario ]

Oh, el sistema quiere que me sorprenda lo que vendrá a continuación.
¡Qué emocionante!

Pensó.

Algunos minutos después, dos cabelleras, una blanca y la otra azabache se aparecieron enfrente suyo, encarándolo.

—¿¡Su plan era pedir prestado el dispositivo espiritual de la Diosa de la Lluvia!?— Expresó el albino, molesto.

—¡Y para peor, hace días no se presenta en el templo, hay demasiado trabajo sin hacer!— Le siguió la corriente el pelinegro.

—También me alegra verlos, Mu Qing, Feng Xin— Les respondió el príncipe con una sonrisa plasmada en sus labios. —Los extrañé—

Ambos lo fulminaron con un semblante algo enojado. Uno suspiró y el otro bufó.

—Además, creí haberles dicho que se encargaran de las oraciones mientras yo estaba fuera— Les recordó.

Su mirada molesta se tornó una de preocupación.

—Alteza, las cosas no van bien en la Capital Real...—

—Las oraciones son demasiadas, y la situación, pues...—

Los dos no hacían más que darle vueltas al asunto, diciendo esto y aquello. Adornando sus palabras con capas y capas de información innecesaria.

—Chicos, ¿qué está sucediendo en la Capital Real? Hablen claro— Ordenó el Dios, ya algo cansado de tanta palabrería.

El más alto de sus oficiales se armó de valor primero, y comenzó a narrarle al príncipe lo recientemente acontecido en el Reino de Xian Le.

Primero, cabe destacar que todo el reino estuvo siempre muy dividido. La capital siempre era pacífica y bella. En ésta resplandecían las más grandes maravillas del lugar. La arquitectura, el arte, los templos y hasta la comida. Toda la capital era la clase alta y sumamente refinada de la población. Por otro lado, Yong An siempre había sido pobre en todos los sentidos. La comida muchas veces era escasa, la delincuencia más elevada y la gente sufría de pobreza.
Pero nadie mencionaba esa parte de la sociedad, simplemente invisibilizaban esa realidad. La escondían a toda costa.

(Cancelada) El Sistema del Dios de la DesgraciaOn viuen les histories. Descobreix ara