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Había pasado solo tres meses desde la muerte de Bárbara, el mundo parecía haber perdido el color para mí, no encontraba un lugar, una persona o un momento del día que hiciera sentirme mejor, no había nada que llenara el vacío que había dejado en mi corazón, pero, si yo me sentía así de mal, no podía imaginarme al hombre con el que compartió su vida y que la amaba más que a nadie.

Poco tiempo después me enteré que junto conmigo, Timothée había sido elegido por Alek, así que entre él y yo intentábamos tomar las mejores decisiones para esa niña, puesto que el padre de la misma apenas y podía salir de la cama sin derrumbarse al completo. Llegué a casa de Alek y abrí la puerta sin tocar, encontrándome con Olivia meciendo a la pequeña y preciosa niña de Bárbara.

"Hola" sonrió la morena.

"¿Cómo está hoy?" me quité mi chaqueta.

Olivia simplemente negó con la cabeza y se volvió hacia la niña.

"La ha cargado hoy, pero en seguida comenzó a llorar."

"¿Está Timothée con él?

"Logan. Timothée ha tenido que irse hace un buen rato."

"Bien" estiré los brazos hacia la bebé y sonreí, "Dios santo Amy Beth, estás tan grande."

Olivia sonrió.

"Será mejor que nos vayamos, tenemos una cita con la inspectora de adopción."

"¿Cómo vas con ello?"

"Mejor de lo que pensaba" sonrió, "le daremos hogar a alguien que lo necesita, creo que es algo muy bueno ¿no crees?"

"Sí, harán feliz a alguien y de paso serán feliz ustedes."

Olivia asintió y llamó a Logan por las escaleras, el hombre se asomó y me miró con la bebé con una sonrisa.

"No va con tu imagen mujer con hielo en las venas" bromeó.

Miré a mi amiga con fastidio.

"¿Por qué?" dije cansada, "¿Por qué te casaste con él?"

Olivia sonrió y aceptó el beso que Logan le daba en la mejilla.

"Por que lo amo" dijo como toda respuesta y besó la cabecita de la bebé, "nos vemos luego Raphaela."

"Adiós... mujer" me despeinó Logan y yo me quejé.

Cuando la puerta se cerró y me quedé dentro de esas cuatro paredes sin las risas de Bárbara o sus gritos, me pareció atosigante y por poco me dan ganas de llorar de nuevo, pero la demandante bebé pedía mi atención como en su tiempo lo haría su madre, sonreí y fui a la cocina para prepararle su fórmula especial, estaba terminando de alimentarla cuando la puerta de entrada se volvió a abrir.

"¿Cómo estás?" Timothée se recargó en el umbral de la sala.

"No lo sé, creo que ya no sé qué siento" sonreí, "pero sé quién si te necesita, nadie logra sacarle una palabra excepto tú."

"Vale" se acercó y besó la cabeza de la pequeña niña, "iré con él."

"¿Has comido?" me levanté para dejar a la pequeña en la cunita que teníamos dispuesta en la sala, "¿Quieren que mande pedir algo?"

"No he comido y supongo que no han podido hacer que Alek coma algo."

"Nada" acepté.

"Bien, trataré de convencerlo de bajar."

"Gracias."

Fui corriendo a la cocina, donde la chef de los Rokfert picaba algunas verduras de forma entristecida, la casa entera parecía estar en sintonía con el sentir de los amigos más cercanos, al fin de cuentas, querían a la señora de la casa y la perdida había sido dura para todos. Bárbara era una persona que se hacía querer con hablar con ella unas cuantas veces.

El regreso de: RaphaelaWhere stories live. Discover now