♕ 21: Familia. ♕

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Maratón 2/3




Una suave nevada caía por los cielos de Gélida; los copos se arremolinaban en las esquinas de las ventanas y los caminos del pueblo se teñían de blanco.

Había pasado un día desde que el norte había sido sometido por las fuerzas de Lord Malik; por lo que cada aldeano se mantenía preso en el interior de su hogar. Nadie tenía permitido salir y al menor avistamiento de rebeldía, los hombres de Cinis estaban comandados para atacar.

Las noticias habían corrido rápido por las calles, los caballeros repartían el mensaje para la gente de Gélida: Akrahm Malik ahora le rendía cuentas a una bruja que presumía robar el trono de Kargem. La gente ya había oído sobre el secuestro de los príncipes del sur, y tras el ataque al norte, sabían que su reina había logrado escapar en el último momento.

Nadie sabía qué iba a pasar ahora; no sabían si saldrían de casa pronto o morirían de hambre en cuánto se les acabara la comida. El norte no era tan fuerte como antes, incluso si decidieran revelarse, los caballeros de Akrahm acabarían con ellos en un abrir y cerrar de ojos; el pueblo estaba asustado. Tan asustados como para moverse, o de hacer el más mínimo ruido. El norte entero se sumía en un agobiante silencio.

Aún así, Perrie miraba el reino con los párpados caídos, el mentón bien arriba cuando recordaba de lo que había sido capaz, lo que ya había logrado. La bruja se regocijaba en lo bien que su plan marchaba. Ya tenía sometida a Gélida, Cinis estaba de su parte y ahora comenzaría a avanzar hasta el sur.

Reclutaría más fuerzas, acabaría con Valle Rakium de ser necesario, pues eran la alianza más cercana de los Akgon. Y cuando estuviera a punto de lograrlo... dejaría un cráter tan grande en la memoria de Kargem y su reino para que comprendieran a quién servirían ahora y quién será la única y más fuerte reina de todo Poniente.

Perrie era muy poderosa. Su madre se lo dijo siempre que pudo hasta que murió y nunca le creyó tanto a alguien como a ella.

Y tras años pasando hambre, cuidándose de las lluvias bajo una carreta oxidada, siendo golpeada por su mal servicio como sirvienta, a la sombra de todas esas mujeres que se vestían en seda y paseaban en carruajes... había comprendido que no quería ser como ellas. No quería ser una doncella privilegiada, casada con un hombre rico que le pagara todos sus caprichos. No quería ser una cortesana educada que se paseara por un castillo fingiendo una sonrisa. Ella iba por el premio grande, iba por el trono.

Perrie era una bruja tan poderosa, que habría podido manipular cada alma en Nivhas, de donde venía. Podría haber derrocado cualquier pequeño reino que se alzara en Ali. Incluso le habría costado muy poco el imponer una monarquia en las nuevas tierras de Zheelya... pero no. No se conformaría con esas pequeñas tierras, no con esos enclenques reinos sin futuro. Si Perrie iba robar una corona... sería la del imperio más fuerte conocido por el hombre.

Y le demostraría al mundo, a quién deberían temer y respetar; no al hombre que caminaba entre las llamas y no ardía, si no a ella, la mujer que logró amedrentarlo, la bruja que robó a sus hijos y a uno de sus dragones en la misma noche.

Perrie sonrió inconscientemente, mirando a la nieve cubrir el norte de a poco, mientras tomaba del balcón, una corona de ramas que fabricó horas atrás. Todas curveadas y sujetadas con hilos de su capa; admiró su creación con cierta demencia mientras recordaba la corona de oro puro que llevaba Kargem el día de su cumpleaños.

Recelosa, apretó las ramas entre sus manos hasta que una que otra astilla se le clavó entre sus dedos haciéndola sangrar. Pero en lugar amedrentarse por eso, sus ojos azules se tornaron dorados y entre sus manos un brillo violeta comenzó a enredarse entre las ramas de su corona. La madera fue sustituida por oro sólido que se formó a su alrededor. Su magia podría transformar cualquier cosa en lo que ella quisiera, así que en sus manos, se alzó una bonita corona de oro de manera elegante con grabados y diseños intrincados que le agradaron su sonrisa.

Drakhae [l.s]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt