Enéa

196 21 2
                                    

-No soy un simple demonio, soy Hades mismo, señor del Inframundo y custodio de los muertos - La ira fue reemplazada por el miedo, dí un par de pasos para atrás, pero antes de que pudiera salir corriendo continó - No te haré daño, no tengas miedo. Si quisiera hacerte daño hace mucho tiempo lo hubiera hecho- No pude negar que sus palabras tenían mucho sentido, así que me relajé, pero no del todo.

-¿Quieres decirme qué haces aquí?- Logré preguntar en cuanto salí del shock.

-Supongo que tu amiguito ya te ha dicho algo al respecto- Me penetró con la mirada, incluso me pareció ver un destello de reclamo en su voz, pero lo descarté rápidamente.

-Me dijo que habías venido por algo-

-No pequeña, algo no. He venido buscándote a tí- El piso se abrió debajo de mí y sentí como si cayera.

-¿Por mí?- Mi voz era apenas un susurro.

-Así es mi pequeña, es muy pronto para explicarte, creo que ya tienes mucha información que asimilar-

-Dijiste que no me harías daño- Todo era tan confuso, no lograba entender cómo entraba yo en esa ecuación de dioses.

-Y no lo haré, solo necesito tiempo para que me permitas explicarlo- Su voz se fue perdiendo para mí. El peso de todo comenzó a ser demasiado.

Me senté en uno de los sillones y todo comenzó a dar vueltas. Mi respiración se volvió irregular y pesada, me costaba tomar aire y sentía como si mi cabeza fuera a explotar. Sin poder evitarlo, mi cuerpo comenzó a temblar. Un miedo como ningún otro subió por mi espina dorsal. Apenas fui consciente de cómo Clímeno se arrodilló frente a mí.

-Kore, ¿Qué pasa?- Preguntó con evidente preocupación. No fui capaz de responder, solo pude llevarme las manos a la cabeza y cerrar los ojos.

-Ataque...- Conseguí decir en un susurro. Clímeno se sentó a mi lado y me abrazó, pegando mi rostro a su pecho. Con una mano me acariciaba el cabello, mientras me susurraba cosas al oído en un idioma que no entendía. Un par de minutos después, cuando me calmé un poco y mi respiración se ralentizó, Clímeno levantó mi mentón. Con uno de sus pulgares secó una lágrima que caía por mi mejilla.

-Mírame, Kore- Dijo con delicadeza. Abrí los ojos para encontrarme directamente con los suyos -Todo estará bien mi pequeña. Solo necesitas respirar. Mírame a los ojos y verás en ellos que no tengo ningún mal hacia ti- Su voz hipnótica hizo que mi corazón se acompasara al suyo, pero fue en sus ojos en donde me perdí.

El azul claro se transformó en morados, naranjas, rojos, se arremolinaron y comenzaron a formar un universo. Veía el resplandor de las estrellas, detrás de los colores luminosos se extendía el vacío oscuro, pero no me asustó, sino que me brindó una sensación de consuelo.

-Guardas el universo en tus ojos- Me escuché decir por lo bajo y Clímeno me premió con una de sus sonrisas, de esas que harían a cualquier chica derretirse.

-¿Te sientes mejor?- Preguntó, aún sosteniéndome entre sus brazos.

-Sí- Mi voz salió un tanto dudosa, tal vez era porque quería convencerme a mí misma de ello.

-¿Suceden muy seguido?- La vergüenza hizo que me alejara de sus brazos, lo cual causó una breve sensación de vacío en mi pecho.

-No desde hace años- Los ataques de pánico formaban parte de mi pasado, de cuando era una niña pequeña, pero con el tiempo habían desaparecido. Mi vida siempre había sido tranquila, sin acontecimientos fuera de lo común, así que no fue difícil hacer que mis ataques de pánico se hicieran menos frecuentes. Siempre intentaba guardar la calma ante todo, cuando tenía miedo recurría a mis ejercicios de respiración, a mi mamá e incluso a Sam, solo en un par de ocasiones que llegó a estar ahí  en uno de mis ataques.

El Rapto de PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora