Nota y final.

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Tuve que hacer la historia más corta de lo que había planeado porque quiero que participe de un concurso y debe estar terminada para participar.
Creo el Quijote tiene más aventuras por compartir, así que deseo hacer una segunda parte.

El último capítulo es muy largo así que lo he dividido, corté y pagué aquí la segunda parte. Disfruten el final de esta serie de sucesos en la vida de este extraño sujeto extranjero.



En el hospital no tenían idea de quién era el extraño sujeto que ingresó. No había ningún documento de identidad ni nadie que supiera dónde vivía.
Una mujer en la playa llamó a emergencias cuando este se desvaneció, pero parecía que había ido solo. No sabían nada de él y debían esperar a que despertara, mientras tanto querían bajarle la fiebre.

-Luis.

Desde que ingresó al hospital llamaba a la misma persona.

El médico le había descubierto la cicatriz en la cabeza, sospechando, sin errar, que se debía a una reciente craneotomía. Mientras había ido o comprobar él mismo la temperatura, e inquieto por el paciente, este se despertó. Y al poco tiempo miró a su derecha y habló.

-Luis, tu tía...

El médico lo observaba, desde el lado izquierdo, como parecía hablarle a alguien que no estaba allí.

-Hola, soy el doctor Miguel. Te encontraron inconsciente en la playa, ¿Me puedes decir que día es hoy?

Y aunque el jóven respondió esa y otras preguntas de rutina para comprobar que no estaba desorientado, y el médico encontró buenas señales de recuperación, seguía insistiendo en que Luis estaba con él en la playa cuando se desmayó y que incluso estuvo allí en el hospital.

-No había ningún niño en la playa. A las sala de emergencia no ingresan menores como acompañantes -aseguró la enfermera que llegó a su habitación para ponerle suero, en el día siguiente-. Son alusiones, la fiebre fue muy alta, por suerte, no tuvo otra reacción, con esa temperatura muchos no quedan para contar la historia.

Entonces el sujeto no volvió a mencionar a Luis, todos le aseguraron que era producto de alucinaciones, lo hacían sentir como un loco y el no quería creer que Luis era un producto de su imaginación. Sería muy triste aceptar que Luis era un invento de su mente loca, y que por eso podía encontrarlo en cualquier parque al que fuera, y también lo encontró con facilidad en la playa entre tantas playas. Por eso no quiso insistir más mientras se sentía tan enfermo, porque todo indicaba que Luis era un invento de su mente y a él no le apetecía por el momento creer que tenía un amigo imaginario.

Antes de darle de alta el médico se puso en contacto con Vanesa Ríos, la doctora de confianza de su paciente, para pedirle el historial médico. Ambos concluyeron que el jóven, de solo 20 años, no estaba teniendo un proceso adecuado de recuperación post-quirúrgica. Se estaba sobre esforzando, tenía las defensas por el suelo, y milagrosamente no había contraído el Covid-19, solo presentaba un resfriado común, deshidratación y estrés. Acordó no dejarlo salir del hospital ese día, necesitaba conversar con él y convencerlo de que no era inmortal. Pero cuando fue a hablar con él, dormía, por lo que abandonó la habitación para regresar después.

Dormía, pero sus ojos seguían llorando. Soñaba que ella regresaba con él, que lo amaba y ya no podía ocultarlo. Abrió los ojos, sintiéndose débil, porque unas manos suaves le acariciaron la frente, unos dedos largos seguían el camino de sus cejas delgadas; sonrió cuando reconoció el rostro de su morena, tan real, que podía sentir su fragancia, pero era algo diferente. Ella fumaba y el podía percibir siempre al toque del olor a tabaco en su piel y en la ropa, pero esta mujer no tenía esa parte en el aroma. Le gustaba su delirio, si ella aparecía de esa manera, no le importaría morir de fiebre. Porque si despertaba debía reconocer ante el mundo que su historia de amor había sido una mentira, un invento de su mente, quizás culpa del tumor en su cabeza que pasó tiempo creciendo en silencio. Lo atormentaba el pensamiento de que todo fue una ilusión y que su amada Santinna nunca existió, ya se empezaba a sentir demente, desahuciado. Sus ojos cansados se cerraron, podía descansar tranquilo porque ella se apiadó de él y fue a verlo, aunque era solo en un sueño, el sueño de un hombre que enloqueció por desamor.


Hey! Si llegaron hasta aquí es porque de alguna manera se divirtieron, algunos se identificaron en algo con el personaje principal.

no se olviden de votar.

Obviamente no es obligación, solo un recordatorio, especialmente por los capítulos que en realidad les gustó, o algún comentario sería bien apreciado.
Gracias por llegar hasta aquí.

El pan tiene la culpa (Guayaquileña)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora