Capítulo 6: La Señora de la Lluvia

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Xie Lian había estado pensando sobre la manera más adecuada de sobrellevar la situación de la sequía en Yong An, que en cuestión de tiempo se extendería a toda la nación de Xian Le. Estaba preocupado, no recordaba la última vez que se había sentido tan abrumado, casi deseaba volver a su vida anterior para no tener que tomar decisiones que tendrían tanto impacto.

Ser el príncipe heredero de un país entero era duro.

Pero ser un Dios con miles de seguidores lo era aún más.

Finalmente decidió lo que creía sería lo mejor para su gente. Sus oficiales celestiales que habían estado esperando por su respuesta, estaban discutiendo por alguna tontería que seguro Mu Qing había empezado, como era la mayor parte de los casos.

El Dios los llamó y ellos, después de cruzar una mirada no precisamente amistosa, caminaron hacia su persona.

—Buscaré ayuda— Dijo Xie Lian con simpleza.

Ambos se vieron sorprendidos ante sus palabras.

—¿Ayuda? ¿De quién?— Preguntó Feng Xin, curioso.

—Ya veré quién está dispuesto a ayudar— Respondió con una sonrisa.

—¿La Señora de la Lluvia?— Preguntó la mujer.

Xie Lian había subido al cielo para preguntarle a la encargada de asuntos celestiales sobre aquella Diosa tan misteriosa. Se decía que no muchos le habían visto, por lo que le era difícil hacerse una idea de cómo sería la mujer.

—¡Si! ¿No sabrá de casualidad algo que sea de su agrado? ¡Quiero llevarle un regalo!— Dijo Xie Lian entusiasmado, aunque en el fondo le ponía nervioso el ir a visitar a otro ser celestial. —¿Talvez flores o alguna joya?—

La muchacha se notó algo avergonzada.

—R-realmente nadie sabe demasiado sobre la Señora de la Lluvia, sus gustos son un completo misterio para mí, ¡siento no poder ayudarle, su alteza!— Habló apenada.

Así que el príncipe tuvo que conformarse con saber en dónde residía. Decidió no llevarle ningún obsequio, después de todo, le daba miedo disgustarla si le llevaba algún presente que no fuera de su agrado.


No le tomó demasiado tiempo el llegar a un pequeño valle rodeado de verdes montañas. No muy lejos se vislumbraba una pequeña especie de pueblo el cual estaba rodeado de frondosos árboles frutales y numerosos cultivos. Las flores silvestres habrían paso en cada grieta que surcaba la tierra, y de vez en cuando mariposas de colores brillantes se posaban en sus finos pétalos.

Era una vista simple pero encantadora, y el visitante estaba gratamente sorprendido. Usualmente los Dioses vivían en castillos extravagantes con cientos de miles de creyentes. Con temblos estrafalarios que llamaban demasiado la atención.

Pero ésta Diosa era todo lo contrario, vivía en una humilde choza de madera que parecía tan débil que un poco de viento la haría derrumbarse. Prefería estar rodeada de flores de colores que tener miles de joyas, y sus creyentes eran pocos pero absolutamente fieles.
Era algo de admirar, sin duda era una mujer increíble.

Xie Lian, mientras más se acercaba a aquellas humildes casitas, notó que no estaba solo, habían varios agricultores cultivando la tierra con azadas y palas, sembrando semillas y cultivando verduras. Un buey que se encontraba pastando y mirando tranquilamente a su alrededor posó su vista en él y se le acercó. Mientras caminaba su cuerpo de animal se fué distorsionando hasta convertirse en un humano corpulento y alto.

—Usted debe ser el príncipe heredero de Xian Le— Habló el hombre.

—Si, soy yo— Respondió Xie Lian algo confundido. —Busco a la Señora de la Lluvia, ¿está ella por aquí?—

El de piel morena señaló con su mano la casa más humilde entre todas las demás.

—Mi señora se encuentra descansando, ha sido herida recientemente, por lo que necesita reposo, no creo que esté dispuesta a hablar con usted por el momento—

Era verdad, como ella no tenía tantos creyentes, su poder espiritual no era demasiado fuerte, por lo que si se enfrentara a en una pelea difícilmente no saldría lastimada.

—Comprendo, gracias, entonces volveré otro día— Dijo con sus ánimos un poco apagados.

El más alto soltó una ligera risa.

—¡Si viene aquí para ayudar a su gente, debería insistir un poco más!—

En parte tiene razón, mi reino está en peligro, debería ser más insis-

...

¡¿Cómo es que sabe que vengo por eso?!

—D-disculpe, pero, ¿cómo sabe de la situación en Xian Le?— Preguntó con algo de desconfianza.

—Me sorprendería si alguien en la corte celestial no lo sabe— Dijo, haciendo ademanes con sus grandes manos. —Mi señora me informó sobre usted y su reino. ¿Quiere tomar prestado el dispositivo espiritual de mi señora, no es así?—

Había dado justo en el blanco.

—Así es, yo de verdad le pido a su señora que me preste por un tiempo su dispositivo, no será por mucho tiempo, al menos hasta que la sequía en mi reino termine, así que, ¡por fa-!—

Su discurso fué interrumpido por un verde sombrero de bambú que se posó frente a sus ojos, era simple y sencillo. Como cualquier otro sombrero de bambú que había visto antes. Una mueca de confusión fué suficiente para que el otro entendiera su duda.

—Éste el sombrero es el dispositivo espiritual de la Señora de la Lluvia, ella me pidió que te lo diera si venías aquí, y estaba en lo cierto, mi señora es muy sabia—

Xie Lian estaba sin palabras. Tomó en sus manos aquél objeto como si fuera la cosa más delicada y preciosa del mundo, y lo observó detenidamente. Estaba maravillado y estupefacto.

—Yo no sé cómo agradecerle a su señora— Dijo, aún abrumado.

El hombre rió.

—Solo asegúrate de cuidarlo como si fuera tuyo— Respondió, y lentamente volvió a la forma de un gran buey.


Xie Lian se dirigió a un lugar de Yong An donde la sequía era muy grande. Y se preparó para probar aquél dispositivo espiritual que le había sido prestado.

El amable señor buey le había explicado que el sombrero no creaba lluvia, sino que la movía de un lugar a otro, por lo que el príncipe tenía pensado tomar prestadas las lluvias del reino de YuShi, para traerlas a la reserva tierra de Yong An.

Lentamente volteó el sombrero de bambú, cuando en cuestión de segundos, ligeras gotas cristalinas rociaron cada lugar en el reino, como si de un milagro se tratase.

Estaba feliz.

El rostro de su gente se iluminó y corrió hacia las ya densas gotas de lluvia.

Fué por un momento efímero, en el que se sintió capaz de lograr cualquier cosa si se lo propusiera.


Ojalá hayan pasado un bonito día de San Valentín.

Gracias por leer ♡

(Cancelada) El Sistema del Dios de la DesgraciaWhere stories live. Discover now