Capítulo 34

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Equipo de batalla

     No se por cuantas puertas pasé siguiendo los gritos de las maldiciones y de dolor. Solo se que no me detuve.

     -¡Ron por favor! -era la voz de Hermione.

     -He visto a Urano de cerca jjijiji -decía Ron. Abrí la puerta.

     Hermione y Ron estaban solos, la chica asustada y el chico ido, delante de ellos estaban cuatro mortífagos. 

     Nyx estaba en mi hombro, con la mirada fiera y decidida. Parecía que también estaba cabreada con el mundo, puede que mis emociones estaban afectándole.

     No debería forzarse demasiado, aunque había demostrado ser más que una lechuza ordinaria. Tenía la varita firmemente en mi mano mientras cruzábamos aquella gran sala circular. La varita era una extensión más de mi cuerpo, una fiel compañera, junto con Nyx. Las conocí a las dos el mismo día, y no podría pensar en dos seres más fieros en ese momento.

     Peque estaba asomado en el cuello de mi camisa con la mirada más seria que había puesto nunca. Sabía que presentía el peligro, el sexto de las criaturas mágicas eran cosas que envidiaba.

     Una humana cabreada y con ganas de arrancarle la cabeza a alguien, una varita que complementaba perfectamente a su dueña, una lechuza arrogante y sobreprotectora que conocía todo el pasado de la única persona que la podía acariciar, y un un bowtruckle miedoso que era capaz de arrancar los ojos de los enemigos con sus largos dedos si se lo proponía.

     No podía pensar en un mejor equipo para irrumpir en plena batalla.

     -Flameato -me hice notar y de las antorchas salieron unas criaturas delicadas de fuego azules-. ¡Opugno!

     -¡Lily! -dijo al borde de las lágrimas la chica.

     Desmayus... Expeliarmus... Crucio...

     Intentaron acertarme, pero pronto dejaron de apuntarme cuando los demonios de fuego azul empezaron a prender sus túnicas. 

     -Desmaius -gritamos Hermione y yo. Los otros se quedaron tirados en el piso.

     -Lily... nosotros -hablaba nerviosa Hermione.

     -Átalos con el hechizo que os enseñé -dije corriendo hacia la salida-. No les rompas las varitas; no sabemos si alguien esta bajo la maldición Imperius. Pero ni se te ocurra perder las varitas de vista. Vigílalos y no te muevas de donde estás. Debo ayudar a los otros. 

     -Lily, perdón -lloró Hermione mientras hacía lo que le había ordenado-. Nos lo intentaste decir...

     -Mione, Lily da miedo -susurraba Ron a Hermione-. Sus pelo vuela...

     Corrí hacia la puerta, los cristales de mis pies lanzaban punzadas cada vez que los apoyaba en el suelo. 

     -¡NO SE LA DES! -bramó Neville, que estaba fuera de-. ¡NO SE LA DES POR NADA DEL MUNDO, HARRY! 

     Apremié el paso cuando escuché una voz femenina gritar: 

     -¡Crucio! 

     Neville soltó un aullido.

     -¡NEVILLE! -oí la voz de Ginny -Ayúdame Luna.

    Todos los que faltaban estaban en la otra parte de la puerta. 

     -¡Eso no ha sido más que un aperitivo! -exclamó Bellatrix al tiempo que Neville dejaba de chillar- Y ahora, Potter, danos la profecía o tendrás que contemplar la lenta muerte de tu amiguito. 

Lilianne y la Orden del FénixWhere stories live. Discover now