12 | No llores, pero...

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        Heather rodó los ojos y continuó escuchando música. Se preocupaba por ella como si fuera su hermana. Esas palabras se repetían tanto en su mente que quería abrir su cerebro y sacar el recuerdo con sus propias manos. Durante el fin de semana se dio cuenta de algo que nunca le admitiría a nadie, ni a ella misma: Tenía sentimientos por Peter. Lo Que Siento de Cuco empezó a sonar y no pudo evitar cantar a todo pulmón. Ya había comprobado que Peter no sentía nada más que amistad, y sí, ella lo superaría, pero quería llorar un poco más.

       —Sin ti mis días son largos y se sienten tan amargos, me ahogo en un lago de mis lágrimas que hago...—cantó hasta sentir un fuerte dolor en el abdomen.

       ¡No! Lo que le faltaba. Su periodo menstrual estaba a punto de llegar.

       —Universo, ¿qué te he hecho?—se dirigió a nadie específicamente. Abrió cada uno de sus cajones, empezando a desesperarse hasta darse cuenta que...—¡No tengo toallas!

Se puso una chaqueta sobre su pijama, unas sandalias y bajó las escaleras. Buscó a Happy, sin éxito, y no quería molestar a Tony. Soltó un profundo suspiro, agachándose por unos segundos en el suelo y se preparó mentalmente para salir a alguna tienda cercana.

Guardó sus llaves en un bolsillo de su chaqueta y caminó rápidamente por la calle, evitando alzar la mirada. Se preguntaba si con cinco dólares le alcanzaba para toallas higiénicas y un par de choco...

¡Meow!

Heather dejó de caminar, alzando finalmente la mirada y dudando si el maullido había sonado en su mente.

¡Meow!

Definitivamente no era su mente. Buscó de dónde provenía el sonido hasta que notó una caja en el callejón junto a ella. Se acercó y abrió la caja. Seis pequeños gatitos la observaron desde dentro.

—Hola, pequeños.—susurró, acariciando a uno. Miró el resto del callejón, pero no había nadie.

Alzó sus hombros y cargó la caja entre sus brazos. Tony y Pepper no se molestarían. Siguió su camino a la tienda más cercana, empujó la puerta con su trasero y le sonrió al cajero, un señor mayor.

—Buenos días, señor López.—saludó amablemente.

Él le sonrió.—¿Qué traes allí?—Heather puso la caja en el suelo y la abrió, mostrando a los gatitos.—Oh, que lindos.

—Alguien los abandonó en un callejón, no los podía dejar solos.—explicó ella.

—La comida de gato está en el tercer pasillo.—dijo el señor López y la chica asintió.

Agarró una bolsa con una imagen de gato y avanzó hasta el siguiente pasillo, donde estaban las toallas higiénicas: su principal objetivo. Al girar, chocó con el pecho de una persona. Heather tambaleó, a punto de caer, cuando el extraño la sujetó del brazo.

—Perdón.—dijo el chico, quitándose un audífono rápidamente. Era mucho más alto que ella, con cabello castaño y nariz ligeramente grande.

Heather se levantó, quedando a centímetros de él. Se soltó de su agarre y lo rodeó, siguiendo su camino. Buscó la marca de toallas higiénicas que usualmente compraba y regresó a la entrada de la tienda. Dejó la comida y las toallas frente al señor López y hurgó en sus bolsillos por dinero. Sólo tenía un billete de cinco dólares... no alcanzaría. Soltó un suspiro de estrés, tendría que llamar a Tony.

       Un billete de diez dólares se deslizó por la caja hasta quedar junto la comida de gatos. El chico castaño sonrió.—Lindos gatitos.

       —No es necesario...

After Game • Peter Parker ✓Where stories live. Discover now