Capítulo 37

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Hasta el año que viene

     Todos, y cuando digo todos, digo todos, los estudiantes se apartaban de mi camino.

     Podía ver las emociones pasar por sus ojos. Primer sorpresa, incredulidad, desconcierto... miedo. Aún llevaba el pelo ligeramente mojado por haberme bañado después de la charla con Dumbledore mientras todos los demás desayunaban.

     Podía oír los susurros a mis espaldas, aunque también a la cara. Yo no quitaba la vista de enfrente, pero sabía que a ellos no les importaba que los escuchara.

     -Esta muerta...

     -Dos alumnos de Hufflepuff han dicho que habían visto como llevaban su cuerpo inerte a la enfermería.

     -Ha utilizado las artes oscura...

     -Ha hecho un trato con El-que-no-debe-ser-nombrado. 

     -Monstruo...

     Podía escuchar todo tipo de invenciones a medida que cruzaba el vestíbulo. Pude ver a unos cuantos Slytherin, no sabía exactamente que les pasaba por su cabeza, siempre fueron los más reservados.

     Pude ver también, cuando salía por el portón, como Harry estaba delante de Draco, Crabbe y Goyle. 

     -Estás muerto, Potter -oí a Draco.

     -Tiene gracia -respondió él alzando las cejas-. No sabía que los muertos pudieran caminar. 

     Jamás había visto tan furioso a Malfoy, y supe, que yo lidiaría con esa furia dado que seguramente tenía a todos los Slytherin en mi contra. 

     -Me las pagarás -contestó Malfoy-. Vas a pagar muy caro lo que le has hecho a mi padre. 

     -Mira cómo tiemblo -respondió Harry con sarcasmo-. Supongo que lo de lord Voldemort no fue más que un ensayo comparado con lo que me tenéis preparado vosotros tres. ¿Qué pasa? -añadió, pues Malfoy, Crabbe y Goyle se habían encogido al oír a Harry pronunciar aquel nombre-. Es amigo de tu padre, ¿no? No le tendrás miedo, ¿verdad? 

     Estúpido niño que vivió. Si supiera que ellos, más que nadie, sabían de lo que era capaz el Rey. 

     -Te crees muy hombre, Potter -replicó Malfoy, y avanzó hacia Harry. Crabbe y Goyle lo flanqueaban-. Espera y verás. Ya te atraparé. No puedes enviar a mi padre a la prisión y... 

     -Eso es precisamente lo que he hecho -lo atajó Harry. 

     -Los Dementores se han marchado de Azkaban -continuó Malfoy, impasible-. Mi padre y los demás no tardarán en salir de allí. 

     -Sí, no me extrañaría. Pero al menos ahora todo el mundo sabe que son unos cerdos. 

     Malfoy se dispuso a coger su varita, pero Harry se le adelantó: había sacado la suya antes de que Draco hubiera metido siquiera los dedos en el bolsillo de su túnica. 

     -¡Potter! -se oyó entonces por la derecha. 

     Snape había aparecido 

     -¿Qué haces, Potter? -le preguntó el profesor con su habitual frialdad, y se encaminó hacia ellos. 

     -Intento decidir qué maldición emplear contra Malfoy, señor -contestó Harry con fiereza. 

     -Guarda inmediatamente esa varita -le ordenó Snape taladrándolo con la mirada-. Diez puntos menos para Gryff... -empezó a decir dirigiendo la vista hacia los gigantescos relojes de arena que había en las paredes, y esbozó una sonrisa burlona-. ¡Ah, veo que ya no queda ningún punto que quitar en el reloj de Gryffindor! En ese caso, Potter, tendremos que... 

Lilianne y la Orden del FénixWhere stories live. Discover now