Teniendo una vida repetitiva e idealista, Shirou Emiya empieza su cuarto semestre de la carrera de Historia. Sin embargo, llega de intercambio una chica inglesa llamada Arturia, de la que queda enamorado a primera vista. Aprovechando que tiene un cu...
Siempre había deseado una cosa: un beso de Rin. Ahora lo había tenido, pero no de la manera en que deseaba, aunque claro que poco o nada podía quejarme, pues un beso en la mejilla es mejor que nada.
Reconozco que mi corazón latió muy fuerte cuando recibí ese beso de Rin, apenas si me lo pude creer, aunque su risa por mi vergüenza fue...lo que irónicamente me avergonzó más.
Ya no me siento junto con Archer, ni siquiera le hablo, pues lo que hizo fue muy bajo, y me enoja mucho. Pensar que Rin lloró por su culpa me hierve la sangre.
Me enamoré de Rin cuando ella entró a la Facultad, pues le saco dos años, ergo, dos semestres, yo iba a la mitad de año y tenía novia, de ahí que no le hablara. Pues, si bien me enamoré de Rin, le tenía cariño a mí para ese entonces novia.
La relación iba mal, y era seguro que mi novia me terminaría primero, aunque decidí disfrutar lo que quedara de la relación, pues mi chica era muy inestable y sus cambios de humor eran...seguidos. Un día me amaba, otro no tanto, y algunos no quería saber de mi por detalles en mi comportamiento.
Malamente para mí, dos días antes de que mi novia me terminara, Archer me contó que se había conseguido a una novia de primer semestre que era súper hermosa. Me sentí abrumado, aunque no traicionado, pues ni siquiera él sabía de mi amor oculto por esa chica de ojos azules y cabello castaño llamada Rin.
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-Tch, ni modo. –Dije, bebiendo una cerveza en el antro, pues tenía el corazón un poco roto por la ruptura, mi mejor amigo era novio de la chica que me gustaba...y no quedaba de otra que volver a mi vieja vida de perro.
Siempre tenía citas, y citas, llegaba a dar besos, nunca cosas de una noche, pues eso era de poco hombre, nunca jugué con los sentimientos de ninguna mujer, dejándole en claro que únicamente quería ir a beber una chela con ellas, a pasear, conocerlas un poco.
Aunque siempre resultaba igual: sentía que salía con la misma chica una y otra, y otra vez. Pocas veces había algo nuevo, interesante, pero esas chicas o no eran para mí, o yo no era para ellas.
A veces quedaba corto. En otras ocasiones, prefería no seguir saliendo con la chica, pues, honestamente, no me causaba interés.
Esa era mi vida de perro: salía con chicas, bailaba, a algunas las besaba, pero nunca las lastimaba, siempre era honesto. Y, cuando tenía novia, era igual de fiel que un perro, de ahí que mi apodo quede...bastante bien, a pesar de que me caga.
Casi todos creen que nada más busco cosas de una noche, pero no es así, y esa es la creencia que se tiene sobre mí, de ahí que me llamen cínico...de una forma bastante grosera.
Ahora, y regresando al presente, anotaba los apuntes de clase, aburrido, melancólico, con un fuerte latido de corazón y un leve rubor en mis mejillas cada que me acordaba de ese beso que Rin, la chica que me gusta desde hace dos años, me dio.
