♕ 01: Imperio. ♕

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N/A: lo prometido es deuda.



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[6 años tras el nacimiento de Jaekhar Akgon.]




(...)

En la sala del trono, a mitad de otoño, los días lucían más pálidos que de costumbre; el cielo azul se deslavaba en un gris casi blanco que mantenía a los habitantes del sur prevenidos de alguna tormenta. El oro de los tronos se acentuaba más sobre los suelos de mármol y sus muros de arenisca. El Krestum, tan imponente, tan monstruosa. Ningún castillo nunca sería tan grande como ese.

En el gran salón, se encontraban dos filas de caballeros dorados, cinco en cada flanco. Altos, fuertes e imponentes; miembros de la guardia real, los mejores soldados en Goré, manteniendo su carácter estoico y serio mientras la reunión se llevaba acabo.

En el centro, sobre el pequeño pedestal llevado por escaleras blancas, se alzaban las sillas bañadas en oro, forjadas por manos que sangraron sobre las superficies, que imprimieron sus mejores trabajos en los arabescos y decorados de cada esquina. Grandes, imponentes. El trono dorado había sido establecido por algún Akgon a mitad de la dinastía. El en ese entonces, Kargem, decidió contribuir a la historia de su casa pasando a ser el rey más orgulloso y presumido. A boca de varios miembros de la corte, había sido una decisión errónea, infantil, que le había costado mucho dinero a la corona en su tiempo. Pero lo cierto es que las cuatro sillas del trono, acentuaban el poder de esa casa.

Nadie admitía que en realidad, sentarse en oro, mostraba más respeto del que parecían admitir.

En su momento, Reigon Akgon se sentó en la más grande. Un rey serio y frío que solo se tocaba el corazón cuando se trataba de sus nietos. Un hombre que venció incontables guerras en la época de las batallas de Dorado, atacado por extranjeros salvajes. Su esposa nunca fue participe de la corona y sus elecciones, esos eran otros tiempos. Por lo que, en los tres espacios libres, se sentaron sus tres hijos. Su heredero a la derecha, como siempre, quien más tarde se casaría con su única hija, como dictaba la tradición, el mantener los genes puros. Y dejando de lado, lamentablemente, a su menudo hijo de en medio.

Pero la cosas cambiaron.

Cuando la siguiente generación se sentó al trono, el primogénito de Reigon no se sentó a la cabeza. Fue, curiosamente Daeron Akgon, su escuálido hijo que se había transformado en un hombre fuerte y alto que sorprendió a muchos en batalla. El hijo que precedió al trono cuando su hermano mayor murió en batalla y que remató domando a Vistione, el dragón más grande de poniente. Ese sería el nuevo Kargem de Goré.

Y Daeron sería hablado por el resto de su historia como el rey que rompió la cadena de genes puros, no casándose con Allenya, su pequeña hermosa; cuando se enamoró de una extranjera de Nívhas, tierras lejanas, que se encontraban cruzando el Mar Oscuro. Una joven lady, hija de una linaje rico y poderoso que poco a poco había ido cayendo gracias al desate de una peste en sus tierras. Su familia la puso en un barco para protegerla y ella fue la única que se salvo cuando partió de su hogar.

Al llegar al sur, la bella joven encantó a Daeron en cuanto la vio. Y en ese entonces, Anne era una mujer suave y delicada, con preciosos ojos brillantes y el cabello castaño cayéndole como cortina sobre los hombros, rizándose en la puntas. Su belleza resaltó en los bailes del castillo, llamó la atención de mil hombres y caballeros, pero al final del día, sin esperar la aprobación de su padre, Daeron se casó con ella. Mucho antes de supiera que la corona le pertenecería, antes de ir a batalla con el dragón rojo, antes de perder a su hermano.

Drakhae [l.s]Where stories live. Discover now