Capítulo 38

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Estaba tranquila en mi habitación, colocando mi ropa en el armario cuando escucho un estruendo que me desconcentra. Daniel estaba gritando y tirando las cosas al suelo. Bajé abajo.

-¡Daniel, Daniel eeeei, qué pasa! -Dije preocupada cogiendole por los brazos.

-¡Ahhhhhhh! -Desató su ira.

-Siéntate en el suelo y cuéntame. -Intenté calmarle.

-Es verdad.

-¿El qué?

-¡¿Es verdaaad!? -Dijo levantando el tono de voz. -¡Es verdad que te quería! ¡Que se moría por ti! ¡Eh! ¡Es verdad!

-Daniel, me estás asustando, porfavor, ¿de quién hablas?... -Estaba nerviosa.

-¡Jesús! ¡Él! ¡Es verdad!

Ahora lo había entendido todo. ¡Porqué soy tan idiota!

-Sí, es verdad... ¡Pero le he dicho que no! Dani, yo quiero a Alberto...

-No, tú me querías a mí. ¿Porqué me has hecho esto...? -Decía sollozando. -Esto acabará. -Se levantó del suelo y se dirigió al salón, donde estaba Jesús. Fui detrás de él para ver qué iba a hacer.

-¡Nooooooooo! -Escuché.

4 horas más tarde...

Piiiiii piiiii piiii

Se escuchaban las máquinas del hospital. Estaba sentada al lado de Jesús, ya que él estaba en la camilla. Le acariciaba la frente.

-¡Se está despertando! -Le dije a Patricia. Ella se acercó a mí.

-¿Qué ha-a pas-ado? -Dijo Jesús confuso.

-Tsss, no hables, necesitas descanso. -Dije mientras me secaba las lágrimas al verle ahí. ¿Cómo podía haberle hecho esto su propio hermano gemelo?

-Tranquilo Jesús, te vas a poner bien. -Le calmaba Patricia.

Al poco tiempo llegó Daniel. Le miré cabreada.

-¡Fuera! ¡Ya! -Le dije. Él obedeció y cerró la puerta. Me levanté de la silla y fui a fuera. Me puse enfrente de Daniel, con los brazos cruzados.

-Qué. -Le dije. Se quedó callado. -¡Qué! ¡Te parece normal esto! ¡Mira lo que has hecho, te parece lógico! ¡Es tu hermano, no un desconocido! ¿No te acuerdas? ¡Son dos no uno! ¡Sin Dani no hay Jesús, sin Jesús no hay Dani! -La gente me miraba estupefacta. Me daba igual.

-Perdone señora, pero no se puede gritar aquí. -Dijo la enfermera.

-¡Señora! Esto es colmo... -Le contesté. Ella se limitó a mirarme mal y se fue.

Tenía que soltarle ese discurso. Y menos mal que no había sido grave la cosa, porque sinó, habría estrangulado a Daniel. Jesús es importante. Y Daniel... Daniel ya no lo sé. Por encima mañana empezaba a trabajar en el Museo.

Entré a dentro y Daniel se fue. Me volví a sentar en el sillón, al lado de Jesús. El médico entró en la habitación. Patricia fue a hablar con él, ya que ella entendía más francés y lo sabía hablar mejor. Esa chica era perfecta.

El médico se fue.

-Ha dicho que Jesús tiene que pasar aquí como mínimo una semana, no es nada grave, pero si no es bien tratado, podría perder la memoria. Necesita apoyo y cariño. Así estará mejor.

-Entonces hoy te quedas tú aquí con él ¿no? -Le pregunté.

-Vale, perfecto. -Dijo Patricia.

-Patricia sabe cómo cuu-idaarmee. -¿Quién era el que habló? ¿Jesús?

-¡Jesús! -Dije sonriendo.

-¿Qué? -Dijo él.

-Nada, jajaja. -Dije alegremente.

Llegué a casa en el coche. Sí, mierda, estaba Daniel. Este tío me pone de los nervios. Enserio, un día lloraré por lo tonto que es. Aún recuerdo los tiempos en el que estábamos juntos. Cuando nos besamos bajo la lluvia, o esa escapada al cine. ¡Helena no te pongas ñoña! ¿Qué le pasaría por la cabeza todos estos años?

Entré en casa, pero estaba dispuesta a pasar de él. Y lo peor esque estábamos sólos los dos.

Amo a ese chico pero le odio con fuerza...

Estoy confusa...

Dejé las llaves en la entrada. Daniel estaba ¿llorando? En el sofá del salón. Tiré el bolso en la mesa y me acerqué a él.

-No deberías haberlo hecho. -Le dije, y me acurruqué en su espalda, acariciando a ésta.

-Yo daría, daría... La vida si fuera por ti. -Me dijo. Oh, eso era hermoso. ¿Enserio me ama tanto? Porque si es así...

Pequeños Recuerdos「JD」Where stories live. Discover now