Drakhae [l.s]

♕ 8: Ambición. ♕

Dedicado:
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Nota de la autora: este capítulo está enfocado en Perrie y en Christopher salvo ˋpr la escena final.

[...]

Kargem y sus primos iban tranquilos dentro del carruaje al centro de la ciudad; los caballos relinchaban y el interior se removía mientras la carroza avanzaba entre las calles de piedra, Christopher Edwards se sentaba a la derecha de Niall, el príncipe consorte de la reina de Gélida. De frente tenía a la princesa Skyler Akgon, prima del hombre a su izquierda, Harry Akgon, rey del sur, Rey de Goré...  estaba rodeado de la gente más poderosa de Poniente; tres primos que no lucían un gran parecido el uno del el otro, pero que montaban dragones, según las pocas historias que había escuchado de Gemma, la otra cabeza de Goré.

Christopher nunca había visto un dragón en su vida, pero no pudo pegar ni un ojo la noche anterior cuando no paró de oírlos gruñir a través de los cielos de Dragonscale; ahora, a plena luz del día, los veía a lo lejos, sobre volar los cielos, expandir sus alas para alejarse entre las nubes. Aún así se hacía creer a sí mismo que solo se trataba de aves... solo para no terminar de moler la última capa de estabilidad que llevaba consigo desde que abandonó su hogar.

Estaba más que puntualizado el hecho de que, el chico rubio con una obvia pinta de extranjero, de piel bronceada y magullada, estaba completamente intimidado por el lugar que lo rodeaba... y por la gente que lo acompañaba.

Y Kargem lo admiraba de cuando en cuando a través del camino, con esos penetrantes ojos verdes que le calaban hasta el alma, a pesar de las bromas que sus primos hacían -o eso quería creer Christopher, se sintió aún más aterrado cuando los chicos comenzaron a hablar una lengua que él no conocía y se reían-, Harry Akgon no apartaba su vista de él, y Christopher parecía tener miedo. Tragaba saliva cada dos por tres.

Pero todas sus fuerzas, las enfocaba en no dejar que el resto de su cuerpo temblara, bajo la vista de los primos dragón.

(...)

Cuando al parecer, llegaron a su destino, las puertas de su carruaje fueron abiertas y Kargem fue el primero en bajar.

Harry lucía ligero y ameno, una bonita sonrisa decoraba sus labios, aspirando el olor desvaído de las playas, combinado con el olor dulce de la cerveza y la brisa del pueblo. Kargem sonrió ante el ambiente de un pueblo feliz y emocionado por el torneo.

Un joven Lord, de alguna de las familias más ricas del sur, se le acercó con premura para darle la bienvenida al torneo que ellos habían organizado para la corona ese año. Harry dejó que el hombre lo felicitara por su cumpleaños y que luego lo acarreara hasta la zona en donde los gritos, risas y charlas, se acentuaban en dirección a donde estaría la arena para pelear.

Christopher bajó al final, alzando los ojos para admirar un cielo despejado y un tanto azul. Conoció Dorado, la zona más importante del sur a demás del Krestum; con sus calles largas y atiborradas de casas y construcciones en arenisca. Escuchó el sonido de las olas y sintió una calidez embriagadora que nunca había conocido en otra parte del mundo.