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Dos días después de ese encuentro, desperté con un peso enorme sobre mi cuerpo, era como si mis huesos se hubiesen confabulado para pesar un poco más de lo normal. Suspiré al abrir la ventana y respirar el aire del exterior, sería un buen día para permanecer en casa y dedicarle un tiempo a escribir y quizá hasta dormiría una que otra siesta, durante la semana solía perder horas de sueño con tal de adelantar apuros de la empresa.

Bajé en traje de baño hasta la piscina y me quedé buen rato recibiendo el sol sobre mi pálido cuerpo, hacía falta que al menos tomara un poco de color. María me había llevado presurosa un plato con mis frutas favoritas y unos Waffles recién hechos, no le di importancia a la forma escurridiza en la que se escapó de mi mirada y se introdujo nuevamente a la cocina. María era una prodigiosa chef a la cual le debía mi vida puesto que me alimentaba diariamente, somos más amigas que otra cosa, así que me pareció rara la forma en la que se escabulló, aunque tomando en cuenta que el día anterior había permitido que Timothée Volker entrara a la casa a las tres de la mañana era una buena excusa para no querer verme a la cara por un buen rato. No le di más importancia de la que tenía y desayuné con la tranquilidad de mi libro y un buen día de sol, hice algunos largos hasta que de pronto mi teléfono sonó como desquiciado y por más que lo ignoraba, este no dejaba de sonar.

Con una mala cara salí a atender, pero lastimosamente perdí nuevamente la llamada y hasta ese momento me di cuenta que en realidad había perdido catorce y eran de diferentes personas, todos mis amigos cercanos, pero no dejaba de parecerme extraño. Marqué a Bárbara primero, quizá algo malo hubiese sucedido.

"¡Al fin!" eso fue lo primero que dijo Barb en cuanto contestó la llamada, "¡Te hemos marcado todo el día!"

"Lo sé, me acabo de dar cuenta que..."

"Cállate" pidió presurosa, "sé que no sueles meterte a redes sociales porque simplemente eres una rara en tú existencia en este mundo, así que te lo ordeno yo."

"¿Qué se supone que tengo que ver?"

"Oh querida, quisiera quedarme en la línea, pero voy de camino a tu casa para que no quieras tirarte del segundo piso, adiós, estoy ahí en quince."

Fruncí el ceño cuando cortó la llamada y me metí a lo primero que encontré para ver la famosa noticia que al parecer me estaba perdiendo. Bárbara tenía razón, era un total alivio que estuviera en camino, me suicidaría si no fuera porque quería ahorrarle todo ese papeleo a mi mejor amiga.

"¿Raphaela?" gritó la voz de mi rubia favorita.

"Bárbara... dime que sigo soñando."

"Lo siento linda, vine tan rápido como he podido, Olivia y Rachel vienen en camino, pero me dijeron que..."

"Esto... ¿La gente en verdad lo cree?" la interrumpí nerviosa.

"Bueno, en realidad eso no importa, la cosa es que ahí esta y habrá rumores tanto a favor como en contra."

"¡Eso no puede pasar! No a una CEO importante, menos a mí ¡Dios!" me quejé caminando de un lado a otro, lo que me permitió ver al resto de las chicas llegar y sentarse en los camastros como lo había hecho Bárbara quién incluso comenzaba a tomar de su margarita a pesar de que era temprano aún. "¿Qué voy a hacer?"

"Esto es malo" dijo Rachel, "no sabemos cómo consiguieron esas fotos, pero... ¿lo recibiste a tu casa a las tres de la mañana?"

"¡No he sido yo! ¡Fue María!" me quejé furiosa, ahora comprendía por qué no quería darme la cara.

"Lo encuentro bastante romántico" sonrió Olivia, ganándose la mirada aniquiladora del resto de nosotras. "Vale, lo siento, pero es verdad ¿A qué sí? Miren como dice esta nota: Los tortolitos de Monteangello parecen volver a las andadas, quizá nunca se detuvieron y tras seis largos años de separación es hora de entrar a escena y quizá no solo como novios de preparatoria sino como... ¡Prometidos!"

El regreso de: RaphaelaWhere stories live. Discover now